Poetas y autores de la literatura del siglo XX resumen

 


 

Poetas y autores de la literatura del siglo XX resumen

 

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Poetas y autores de la literatura del siglo XX resumen

 

 4.3 Ramón Gómez de la Serna

Los vanguardismos llegaron en seguida a España, a través sobre todo de revistas como Revista de Occidente, fundada por Ortega y Gasset, y La Gaceta Literaria, creada por Giménez Caballero y Guillermo de Torre. Pero el máximo impulsor de las vanguardias en España fue Ramón Gómez de la Serna (1888-1963).

La obra de Gómez de la Serna -Ramón por antonomasia-, siempre original y a menudo inclasificable, tiene como base la greguería. Él mismo la definió como humorismo + metáfora, y consiste esencial­mente en una ingeniosa asociación de ideas o una metáfora insólita, resumida en una breve frase: "El arco iris es la bufanda del cielo"; "El hielo se derrite porque llora de frío".

Además de los varios tomos de greguerías, Ramón escribió multitud de cuentos y varias novelas, como El novelista (1923), El torero Caracho (1926) y El caballero del hongo gris (1928). En ellas, y siguien­do su idea de la novela libre, el argumento es sustituido por reflexio­nes,~divagaciones, cuadros, etc.

Es autor también de ensayos (El Rastro), biografías (Quevedo, Goya, Valle-Inclán), memorias (Automoribundia, su propia autobiografía) y teatro, completamente innovador: El drama del palacio deshabitado, Los medios seres, Escaleras.

 

 4.4 La Generación del 27

Se da el nombre de Generación del 27 -para algunos simplemente un grupo, el Grupo poético del 27- a un conjunto de poetas que empe­zaron a publicar sus obras en la década de los años veinte. Entre los hechos y circunstancias que han servido para unirles merecen desta­carse:

.Nacimiento en fechas próximas (entre 1892 y 1906).

. Amistad y relaciones personales entre ellos: convivencia en la Residencia de Estudiantes en Madrid; colaboración en las mismas revistas (Revista de Occidente, La Gaceta Literaria, Litoral, etc.). .Influencia en todos ellos de Juan Ramón Jiménez y de las vanguar­dias.

.Reivindicación de la poesía de Góngora, por lo que representaba de puro lenguaje poético y perfección formal. Para celebrar el tercer cen­tenario de su muerte, que se cumplía justamente en 1927, organiza­ron una serie de actos, principalmente un homenaje en el Ateneo de Sevilla en el que todos los poetas del grupo leyeron por vez primera en público sus versos.

. La inclusión de todos ellos, junto con algunos poetas anteriores (Machado, Unamuno...), en la Antología preparada por Gerardo Diego en 1932. Esta antología incluía, además de los poemas, una intro­ducción en la que cada poeta exponía su opinión sobre la poesía, lo que sirvió como manifiesto de las nuevas tendencias representadas por el grupo.

Los poetas que forman el grupo son: Pedro Salinas, Jorge Guillén, Federico García Lorca, Rafael Alberti, Vicente Aleixandre, Luis Cernuda, Gerardo Diego, Dámaso Alonso, Emilio Prados y Manuel Altolaguirre.

1 Tendencias generales

En el caso de los poetas del 27, la búsqueda de nuevos temas y for­mas expresivas no llevó consigo una ruptura con el pasado, como ocu­rrió en los movimientos de vanguardia. Por eso, junto a las influencias modernas de las diversas corrientes vanguardistas es visible también el intento de enlazar con la tradición literaria española. De la tradición literaria les interesó especialmente la lírica popular y los romances, los clásicos (Garcilaso, Lope, Góngora...) y los poetas inmediatamente anteriores a ellos (Bécquer, Unamuno, Juan Ramón Jiménez, etc.).

De las vanguardias tomaron algunas técnicas y orientaciones: el verso libre, el culto de la imagen y la metáfora, la poesía pura y deshuma­nizada, los nuevos temas de la vida moderna...

En cuanto a la evolución general del grupo, aun teniendo en cuenta que no todos participan de las mismas afinidades estéticas, se han señalado tradicionalmente tres etapas:

Primera etapa (hasta 1927):

.Influjo de la lírica popular y de la poesía tradicional de cancioneros y romanceros.

.Influencia de la poesía pura, aquella en la que se pretende eliminar la anécdota humana y el sentimiento, en la línea de la poesía desnu­da de Juan Ramón Jiménez, la poesía deshumanizada de Ortega y el antirromanticismo general de las vanguardias. Según esta idea, el único objetivo de la poesía ha de ser la emoción artística, para lo que es ins­trumento fundamental la metáfora.

.Admiración por los clásicos, en especial por el lenguaje artístico y eminentemente poético de Góngora.

Segunda etapa (de 1927 a la guerra civil del 36):

. Proceso de rehumanización y neorromanticismo, con la vuelta a los temas humanos y existenciales.

.Adopción de algunas técnicas y temas del surrealismo, en especial la imagen visionaria o metáfora surrealista.

.Como consecuencia de las circunstancias políticas (República, gue­rra civil), tratamiento de temas sociales por parte de algunos poetas del grupo.

Tercera etapa (después de la guerra):

*En los poetas en el exilio, temas humanos universales y nostalgia de la España lejana.

.En los poetas que permanecieron en España, humanismo angustiado

 Pedro Salinas

Nació en Madrid en 1891. Ejerció como profesor de Literatura en varias universidades europeas y españolas. En 1936 se exilió a Estados Unidos, donde continuó su labor académica. Murió en Boston en 1951. Características generales de su poesía:

Salinas definió su poesía como "una aventura hacia lo absoluto", es decir, un medio de conocimiento para accédér a I`á éséncia dé las cosas y de las experiencias vitales. El propio poeta señaló además los tres elemen­tos fundamentales de su creación: la autenticidad, la belleza y el ingenio. Este último se manifiesta en sus versos mediante juegos de ideas, para­dojas, observaciones sutiles, etc. Se ha definido también la poesía de Salinas como la de "la inteligencia iluminada por el sentimiento".

En cuanto a la forma, la aparente sencillez es fruto de un laborioso proceso de depuración. Destaca su preferencia por el verso corto y sin rima, pero cuidadosamente elaborado, así como los juegos con las estructuras sintácticas y la reiteración de palabras e ideas.

Obras:

. Presagios (1923), Seguro azar (1929), Fábula y signo (1931). Son sus tres primeros libros, en los que es visible la influencia de la poesía pura y de Juan Ramón Jiménez. Son frecuentes los temas futuristas: la máquina de escribir (Underwood girls), la bombilla eléctrica (35 bujías), el mundo del cine, etc.

. La voz a ti debida (1933), Razón de amor (1936), consideradas sus obras más importantes. El tema de las dos es el amor, en un diálogo continuo del «yo» del poeta con el «tú» de la amada. Las situaciones y experiencias concretas de los amantes le sirven al poeta para reflexionar sobre el sentimiento amoroso. El enfoque reflexivo e intelectual que prevalece no excluye el sentimiento ni implica frialdad (alguien ha hablado de “sentimiento pensado” y “pensamiento sentido”). Su visión del amor es claramente antirromántica: la amada no es la enemiga, sino la amiga y confi­dente; el amor no es sufrimiento ni frustración, sino fuente de ale­gría y fuerza misteriosa que da sentido a la vida y al mundo: "¡Qué alegría vivir / sintiéndose vivido...!" El último libro del ciclo amoroso, Largo Lamento, quedó inédito y se publicó tras su muerte.

. El contemplado (1946), Todo más claro (1949), publicados en América, y Confianza (1955), aparecido en España después de su muerte. Es una poesía teñida de dramatismo y angustia por los acontecimientos vividos: (la guerra, el exilio, etc.) Muchos de sus poemas son reflexiones sobre los grandes temas que pre­ocupan al hombre contemporáneo, como el titulado Cero, sobre el horror de la bomba atómica.

Salinas es autor además de una novela (La bomba increíble), de libros de relatos breves (Víspera del gozo y El desnudo impecable) y varias obras de teatro, escritas la mayor parte en el exilio (Judith y el tirano, El director, Los santos).

Son muy conocidas e influyentes sus obras de crítica literaria: Ensayos de literatura hispánica, Literatura española del siglo XX, Jorge Manrique o tra dición y originalidad, La poesía de Rubén Darío y El defensor.

 

 Jorge Guillén

Nació en Valladolid en 1893. Fue profesor de Literatura en distinta: universidades españolas y extranjeras. En 1938 se exilió a Estado: Unidos, donde prosiguió su docencia universitaria. Regresó a Españi tras la muerte de Franco, y en 1977 se le concedió el Premio Cervantes. Murió en Málaga en 1984.

Características generales de su poesía:

A Guillén se la ha venido considerando tradicionalmente como el pro totipo del poeta puro e intelectual. Su poesía, muy elaborada, a veces fría en apariencia, es el resultado de un riguroso proceso de selección y eliminación: aunque parta de situaciones o anécdotas concretas, las suprime para buscar sólo la idea o el sentimiento esencial.

El estilo y el lenguaje están también al servicio de esa búsqueda de lo esencial: supresión de palabras innecesarias, abundancia de sus­tantivos, empleo de metros cortos y estrofas clásicas (la décima)...

Obras:

La concepción orgánica que preside su obra ha movido al pro­pió Guillén a englobar toda su producción en un título global, Aire nuestro, que abarca cinco libros: Cántico, Clamor, Homena­je, Y otros poemas y Final.

. Cántico, su libro esencial, recoge en sucesivas ediciones, la labor poética de treinta años. La primera edición (1928) conte­nía 75 poemas y la última (1950), más de trescientos. Tanto el título -con el significado implícito de alegría y acción de gra­cias- como el subtítulo, Fe de vida, hacen referencia al conte­nido del libro: entusiasmo ante el mundo y la vida, sentimiento de alegría por el simple hecho de ser y estar vivo, cántico a la perfección y maravilla del mundo ("Ser. Nada más. Y basta. / Es la absoluta dicha." ; El mundo está bien hecho".)

Para cantar así a la vida y al mundo, escoge motivos y ele­mentos que sugieren plenitud, armonía y claridad: el mediodía, la cima, la meseta, la redondez, el círculo... Significativa resul­ta así mismo la abundancia de palabras como «más» y «sí», las oraciones exclamativas, etc.

. Clamor, subtitulado Tiempo de historia, se compone de tres libros o partes: Maremágnum (1957), Que van a dar en la mar (1960) y A la altura de las circunstancias (1963). En ciertos aspectos, Clamor -como su título sugiere; grito de protesta y dolor- representa un cambio considerable con respecto a Cántico. Aparecen en él las fuerzas negativas que ensombre­cen el mundo: la muerte, el mal, la injusticia, el desorden, la guerra... Por eso dice en uno de sus versos: "Este mundo del hombre está mal hecho".

.Homenaje (1967), subtitulado Reunión de vidas, recoge poe­mas dedicados a distintos personajes históricos y escritores ilustres.

. Y otros poemas (1973) y Final (1982) contienen las últimas composiciones del poeta, relacionadas casi siempre con las de los libros anteriores.

Merece reseñarse también su libro en prosa Lenguaje y poesía (1962), sobre la lengua poética de diversos escritores.

 

Gerardo Diego

Nació en Santander en 1896. Fue catedrático de Lengua y Literatura en institutos de bachillerato de distintas provincias españolas. En 1979 recibió el Premio Cervantes. Murió en Madrid en 1987. Características generales de su poesía:

Gerardo Diego se hizo eco de todas las tendencias de la poesía de su tiempo. Influido por las vanguardias, no por eso dejó de cultivar las for­mas tradicionales y clásicas. Los temas de su poesía son también muy variados: el amor, la evocación de paisajes, lo religioso, la música...

Obras:

. El romancero de la novia (1918), con claras influencias de Bécquer.

o Imagen (1922) y Manual de espumas (1924), en los que sigue las directrices del creacionismo: poemas que pretenden crear una realidad autónoma, sin referencias precisas a la realidad; imágenes y metáforas sorprendentes; disposición tipográfica y visual del texto.

. Soria (1923) y Versos humanos (1925), libros de temas varios en versos y estrofas de corte clásico y tradicional: sonetos, romances, décimas...

. Fábula de Equis y Zeda (1926-1929), escrita en homenaje a Góngora.

. Poemas adrede (1932), intento de unión entre lo tradicional­barroco y lo moderno-vanguardista.

. En la última etapa de su vida predomina la expresión tradi­cional y clásica de todo tipo de experiencias, en libros como Alondra de verdad (1941), Ángeles de Compostela (1948) y La suerte o la muerte (1963).

 Dámaso Alonso

Nació en Madrid en 1898. Catedrático de Lengua y Literatura, enseñó en varias universidades españolas y extranjeras. Fue presidente de la Real Academia de la Lengua durante doce años. En 1978 te fue con­cedido el Premio Cervantes. Murió en Madrid en 1990.

Características generales de su poesía:

Su poesía es un tanto ajena a los presupuestos estéticos de sus com­pañeros de generación. Frente a la poesía pura y vanguardista, Dámaso Alonso cultivó un tipo de poesía existencial. La visión angus­tiada del mundo, la búsqueda de sentido a la vida, una religiosidad desgarrada... son los temas más frecuentes de sus obras.

Obras:

. Poemas puros, poemillas de la ciudad(1921), El viento y el verso (1924), en los que se une el interés por la poesía pura y el gusto por las cancioncillas tradicionales con temas como el dolor y el desarraigo del hombre ante un mundo adverso.

.Hijos de la ira (1944), obra fundamental en la poesía española de posguerra, que reúne todos los rasgos de la llamada poesía desarraigada: angustia existencial, desacuerdo con el mundo, búsqueda del sentido a ta vida, protesta contra la injusticia y el dolor... Formalmente, el libro está escrito en verso libre y con un lenguaje desgarrado.

.Oscura noticia (T944), Hombre y Dios (1955) y Gozos de la vista (escrito en 1956 y publicado en 1981), sobre sus inquie­tudes religiosas.

Como crítico e investigador, Dámaso Alonso ha escrito también impor­tantes libros: La lengua poética de Góngora, De los siglos oscuros al de Oro, Poesía española contemporánea...

 Vicente Aleixandre

Nació en Sevilla en 1898, pero pasó toda su niñez en Málaga. Desde 1925. su precario estado de salud le mantuvo apartado de toda acti­r+dad que no fuera la literatura. En 1977 le fue concedido el Premio Nobel de Literatura. Murió en Madrid en 1984.

Características generales de su poesía:

Para Aleixandre, la poesía es, ante todo, comunicación. Por eso, el tema central de su obra es el impulso afectivo y solidario hacia la naturaleza y el hombre.

Muy influido por el surrealismo, es característico de su estilo el uso de imágenes visionarias y símbolos oníricos, lo cual confiere a su poesía una notable dificultad. En cuanto a la métrica, emplea el verso libre de corte amplio y solemne.

Obras:

Suelen distinguirse tres etapas en su obra. La primera, domi­nada por la influencia surrealista, comprende los libros siguien­tes: Ambito (1928), neorromántico y sencillo en la forma: Espadas como labios (1932), su libro más difícil, y el más surre­alista también; Pasión de la tierra (1935), conjunto de poemas en prosa; La destrucción o el amor (1935), en el que se pre­senta el impulso amoroso como una vía para la destrucción del hombre y su fusión con la naturaleza; Sombra del paraíso (1944), expresión de la pérdida del paraíso por parte del hom­bre.

A la segunda etapa, con el hombre y su mundo como tema cen­tral, pertenecen los libros siguientes: Historia del corazón (1954), centrado en las realidades humanas en su contexto histórico, con un lenguaje más sencillo; En un vasto dominio (1962) y Retratos con nombre (1965).

La tercera etapa está formada por dos libros, Poemas de la con­sumación (1968) y Diálogos del conocimiento (1974), medita­ciones sobre sí mismo y su obra, y en los que vuelve a usar algunos procedimientos surrealistas de su juventud.

 Federico García Lorca

Nació en Fuentevaqueros (Granada) en 1898. Estudió Derecho y Filosofía y Letras en Madrid, donde conoció a los más destacados escritores y artistas del momento, particularmente durante su estan­cia en la Residencia de Estudiantes. En 1929 realizó un viaje a Nueva York, decisivo en su obra poética. En 1932 fundó una compañía tea­tral, La Barraca, con la intención de llevar a los pueblos el teatro clá­sico español. Murió asesinado en Granada en agosto de 1936, en los primeros días de la guerra civil.

Características generales de su poesía:

Hay dos mundos en la poesía de Lorca: uno alegre y vital, con el fol­klore y la tradición popular andaluza como eje; otro, dramático y amar­go, marcado por el tema del destino trágico, la frustración y la impo­sibilidad de realización personal.

Formalmente, su inspiración y su fina intuición artística van unidas a un dominio total de las técnicas y recursos de la poesía: el ritmo y la músi­ca de la poesía popular, los más originales procedimientos vanguardis­tas, las estrofas clásicas y el verso libre, la creación de metáforas...

Obra poética:

. Libro de poemas (1921), con influencias modernistas, así como de Bécquer, Machado y Juan Ramón Jiménez.

. Canciones (1927), en el que los motivos del folklore popular y de las canciones tradicionales infantiles no esconden los temas de la frustración y del destino trágico, como en la famo­sa Canción del jinete.

*Poema del Cante Jondo (1931). Los motivos más sombríos del cante popular andaluz sirven a Lorca para proyectar sus propias angustias.

. Romancero gitano (1928). Los gitanos, seres marginados en un mundo hostil, funcionan en el libro como símbolos del des­tino trágico y de la imposibilidad de realización personal. En cuanto a la forma, el libro representa la fusión de lo culto (metá­foras insólitas y vanguardistas) con lo popular (empleo de la vieja estrofa del romance).

. Poeta en Nueva York (1940, elaborado entre 1929 y 1930), escrito a consecuencia de la estancia del poeta en aquella ciu­dad, es el libro más importante del surrealismo español. En él refleja, por medio de imágenes complejas y a veces oscuras, la impresión que le causó la moderna civilización industrial: "Geometría y angustia", según sus propias palabras. Todos los poemas expresan su desgarrada protesta contra la vida des­humanizada y el poder del dinero, contra la injusticia social (sim­bolizada en los negros del barrio de Harlem) y la barbarie meca­nizada de un mundo sin raíces.

. Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías (1935), ele­gía fúnebre compuesta a raíz de la muerte del torero Ignacio Sánchez Mejías, amigo del poeta.

. Diván del Tamarit (1936), poemas compuestos al estilo de las primitivas canciones arábigo-andaluzas.

. Sonetos del amor oscuro, escritos entre 1935 y 1936 y que no han sido publicados hasta 1986.

Obra teatral:

Aparte de la experiencia de La Barraca, Lorca compuso importantes obras teatrales, especialmente a partir de 1930. El tema central de sus obras se ha definido de varias formas: "el mito del deseo imposible", "el conflicto entre la realidad y el deseo", "el enfrentamiento entre el principio de autoridad y el principio de libertad", la frustración. Este conflicto nace del choque entre un individuo, normalmente una mujer, y las fuerzas externas que ahogan o impiden su realización personal, con el consiguiente desenlace de frustración.

Se ha calificado también su teatro como teatro poético, no sólo por las cualidades líricas del lenguaje y el uso del verso, sino porque cada obra se concibe como un largo poema dramático.

Sus principales obras son:

. El maleficio de la mariposa (1919), su primera obra, en verso, que no obtuvo éxito.

. Dos farsas para teatro de guiñol: Tragicomedia de Don Cristóbal y la señá Rosita (1922) y Retablillo de Don Cristóbal (1931), en las que los muñecos interpretan dos versiones de la misma fábula.

. Dos farsas para personas: La zapatera prodigiosa (1930) y Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín (1933). La pro­tagonista de la primera, una joven hermosa casada con un zapa­tero viejo, representa, según Lorca, "el mito de nuestra pura ilu­sión insatisfecha" o "la lucha entre la realidad y la fantasía".

. Un drama histórico en verso, Mariana Pineda (1927), sobre la heroína que murió ajusticiada en Granada en 1831 por bordar una bandera liberal.

. Dos obras calificadas por el autor como comedias imposibles por las dificultades de representación, con numerosos compo­nentes surrealistas: El público y Así que pasen cinco años.

. Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores (1936), drama ambientado en Granada en 1900, sobre la espera inútil del amor por parte de la protagonista.

.Tres tragedias, que representan la plenitud de su teatro: -Bodas de sangre (1933), basada en un hecho real, sobre una pasión amorosa que desborda las normas sociales y los odios familiares, pero que conduce a la muerte a sus protagonistas. -Yerma (1934), tragedia de la mujer estéril que ve frustrada así su realización personal, cifrada únicamente en ser madre.

-La casa de Bernarda Alba (1936), que presenta el conflicto entre el autoritarismo de Bernarda Alba y el deseo de libertad de sus cinco hijas, condenadas por la madre a ocho años de luto y reclusión en casa. La obra termina con el suicidio de la hija menor al intentar rebelarse y la sumisión de las demás a la voluntad materna.

 

Rafael Alberti

Nació en Puerto de Santa María (Cádiz) en 1902. En 1917 se traslada con su familia a Madrid, donde en un principio se dedicó a la pin­tura. Afiliado al Partido Comunista en los años de la República, parti­cipó activamente en actos políticos durante la guerra civil. Al acabar ésta, se exilió, en Argentina hasta 1962, y en Roma hasta 1977, año en que regresó a España. En 1983 obtuvo el Premio Cervantes.

Características generales de su poesía:

La principal es la variedad de estilos y temas: lo tradicional y lo van­guardista, lo popular y lo culto. Aun así, suelen distinguirse dos etapas bien diferenciadas en su poesía: una primera, popular y vanguardista; y una segunda, a partir de los años de la República (1931), de poesía civil y comprometida, al servicio de sus ideas políticas. A éstas podría añadirse una tercera, la del exilio, de carácter más heterogéneo.

Obra poética:

. Marinero en tierra (1924), cuyo tema central es la nostalgia de¡ mar gaditano de su infancia. Predominan las estrofas bre­ves de raíz popular, junto con algunos sonetos.

.La amante (1925), escrito durante un viaje por Castilla, tam­bién en breves poemas a la manera tradicional.

. El alba del alhelí (1927), muy semejante al anterior.

*Cal y canto (1929), con algunos temas futuristas (Madrigal al billete del tranvía) y un lenguaje mezcla de barroquismo culto (Góngora) y vanguardismo.

. Sobre los ángeles (1929), expresión de una profunda crisis espiritual sufrida por Alberti en aquella época. Valiéndose de las técnicas surrealistas; se sirve de extraños ángeles para per­sonificar sus sentimientos de desesperanza, dolor, tristeza... Los mismos procedimientos aparecen en Sermones y moradas (1935).

. El poeta en la calle (1931-1936), De un momento a otro (1932­1938) y Entre el clavel y la espada (1939-1940) conforman la etapa de su poesía civil al servicio de la causa republicana, sobre temas sociales, a veces con un carácter meramente pro­pagandístico de sus ideas políticas.

. Ya en el exilio, escribió los siguientes libros: A la pintura (1945), sobre temas y obras de pintores famosos; Retornos de lo vivo lejano (1952), evocaciones nostálgicas del pasado y de la patria lejana; Roma, peligro para caminantes (1968).

Obra teatral:

Dentro de una línea de teatro renovador, Alberti es autor de varias obras:

El hombre deshabitado (1930), de carácter surrealista.

.Fermín Galán (1931), ejemplo de teatro político, sobre el capitán del mismo nombre, héroe republicano que murió fusilado.

.Noche de guerra en el Museo del Prado (1956), protagonizada por personajes de diversos cuadros del museo que dialogan sobre la gue­rra civil y la resistencia de Madrid ante el asedio de los nacionales.  El trébol florido (1940), El adefesio (1944) y La Gallarda (1944).

 

 Luis Cernuda

Nació en Sevilla en 1902, en cuya universidad tuvo como profesor a Pedro Salinas. En 1928 marchó a Madrid. En 1938 se exilió de España. Vivió en Inglaterra, Estados Unidos y México, países en los que ejer­ció como profesor universitario. Murió en México en 1963.

Características generales de su poesía:

Tema central de su poesía (consecuencia de su personalidad soli­taria y retraída) es la expresión de su íntima insatisfacción ante la vida: choque entre su deseo de realización personal y los límites impuestos por el mundo, el conflicto entre la realidad y el deseo (título dado a sus poesías completas). Otros temas frecuentes son el amor (sin ocultar su condición homosexual), la evocación de la infancia y la adolescencia, ciertos temas sociales y políticos (la guerra, el exilio), el ansia de belleza perfecta...

En cuanto a la forma, prefiere la 'música. callada" a los ritmos dema­siado marcados (de ahí su gusto por "el lenguaje hablado y el tono coloquial") y utiliza generalmente el verso libre.

 

Obras:

El propio autor reunió el conjunto de su producción bajo un títu­lo común: La realidad y el deseo.

. Perfil del aire (1924-1927), en la línea de la poesía pura.

. Égloga, elegía, oda(1927-1928), libro inspirado en la poesía clásica, especialmente en Garcilaso.

. Un río, un amor (1929) y Los placeres prohibidos(1931), influi­dos los dos por el surrealismo.

. Donde habite el olvido (1932-1933), título inspirado en un verso de Bécquer, e Invocaciones (1934-1935), sobre sus sentimien­tos de desilusión y frustración.

. Las nubes (1937-1940), escrito ya, como los siguientes, en el exilio.

.Como quien espera el alba(1941-1944), Vivir sin estar vivien­do(1944-1949), Con las horas contadas (1950-1956) y Desola­ción de la quimera (1956-1962), cuyos títulos hacen clara refe­rencia a los temas de los que tratan.

Cernuda escribió también dos libros de prosa poética (Ocnos y Variaciones sobre un tema mexicano) y varios ensayos de crítica literaria (Poesía y literatura y Estudios sobre poesía española contemporánea).

 

Otros poetas del 27

Emilio Prados (Málaga, 1899-México, 1962), fundador, junto con Altolaguirre, de la revista Litoral, es autor, entre otros, de los libros siguientes: Tiempo (1925), Canciones del farero (1927), El llanto sub­terráneo (1936), Llanto en la sangre (1937), Mínima muerte (1944),Jardín cerrado (1946) y La sombra abierta (1961).

Manuel Altolaguirre (Málaga, 1905-Burgos, 1959) escribió Las islas invitadas y otros poemas (1926), Ejemplo (1927), Poesía (1930-1931), Soledades juntas(1931), La lenta libertad (1936), Fin de un amor (1949) y Poemas de América (1955).

4.5 Miguel Hernández

La obra de Miguel Hernández, considerado como genial epígono del 27, sirve de puente y transición entre la poesía de la Generación del 27 y la de posguerra.

Nació en Orihuela (Alicante) en 1910. De familia humilde, fue pastor de cabras en su niñez, pero ya a los dieciséis años escribe sus pri­meros versos, fruto de la lectura de los clásicos. En 1934 se trasladó a Madrid, donde hizo amistad con Pablo Neruda y otros poetas. Durante la guerra civil se alistó como voluntario del lado republicano. Al termi­nar la guerra fue encarcelado, y en la cárcel de Alicante murió, de tuberculosis, en 1942.

Obra poética:

. Perito en lunas (1933), compuesto por 42 octavas reales y es­crito en un lenguaje barroco y gongorino.

. El rayo que no cesa (1936), expresión ya de los temas y pro­cedimientos más personales: el amor, visto como un deseo insatisfecho, como un cuchillo que no deja de hundírsele en el cora­zón; la vida, amenazada por el rayo de la muerte. El libro se compone sobre todo de sonetos, y el lenguaje, a pesar de las metáforas sorprendentes, es menos barroco que en Perito en lunas. La composición más famosa del libro es la Elegía a Ramón Sijé, en tercetos encadenados, escrita a la muerte de su amigo.

. Viento del pueblo (1937), escrito durante la guerra (algunos de los poemas fueron compuestos para ser recitados en las trin­cheras), inicia un tipo de poesía social, reflejo de sus ideas polí­ticas de compromiso con la causa popular.

. El hombre acecha (1938), sobre los sufrimientos de la guerra, con un lenguaje cada vez más sencillo.

. Cancionero y romancero de ausencias(1938-1941), escrito en la cárcel. Es una poesía de versos cortos y con un lenguaje sencillo, sobre temas entrañables y dolorosos para el autor: el amor a la esposa y al hijo ausentes, la nostalgia, la guerra... Destaca entre todos el poema titulado Nanas de la cebolla.

 

5 La literatura desde 1939

Se distinguen tres grandes etapas:

.La década de los cuarenta (hasta 1950, aproximadamente), carac­terizada por el aislamiento cultural y político del país, la ruptura con el pasado literario como consecuencia de la guerra civil, el exilio de buena parte de los escritores y la imposición de una severa censura. En gene­ral, predomina una literatura de tipo existencial.

.La década de los cincuenta, dominada por una literatura neorrea­lista, el llamado realismo social.

.A partir de los sesenta, en que se impone una literatura de carác­ter renovador y experimental.

 

 5.1 La novela desde 1939

1 La novela en los años cuarenta .La novela existencial

Características: temas referidos a la miseria y sordidez de la vida coti­diana, la frustración y la angustia personal, la inadaptación social, la soledad y la muerte; personajes desarraigados, desorientados o mar­ginados; técnicas narrativas de la novela realista tradicional.

Carmen Laforet (1921). Su novela Nada (1945) ofrece un retrato de la vida sórdida y monótona de los años de posguerra en Barcelona a través de las experiencias de la protagonista, Andrea, en su primer año como estudiante universitaria.

Miguel Delibes (Valladolid, 1920), con su primera novela, La sombra del ciprés es alargada (1948).

La obra de Delibes, que continúa hasta nuestros días, es la propia de un hombre de talante ético y sencillo comprometido con los problemas de su tiempo. La vida rural de los pueblos de Castilla, la mentalidad de las clases medias provincianas, el mundo de los niños y la vida de las gentes humildes y marginadas constituyen los temas más fre­cuentes de sus novelas, sin olvidar su preocupación por la naturale­za, en peligro por culpa de un progreso indiscriminado. Lo entrañable de sus personajes, la sobriedad y sencillez de su estilo, la recupera­ción de un léxico rural o en desuso genuinamente castellano son otros tantos rasgos característicos suyos.

 

.La novela tremendista

Características: ambientes, situaciones y personajes de gran dureza y violencia.

Camilo José Cela (Iria Flavia, La Coruña, 1916) y su primera novela, La familia de Pascual Duarte (1942). El protagonista, Pascual Duarte, un campesino extremeño, relata su vida en primera persona, mientras espera en la cárcel a ser ejecutado. El ambiente de miseria, sordidezy brutalidad en que ha vivido desde la infancia es presentado como la causa de su carácter violento y de los crímenes que ha cometido. 3!ras novelas de Cela en los años cuarenta son Pabellón de reposo '9"). protagonizada por un grupo de enfermos tuberculosos inter­-ados en un sanatorio, y Nuevas andanzas y desventuras de Lazarillo de Tormes (1944), escrita a imitación de la novela picaresca. De esta época -1948- es también su famoso Viaje a la Alcarria.

-:>da la obra de Cela (Premio Nobel de Literatura en 1989) se carac­:enza por la visión amarga y pesimista del mundo y de la vida, la defor­-ación esperpéntica de la realidad, el humor desgarrado, la renova­con constante de las técnicas narrativas y la maestría en el dominio ae la lengua.

 

. La novela realista tradicional

Ignacio Agustí (1913-1974), autor de La ceniza fue árbol, conjunto de cinco novelas conocidas popularmente como "La saga de los Rius", entre las que destacan Mariona Rebull (1944) y El viudo Rius (1945). Juan Antonio de Zunzunegui (1901-1982), con obras como ¡Ay..., estos hijos!(1943) y El barco de la muerte (1945).

La novela en los años cincuenta

La corriente dominante es la del realismo social (o neorrealismo, o realismo crítico), cuyas características principales son las siguientes: . La novela se concibe como testimonio directo del momento histórico y como un instrumento de denuncia social y política (novela compro­metida).

.Objetivismo: la función del novelista consiste en registrar con total objetividad hechos y conductas externas de personas o grupos, sin comentarios ni valoraciones personales, como si de una cámara cine­matográfica se tratase (desaparición del autor).

. Preferencia por la estructura sencilla y la narración lineal, siguien­do el orden cronológico de los hechos.

. La acción suele transcurrir en un corto espacio de tiempo (unas horas, unos pocos días a lo sumo).

.Importancia fundamental del diálogo, única forma de expresar el inte­rior de los personajes.

. Protagonista representativo de una clase o grupo social; el propio grupo es, con frecuencia, el protagonista (personaje colectivo).

. Lenguaje sencillo, accesible al gran público.

.Temas: la sociedad española de la época, con un propósito implíci­to de denuncia de las injusticias sociales, particularmente en los ámbi­tos siguientes: el mundo rural (Los bravos, de Jesús Fernández Santos); el mundo del trabajo y de las relaciones laborales (Central eléctrica, de López Pacheco, o La mina, de López Salinas); la vida urbana, en especial de las clases bajas y medias (La colmena, de Cela, o El Jarama, de Sánchez Ferlosio); el mundo burgués, frívolo y pro­vinciano (Juegos de manos, de Juan Goytisolo).

 

 

. Principales autores y obras:

C. J. Cela. Publicó en 1951 (en Buenos Aires, por razones de censu­ra) La colmena, precursora de toda la corriente de novela social. La acción, centrada en un café, transcurre durante tres días en el Madrid triste y desolado de la posguerra, y los más de trescientos personajes -protagonista colectivo- sirven para ofrecer una visión global de la vida cotidiana y de la sociedad española de los años cuarenta. For­malmente, la novedad más llamativa es la estructura circular: la acción, siempre dando vueltas sobre lo mismo, sin apenas progreso, se fragmenta en breves escenas o secuencias que sólo al reunirlas adquie­ren sentido completo. (De esta misma época, aunque de muy distinta tendencia, son Mrs. Caldwell habla con su hijo, monólogo de una mujer ante su hijo muerto, y La catira, cuya acción se situa en Venezuela.)

M. Delibes. Aunque sin seguir estrictamente las directrices del realis­mo social, Delibes escribió en estos años algunas de sus novelas más conocidas: El camino (1950), que relata el despertar a la vida de su protagonista, Daniel el Mochuelo, un niño de once años que, la noche anterior a su marcha del pueblo para ir a estudiar el bachillerato a la ciudad, recuerda los episodios más importantes de su vida hasta enton­ces; Mi idolatrado hijo Sisí(1953), crítica de la burguesía provinciana; Diario de un cazador (1955), protagonizada por un bedel del ¡instituto de una pequeña ciudad; La hoja roja (1959), sobre la soledad de un jubilado; Las ratas (1962), reflejo de la dura vida en un pueblo caste­llano.

Ignacio Aldecoa (1925-1969). Es autor de dos volúmenes de magní­ficos cuentos, así como de tres novelas, escritas en una prosa excep­cional: El fulgor y la sangre (1954), historia de cinco mujeres, esposas de otros tantos guardias civles; Con el viento solano (1956), sobre el mundo de los gitanos; Gran Sol (1957), sobre los pescadores de altu­ra; Parte de una historia (1967), sobre los pescadores de bajura.

Rafael Sánchez Ferlosio (1927). Después de una novela de tema fan­tástico (Industrias y andanzas de Alfanhuí, 1951), publicó en 1956 El Jarama, novela emblemática del realismo social: escrupuloso objeti­vismo del autor; protagonista colectivo: un grupo de jóvenes madrile­ños que acude al río Jarama a pasar un día de fiesta; tiempo reduci­do (unas doce horas); argumento sin apenas interés (las pequeñas peripecias del grupo); importancia fundamental del diálogo, que reco­ge de forma modélica el habla coloquial. Y como tema de fondo, el aburrimiento, la rutina y el vacío de la vida de ese grupo de jóvenes y, por extensión, de la juventud española de la época.

Jesús Fernández Santos (1926-1988). Su novela Los bravos (1954) tiene también un protagonista colectivo: los habitantes de un pueblo de la montaña leonesa, cuya dura vida es un fiel reflejo de la socie­dad rural española. Merece destacarse también su libro de cuentos Cabeza rapada (1958).

 

Ana María Matute (1926). Una tierna sensibilidad y un estilo próximo a lo poético son las principales características de sus novelas: Fiesta al noroeste (1953), Pequeño teatro (1954), Los hijos muertos (1958) y Primera memoria (1960). Es muy conocida también por sus libros de cuentos (Algunos muchachos, por ejemplo).

Carmen Martín Gaite (1925). Su novela Entre visillos (1958) es un retra­to crítico de la vida de la clase media en una ciudad de provincias.

José Manuel Caballero Bonald (1926). En Dos días de septiembre (1962) relata la vida de los trabajadores de la vendimia de la comarca de Jerez durante un corto espacio de tiempo, como su título indica.

Alfonso Grosso (1928-1994). Su novela La zanja (1961) es un per­fecto testimonio de la vida cotidiana en un solo día -tiempo reducido­en un pueblo andaluz.

Juan García Hortelano (1928-1992). La crítica de la burguesía y las técnicas objetivistas son los aspectos más destacados de sus nove­las Nuevas amistades (1959) y Tormenta de verano (1961).

Juan Goytisolo (1931). Juegos de manos (1954) ofrece una visión muy crítica de la juventud universitaria burguesa. Después de Duelo en el paraíso (1955), sobre las secuelas de la guerra civil en un grupo de niños, publicó, en la línea del realismo crítico, El circo (1957), Fiesta (1958), La resaca (1958) y La isla (1961).

Otros novelistas de interés que, sin estar adscritos a la corriente del realismo social, publican alguna de sus obras en los años cincuenta son los siguientes:

Gonzalo Torrente Ballester (1910). Su trilogía Los gozos y las som­bras, compuesta por El señor llega (1957), Donde da la vuelta el aire (1960) y La Pascua triste (1962) constituye un relato magistral de la vida en una población gallega en los años anteriores a la guerra civil del 36.

Álvaro Cunqueiro (1912-1981). La fantasía desbordante y la presen­cia de mitos y elementos mágicos es lo más característico de sus nove­las, como Merlín y familia (1957), Crónicas del sochantre (1959) o Las mocedades de Ulises (1960).

José María Gironella (1917). En 1953 publicó la primera novela, Los cipreses creen en Dios, de una trilogía dedicada a contar en forma novelada la vida española antes, durante y después de la guerra civil. (Las dos restantes novelas se publicaron posteriormente: Un millón de muertos, en 1961, y Ha estallado la paz, en 1966.)

 La novela a partir de los años sesenta

A lo largo de esta década, al tiempo que se va produciendo un recha­zo creciente de la novela social, tiene lugar un proceso de renovación narrativa. Dos eran las acusaciones principales contra los novelistas sociales de los cincuenta: la inutilidad de su concepción de la litera­tura como instrumento de cambio social y el empobrecimiento de la calidad artística.

Aparece así un tipo de novela experimental, más preocupada por los aspectos formales y lingüísticos del relato que por la reproducción obje­tiva de la realidad: el cómo se cuenta tiene tanto interés como lo que se cuenta.

En este cambio de rumbo influyeron de manera determinante tres fac­tores:

. El conocimiento de los grandes novelistas europeos y norteamerica­nos del siglo xx, auténticos renovadores del género.

. El descubrimiento de la nueva novela hispanoamericana, con dos obras claves: La ciudad y los perros (1962), de Mario Vargas Llosa, y Cien años de soledad(1967), de Gabriel García Márquez.

. La publicación, en 1962, de Tiempo de silencio, de Luis Martín Santos, obra que señala el comienzo de una nueva etapa de la novela española.

 Principales autores y obras:

Luis Martín Santos (1924-1964). Con su obra Tiempo de silencio (1962), de fuerte contenido social, incorpora definitivamente a la nove­la española las técnicas narrativas modernas. En ella, tanto como el argumento en sí -el fracaso vital de un joven médico dedicado a la investigación que, tras ser encarcelado por su implicación involunta­ria en una operación de aborto ilegal, abandona la ciencia para ejer­cer de médico rural-, interesan los procedimientos formales: la origi­nalidad del tratamiento, muy lejos del realismo objetivo; el enfoque irónico, producto de la inadecuación entre lo que se cuenta y la forma de contarlo; el lenguaje barroco y cultista; el empleo del monólogo inte­rior; las digresiones culturalistas sobre diferentes aspectos de la men­talidad y las costumbres españolas, etc. En la novela, además, apa­recen reflejadas las diferentes clases sociales de la España de los cincuenta, desde la alta burguesía al mundo de las chabolas de los suburbios madrileños.

Juan Goytisolo. La radical renovación de las técnicas narrativas y el uso de los más variados recursos estilísticos (cambios del punto de vista narrativo, desorden temporal, páginas sin puntuación, empleo de textos periodísticos o recortes publicitarios, etc.), junto con la visión crítica de España, constituyen las principales características de sus novelas: Señas de identidad (1966), sobre el regreso de un exiliado a España en busca de sus raíces o señas de identidad; Reivindicación del conde Don Julián (1970); Juan sin tierra (1975).

Juan Marsé (1933). Combina la denuncia y el realismo social con los procedimientos narrativos más originales en sus novelas Últimas tar­des con Teresa (1966), La oscura historia de la prima Montse(1970) y Si te dicen que caí (1973), las tres ambientadas en Barcelona.

Juan Benet (1927-1993). La mayor parte de sus novelas, escritas en un estilo barroco y de una gran complejidad estructural, transcurren en un espacio mítico denominado Región: Volverás a Región(1967), Una meditación (1970), Una tumba (1971), Un viaje de invierno (1972), La otra casa de Mazón (1973) y, más recientemente, El aire de un cri­men (1980) y Herrumbrosas lanzas (1983), trilogía localizada en la guerra civil, que no llegó a terminar.

También los novelistas mayores contribuyeron a la renovación expe­rimental de la novela en esta época:

M. Delibes: Cinco horas con Mario (1966), que recoge en forma de extenso monólogo interior los pensamientos de Carmen durante las cinco horas de velatorio ante el cadáver de su marido, Mario. En esas cinco horas, Carmen, prototipo de la mujer de clase media provincia­na, mediocre y convencional, recuerda los años de vida en común con Mario, hombre de talante abierto y liberal. Carmen y Mario represen­tan, respectivamente, a las dos Españas, la tradicional y la progresis­ta. Otras novelas de Delibes de este período son Parábola del náu­frago (1969), Las guerras de nuestros antepasados (1975) y El disputado voto del señor Cayo (1978). Y ya en época más reciente, Los santos inocentes (1981).

C. J. Cela: San Camilo 1936 (1969), largo e ininterrumpido monólogo interior en el Madrid de comienzos de la guerra; Oficio de tinieblas 5, compuesta por 1.194 fragmentos sin argumento ni protagonista pro­piamente dichos. Otras novelas posteriores de Cela son Mazurca para dos muertos (1983) y Cristo versus Arizona (1988).

G. Torrente Ballester: La saga/fuga de J.B. (1972), novela sumamente experimental en torno a cuyo cambiante protagonista se narran mil años de historia de una imaginaria ciudad gallega. El tratamiento fan­tástico del tiempo y de espacio, la complicadísima trama, la continua presencia de elementos mágicos y míticos, la imaginación desbordante y el empleo de todo tipo de recursos narrativos son algunos de sus rasgos característicos.

 Los últimos novelistas

En los últimos años, aproximadamente a partir de 1975, se observa un paulatino alejamiento del experimentalismo, junto con un cierto retor­no a planteamientos más tradicionales. El argumento, el placer de con­tar una historia, vuelve a convertirse en el centro de interés. No exis­te, ni mucho menos, una tendencia única. Al contrario, acaso sea la variedad de estilos, de temas y de planteamientos narraticos en gene­ral -la libertad, en suma- lo más definitorio de este período.

Algunos de los autores más destacados son los siguientes:

Eduardo Mendoza: La verdad sobre el caso Savolta (1975), novela situada en la Barcelona de 1917-1920; El misterio de la cripta embru­jada(1979); La ciudad de los prodigios (1986).

Manuel Vázquez Montalbán, autor de una serie de novelas cons­truidas al estilo de la novela negra americana.

Francisco Umbral: Mortal y rosa (1975).

Álvaro Pombo: El héroe de las mansardas de Mansard (1983). .

Luis Mateo Díez: La fuente de la edad (1986).

Félix de Azúa: Diario de un hombre humillado (1987).

Julio Llamazares: Luna de lobos (1985).

.Luis Landero: Juegos de la edad tardía (1989).

.Antonio Muñoz Molina: El invierno en Lisboa (1987) y Eljinete pola­co (1991).

 

La novela del exilio

Con la victoria nacionalista en la guerra civil (1936-1939), numerosos escritores simpatizantes de la causa republicana tuvieron que empren­der el camino del exilio, la mayoría hacia países sudamericanos. Y en el exilio, en precarias condiciones a veces, continuaron escribiendo y publicando.

De la extensa nómina de novelistas exiliados destacan los siguientes:

Ramón J. Sender (1901-1982). Antes de la guerra había publicado ya varias novelas, en la línea del realismo crítico y de denuncia: Imán (1930), O.P. (1931), Siete domingos rojos (1932) y Mr. Witt en el Cantón (1935). Sus novelas del exilio, muy numerosas (unas cuaren­ta), son de temática muy variada: de tema americano, como Epitalamio de Prieto Trinidad (1942) y La aventura equinoccial de Lope de Aguirre; de carácter autobiográfico, como Crónica del alba (1942-1966), su obra más conocida, compuesta de nueve novelas; de tendencia simbólica, como El rey y la reina (1949). Mención especial merece Réquiem por un campesino español (1953), sobre el tema de la guerra civil: Mosén Millán, el cura de un pueblo aragonés, mientras se prepara para cele­brar un funeral por la muerte de Paco el del molino, evoca la vida y la muerte de este muchacho, víctima de los odios desatados por la gue­rra.

Arturo Barea (1897-1957). Es conocido por su trilogía La forja de un rebelde (1951), mezcla de autobiografía y novela histórica. Los títulos de las tres novelas son: La forja, La ruta y La llama.

Max Aub (1903-1972). Sobre la guerra civil escribió Campo cerrado (1943), Campo abierto (1951), Campo de sangre (1945), Campo del Moro (1963) y Campo de los almendros (1968). Otras novelas suyas son La calle de Valverde (1961), sobre el Madrid de los años veinte, y Jusep Torres Campalans (1958), biografía de un pintor vanguardis­ta ficticio.

Francisco Ayala (1906). Entre sus novelas, de enfoque moral y satí­rico sobre los problemas humanos, destacan Muertes de perro (1958) y El fondo del vaso (1962). Es autor también de libros de relatos: Los usurpadores (1949), La cabeza del cordero (1949), El jardín de las delicias (1971).

Manuel Andújar (1913), autor de la trilogía Vísperas, sobre la socie­dad española anterior a la guerra: Llanura (1947), El vencido (1949) y El destino de Lázaro (1959).

Corpus Barga, seudónimo de Andrés García de la Barga (1887-1957), conocido por Los pasos contados, título general de sus memorias, en varios volúmenes, el más importante de los cuales es Los galgos ver­dugos (1973).

Rosa Chacel (1898-1994), autora de novelas como Memorias de Leticia Valle (1946), La sinrazón (1960) y Barrio de Maravillas (1976).

 

 Los grandes renovadores de la novela en el siglo xx .

Marcel Proust (1871-1922). Su obra En busca del tiempo perdido (1913-1927), compuesta por siete novelas (Por el camino de Swan y A la sombra de las muchachas en flor son los títulos de las dos pri­meras), constituye una referencia inexcusable en la narrativa del siglo xx. En ella, el autor francés reconstruye a través de la memoria, lenta y minuciosamente, todo lo que fue su pasado.

La descripción lenta y morosa de emociones y sensaciones, la capa­cidad de observación y autoanálisis, el ritmo lento y moroso son algu­nas de las cualidades más destacadas de sus novelas.

.Thomas Mann (1875-1955). El autor alemán es el creador de la nove­la intelectual o novela-ensayo, en la que la acción se supedita a la digresión y la teorización. Entre sus obras, destacan Los Buddenbrook (1901), La montaña mágica (1924) y Doctor Faustus (1947).

o Franz Kafka (1883-1924). Kafka, judío checo de cultura alemana y religión protestante, es el iniciador de una novela de carácter simbóli­co y alegórico, totalmente alejada de las tendencias realistas, en la que la angustia del hombre ante lo absurdo del mundo moderno cons­tituye el tema fundamental. Fantasías desoladoras y mundos ago­biantes de pesadilla son el marco de sus novelas, entre las que sobre­sale La metamorfosis (escrita en 1912), sobre un modesto empleado que una mañana se despierta convertido en un insecto. Otros títulos son El proceso y El castillo.

.James Joyce (1888-1941). Sin duda el renovador más importante desde el punto de vista formal y de las técnicas narrativas es el irlan­dés James Joyce. Su novela Ulises, publicada en 1922, es la obra más revolucionaria y experimental del siglo xx. En ella, más que el argu­mento -dieciocho horas de un día cualquiera en la vida de dos perso­najes, Leopold Bloom y Stephen Dédalus-, interesa la forma como está contada: uso de las más variadas técnicas, como el monólogo interior o el contrapunto; estilo con multitud de registros y recursos, etc.

Otros importantes renovadores de la novela son los narradores nortea­mericanos de la llamada «lost generation» o generación perdida: William Faulkner, Scott Fitzgerald, John dos Passos, Ernest Hemingway. Destaca especialmente entre ellos W. Faulkner, autor de El ruido y la furia (1929), Santuario (1931) y ¡Absalón, Absalón! (1936).

Por último, cabe citar la novela existencialista del francés Albert Camus: El extranjero (1942) y La peste (1947).

 

    1. La poesía desde 1939

 La poesía en los años cuarenta En los primeros años de la posguerra, se distinguen dos tendencias poéticas:

La poesía clasicista, llamada por Dámaso Alonso poesía arraigada por su visión serena y ordenada del mundo, que se dio a conocer a través de la revista Garcilaso, fundada en 1943; de ahí que se conoz­ca a estos poetas como garcilasistas. Inspirada en los clásicos del Siglo de Oro, esta poesía se caracteriza por los siguientes rasgos: deseo de belleza formal; temas tradicionales (el sentimiento religioso, el amor, el paisaje...); uso de estrofas y metros clásicos, especialmente el endecasílabo y el soneto.

Dentro de esta tendencia suele encuadrarse buena parte de la obra de los poetas de la llamada generación de 1936 (en la cual se inclu­ye en ocasiones a Miguel Hernández: véase pág.44), que tienen como principal característica en común la rehumanización de la poesía:

. Luis Rosales (1910): Retablo de Navidad (1940) y La casa encen­dida (1949), este último en forma de largos poemas en versículos y no en estrofas clásicas. Obras posteriores suyas son Rimas (1951), El contenido del corazón (1969) y Canciones (1973).

. Leopoldo Panero (1909-1962): La estancia vacía (1944), Versos del Guadarrama (1945) y Escrito a cada instante (1949), libros centrados en lo religioso, el paisaje y la familia.

.Luis Felipe Vivanco (1907-1975): Tiempo de dolor(1940), Continua­ción de la vida(1949) y El descampado (1957).

. Dionisio Ridruejo (1912-1975): Sonetos a la piedra (1943) y Elegías (1948).

. Rafael Morales (1919): Poemas del toro (1943), El corazón y la tie­rra (1946), Los desterrados (1947) y Canción sobre el asfalto (1954).

La poesía desarraigada, de tono existencial, cuyo tema central es el hombre visto en su circunstancia histórica. Frente al formalismo y el esteticismo garcilasista, esta es una poesía de estilo bronco y apa­sionado, directo y desgarrado (por eso fue calificada también como poesía tremendista).

Los poetas de esta tendencia se agruparon en torno a la revista Espadaña, fundada en 1944 en León por Victoriano Crémer, Eugenio de Nora y Antonio G. de Lama. Destaca entre ellos José Luis Hidalgo (Los muertos, 1947).

La máxima expresión de esta poesía desarraigada es sin duda el libro de Dámaso Alonso Hijos de la ira, publicado en 1944 (véase pág. 40).

Al margen de estas dos corrientes, merecen destacarse en los años cuarenta los poetas siguientes:

José Máría Valverde (1926). En sus primeros libros predomina el tema religioso: Hombre de Dios (1945), La espera (1949), Versos del domin­go (1954).

.José Hierro (1922). Su poesía, intimista en sus primeros libros, como Tierra sin nosotros (1947) o Con las piedras, con el viento (1950), se abre luego hacia lo testimonial y social, siempre con una forma de gran belleza: Quinta del 42 (1952), Cuanto sé de (1959), Libro de las alucinaciones(1964).

. Carlos Edmundo de Ory, fundador del Postismo (abreviatura de Postsurrealismo), con la intención de recuperar la poesía vanguardis­ta.

. El grupo Cántico de Córdoba (Pablo García Baena, Ricardo Moli­na...), que propugna una poesía basada en el esteticismo y la belleza formal, en la línea de algunos poetas del 27.

 La poesía social

Al igual que en la novela y en el teatro, en los años cincuenta pre­domina en la poesía el deseo de ofrecer un testimonio crítico de la rea­lidad. Es la poesía social, que parte de la idea de que su función pri­mordial no consiste en expresar los sentimientos personales del autor, sino en contribuir a cambiar el mundo y la sociedad. Para ello, el poeta debe anteponer los problemas y sufrimientos de los hombres de su tiempo a cualquier otra consideración.

De ahí que los temas fundamentales de esta poesía sean dos: la pre­ocupación general por España y la denuncia de la situación concreta del hombre (injusticias sociales, opresión, lucha por la libertad, etc.). En cuanto a la forma, deseosos de que su poesía llegue a la inmen­sa mayoría, se busca un lenguaje claro y sencillo, con un tono colo­quial.

Los poetas más representativos de esta tendencia son Blas de Otero y Gabriel Celaya.

Blas de Otero (1916-1979). Sus dos primeros libros importantes, Ángel fieramente humano(1950) y Redoble de conciencia(1951) -fundidos posteriormente en uno solo, titulado Ancia-, siguen la tendencia de la poesía desarraigada o existencial: el vacío, la angustia personal, etc. No faltan tampoco los poemas de tema religioso y amoroso. Formal­mente, predominan los sonetos.

Al ciclo de la poesía social corresponden estos tres libros: Pido la paz y la palabra (1955), En castellano (1959) y Que trata de España (1964). Los problemas colectivos y la solidaridad con las demás personas, en especial con los que sufren, son ahora los temas principales. Y acor­de con su deseo expreso de llegar a la inmensa mayoría, adopta un lenguaje más sencillo y coloquial, no exento, por otra parte, de abun­dantes recursos estilísticos.

La última etapa de su poesía, caracterizada por la búsqueda de nue­vas formas, está constituida por los libros: Historias fingidas y verda­deras (1970), conjunto de prosas poéticas, Mientras (1970) y Hojas de Madrid (1968-1979).

Gabriel Celaya (1911-1993). En la línea del existencialismo desarrai­gado cabe situar sus libros Tranquilamente hablando (1947) y Las cosas como son (1949), de tono deliberadamente prosaico. En los años cincuenta se convirtió en el primer defensor de la poesía social, con libros comoLas cartas boca arriba (1951), Cantos iberos (1955) y Episodios nacionales (1962). En sus últimas obras se observa una ten­dencia hacia la poesía experimental: Campos semánticos (1971).

 

La poesía desde los años sesenta

Contra la fórmula de la poesía social reacciona en primer lugar un nuevo grupo de poetas que comienzan a publicar a finales de los años cincuenta. Conscientes del prosaísmo de la poesía social, se propo­nen como primer objetivo la renovación del lenguaje poético, con una mayor atención a los valores estéticos y formales del poema. En cuan­to a los temas, sin renunciar del todo al sentido cívico y social de la poesía, predominan los de la experiencia personal y cotidiana, con un cierto tono escéptico y moral.

Los poetas más representativos de este grupo son:

.Ángel González (1925), cantor irónico y pesimista de lo cotidiano en libros como Áspero mundo (1954), Sin esperanza, con convencimien­to (1961), Tratado de urbanismo (1967) y Procedimientos narrativos (1972).

.Jáime Gil de Biedma (1929-1992), que expresa con lenguaje colo­quial su visión desencantada de la vida: Compañeros de viaje(1959), Moralidades (1966), Poemas póstumos (1968).

José Ángel Valente (1929), maestro del lenguaje depurado y con­centrado: A modo de esperanza (1955), Poemas a Lázaro (1960), La memoria y los signos (1966), El inocente (1970), etc.

.Claudio Rodríguez (1934): Don de la ebriedad (1953), Conjuros (1958), Alianza y condena (1965), etc.

Otros poetas de esta época son Carlos Barral, J. A. Goytisolo, J. M. Caballero Bonald y Carlos Sahagún.

El alejamiento de la poesía social se consolida en los años setenta con ta aparición de poetas más jóvenes, especialmente los reunidos en una antología confeccionada por J. Má Castellet y titulada Nueve novísimos poetas españoles. Entre los rasgos más destacados de esta nueva generación de poetas, nacidos todos después de la guerra, cabe citar: la influencia de los medios de comunicación de masas, particu­larmente el cine; búsqueda de nuevas formas de expresión, con téc­nicas que van desde el collage hasta la escritura automática; amplia variedad temática (lo personal, los mitos de la cultura de masas, moti­vos culturales, etc.); tono inconformista y provocativo a veces.

Poetas destacados de este grupo son Pere Gimferrer (Arde el mar, La muerte en Beverly Hills), Manuel Vázquez Montalbán, Félix de Azúa, Guillermo Carnero y Leopoldo María Panero.

A partir de los años setenta, se suceden diversas tendencias: la van­guardista y experimental, la neomodernista o veneciana, la culturalis­ta, la clasicista, la intimista, etc. Entre los poetas más jóvenes desta­can Antonio Colinas, Luis García Montero, Julio Llamazares, etc.

 

 5.3 El teatro desde 1939

 El teatro comercial

En los años cuarenta prevalece un tipo de teatro comercial, orientado exclusivamente hacia la pura distracción de un público sin demasia­das exigencias. Es un teatro convencional, aunque bien construido, con un diálogo cuidado, continuador del teatro tradicional anterior. Como la alta comedia del xix y la comedia burguesa de Benavente, es un teatro evasivo con una amable crítica de costumbres. Y siguiendo el ejemplo del teatro costumbrista de Arniches y los hermanos Quintero, es también un divertido espejo de la realidad. La acción, desarrollada en ambientes de la clase media alta, se basa en los enredos senti­mentales, el humor fácil y la moralización intrascendente.

Entre los cultivadores de este tipo de teatro -aparte de Jacinto Bena­vente, que continuó estrenando obras con gran éxito de público hasta su fallecimiento en 1954- destacan:

.José Má Pemán (1898-1981). Antes de la guerra había estrenado varias obras de carácter histórico, en verso, comoCuando las Cortes de Cádiz (1934), Cisneros (1934) y El divino impaciente (1933), ésta sobre la figura de San Francisco Javier. Entre sus comedias, costum­bristas e ingeniosas, destacan Los tres etcéteras de don Simón (1958) y La viudita naviera (1960). En la línea de un teatro ideológico y pro­pagandístico escribió Por la Virgen capitana (1940) y Callados como muertos (1952).

.Joaquín Calvo Sotelo (1905). Escribió comedias históricas (Plaza de Oriente, 1947), comedias sentimentales (La visita que no tocó el timbre, 1950, Una muchachita de Valladolid, 1957) y dramas de tesis en los que plantea cuestiones ideológicas de gran interés: Criminal de guerra (1951) y La muralla (1954).

. Claudio de la Torre (1897-1973): Hotel Términus (1945), Tren de madrugada (1946), El collar (1947), etc.

Juan Ignacio Luca de Tena (1897-1975): Dos mujeres a las nueve (1949), Don José, Pepe y Pepito (1952), comedias costumbrista, y ¿Dónde vas, Alfonso XII? (1957), de tema histórico.

.José López Rubio (1903): Celos del aire (1950), La otra orilla (1954), La venda en los ojos (1954).

. Víctor Ruiz Iriarte (1912-1982): El puente de los suicidas (1944), El landó de seis caballos (1950).

Otros autores destacables son Edgar Neville (El baile) y, en años pos­teriores, Alfonso Paso (Los pobrecitos, 1957, Las que tienen que ser­vir, 1962).

 

 El teatro humorístico

Entre los numerosos cultivadores de este tipo de teatro destacan sobre­manera dos autores: Enrique Jardiel Poncela, con sus comedias de humor inverosímil y disparatado (véase pág.34), y Miguel Mihura.

Miguel Mihura (1905-1979) es autor de numerosas comedias -vein­titrés en total- de humor desenfadado, en las que no falta tampoco la crítica de la realidad contemporánea. La denuncia de lo absurdo de ciertas situaciones de la vida cotidiana, la vaciedad de los tópicos y convenciones sociales que impiden al hombre ser feliz: he ahí los dos temas principales de su obra.

Su obra más importante es, sin duda, Tres sombreros de copa, escri­ta en 1932 y no estrenada hasta 1952. En ella se enfrentan dos mun­dos y dos concepciones de la vida: por un lado, el orden burgués -bien reglamentado, puritano y aburrido- y los principios establecidos; por otro, la espontaneidad, la alegría de vivir y la libertad de unas chicas de una compañía de variedades. Dionisio, en la víspera de su boda, conoce en el hotel en el que se aloja a una bailarina, Paula. Con ella descubre un mundo nuevo y libre, lo cual le lleva a replantearse sus creencias. Al amanecer, sin embargo, cuando Paula le propone mar­char juntos, Dionisio, incapaz de romper con los convencionalismos, acude pesaroso a casarse con su novia. El mecanismo social ha triun­fado sobre la libertad individual.

En cuanto al tratamiento escénico, Mihura rompe con el tradicional rea­lismo, introduciendo elementos y situaciones de un humor nuevo que en muchos aspectos son un claro precedente del teatro del absurdo. Otras obras de Miguel Mihura: El caso de la señora estupenda (1953), El caso del señor vestido de violeta (1954), Sublime decisión (1955), Melocotón en almíbar (1958), Maribel y la extraña familia (1959) y Ninette y un señor de Murcia (1964).

 

 El teatro realista de denuncia y protesta

Aproximadamente a mitad de los años cincuenta, y coincidiendo con la aparición de un público universitario y un cierto relajamiento de la

censura, surge un teatro nuevo, muy próximo a los planteamientos de la novela y la poesía social.

Los temas son los característicos de la literatura social: el testimonio crítico de las injusticias y desigualdades, la denuncia y la protesta. En cuanto a la técnica teatral, es por lo general un teatro realista, con recur­sos propios del sainete y ciertos rasgos tomados del esperpento.

Los autores más significaticos son los siguientes:

Alfonso Sastre (1926). Tras una primera obra de temática existen­cial (Escuadra hacia la muerte, 1953), su teatro se orienta hacia el rea­lismo de intención social: Muerte en el barrio (1955), La mordaza (1954), Guillermo Tell tiene los ojos tristes (1955), El pan de todos (1957), La cornada (1960). De signo diferente es La sangre y la ceni­za (1965), sobre el proceso de la Inquisición contra Miguel Servet.

José María Rodríguez Méndez (1925): Los inocentes de la Moncloa (1960), sobre las angustias de unos jóvenes estudiantes; Bodas que fueron famosas del Pingajo y la Fandanga (1965), especie de farsa esperpéntica.

. Lauro Olmo (1922): La camisa (1962), sobre la vida mísera de unos chabolistas, La pechuga de la sardina (1963), El cuerpo (1964), etc.

Carlos Muñiz (1927): El grillo (1955) y El tintero (1961), obra neo­expresionista sobre la burocracia deshumanizada.

.José Martín Recuerda (1925): Las salvajes en Puente San Gil (1963), obra de un realismo esperpéntico.

.Antonio Gala (1936), autor de un tipo de teatro de difícil clasificación: Los verdes campos del Edén (1963), Los buenos días perdidos (1972), Anillos para una dama (1973), Las cítaras colgadas de los árboles (1974), ¿Por qué corres, Ulises? (1976), Petra Regalada (1980), etc.

 

 El teatro de Buero Vallejo

La figura más importante del teatro español de posguerra es sin duda Antonio Buero Vallejo, nacido en Guadalajara en 1916.

El teatro de Buero, de acento trágico, se centra en los grandes inte­rrogantes de la condición humana y en los problemas del hombre con­temporáneo. No faltan tampoco las situaciones y los personajes con referencias críticas a la España de su tiempo. Une, pues, lo social y lo existencial. Aparece así mismo en sus obras un mensaje ético gene­ral, una reflexión sobre el individuo, la justicia y la verdad.

Formalmente, no rompe del todo con las fórmulas del teatro comer­cial; más bien intenta aprovecharlas para darles una dimensión y un sentido nuevos. Este planteamiento es producto de su deseo de no hacer un teatro minoritario y vanguardista, sino de acceder al gran público. Un recurso escénico frecuente en sus obras es el de los deno­minados efectos de inmersión, que persigue una mayor identificación del público con la historia que se está representando (por ejemplo, en una escena de En la ardiente oscuridad, protagonizada por ciegos, la sala permanece completamente a oscuras).

Su obra suele clasificarse en tres etapas:

. Primera etapa: enfoque existencial de los temas, con una técnica teatral realista. Historia de una escalera (1949) transcurre en una esca­lera de una casa de vecindad, por la que vemos desfilar la vida de tres generaciones de familias modestas. Todos luchan por salir de esta escalera, y todos fracasan. En la ardiente oscuridad (1950) está ambientada en una institución para ciegos. Otras obras son Hoy es fiesta (1956) y Las cartas boca abajo (1957).

 Segunda etapa: predominio del enfoque social y ético, con una téc­nica teatral más compleja (efectos de inmersión, escenarios múltiples y simbolistas, etc.). Pertenecen a esta etapa los dramas históricos, en los que se vale del pasado para reflexionar sobre el presente: Un soña­dor para un pueblo (1958), sobre Esquilache, el ministro ilustrado y reformista de Carlos III; Las Meninas (1960), sobre el pintor Velázquez; El concierto de San Ovidio (1962), situada en Francia en vísperas de la Revolución y protagonizada por un grupo de ciegos; El sueño de la razón (1970), sobre Goya. De esta época es también una de sus mejo­res obras,El tragaluz (1967). El drama se presenta como un experi­mento realizado en un siglo futuro, a través del cual se pueden captar y reconstruir sucesos ocurridos hace mucho tiempo. En este caso, dos investigadores proponen al público la reconstrucción de la historia de una familia española de nuestro tiempo. Recién terminada la guerra, esta familia se disponía a coger un tren en una estación. Pero sólo uno de los hijos, Vicente, pudo hacerlo, llevándose además con él las únicas provisiones de la familia. Como consecuencia de ello, la her­mana pequeña murió. Ahora esa familia vive pobremente en un sóta­no, desde el que se ve la calle a través de un tragaluz. El padre ha enloquecido por el episodio de la guerra y Vicente, el único que ha logrado subirse al tren de los vencedores, vive acuciado por sus sen­timientos de culpabilidad. El padre, al final, le mata en un ataque de demencia.

.Tercera etapa: contenidos sociales y políticos más explícitos, con incorporación de experimentos escénicos. Las obras más significati­vas son: La doble historia del doctor Valmy (1971), sobre la tortura; Llegada de los dioses (1971), con el símbolo, una vez más, de la ceguera; La Fundación (1974), situada en una celda de presos políti­cos, que ellos confunden al principio con un centro de investigación; La detonación (1977), cuyo protagonista es Larra.

 

La búsqueda de nuevas formas dramáticas

A partir, aproximadamente, de los años setenta, se produce un teatro más exigente y renovador, experimental en las formas y dirigido a un público más minoritario.

No se trata ya de un teatro realista; predominan los elementos sim­bólicos y vanguardistas, lo grotesco y lo imaginativo. Cobran también importancia los recursos extraverbales: sonoros, visuales, corporales, etc.

Entre los autores, pueden citarse los siguientes:

.Fernando Arrabal (1932), que escribió y estrenó en Francia la mayor parte de sus obras, a medio camino entre el esperpento, el surrealis­mo y el teatro del absurdo: El arquitecto y el emperador de Asiria, El cementerio de automóviles, etc.

.Francisco Nieva (1927), creador del llamado teatro furioso, imagi­nativo y simbólico: La carroza de plomo candente, El combate de Opalos y Tasia, etc.

. Manuel Martínez Mediero (1939), autor de El último gallinero y Las hermanas de Búfalo Bill.

Otros autores son José Má Bellido, José Ruibal, Miguel Romero Esteo y Antonio Martínez Ballesteros.

Mención especial merecen los grupos de teatro independiente, que actúan al margen de los circuitos comerciales y presentan un teatro fuertemente renovador y muy comprometido social e ideológicamen­te. Figuran entre los más destacados: Tábano, Los Goliardos, Els Joglars, La Cuadra, Els Comediants, La Fura deis Baus, etc.

En los últimos años, la característica más destacada es la variedad de tendencias:

. Un teatro de línea tradicional, representado por autores como Fernando Fernán Gómez (Las bicicletas son para el verano).

.Un teatro experimental y vanguardista: Alfonso Vallejo (El cero trans­parente).

. Un teatro realista y social, sobre temas actuales con un enfoque pró­ximo al de la farsa o de sainete: José Luis Alonso de Santos (La estanquera de Vallecas y Bajarse al moro), Fermín Cabal (Tú estás loco, Briones y Esta noche, gran velada).

 

Literatura Hispanoamericana del siglo XX

 

 6.1 La poesía

1 El Modernismo

A finales del siglo xix y principios del xx triunfó en Hispanoamérica el Modernismo, primer movimiento autóctono de alcance internacional. (Para el Modernismo, véanse las págs. 20 y 21)

La poesía modernista hispanoamericana tiene su máxima figura en Rubén Darío (véase pág. 21).

Otros poetas modernistas hispanoamericanos son el cubano José Martí (Versos sencillos), el mejicano Amado Nervo (Jardines interio­res), el colombiano Guillermo Valencia (Ritos), el argentino Leopoldo Lugones (Crepúsculos del jardín) y el peruano José Santos Chocano (Alma América).

1 El posmodernismo

La poesía que siguió al Modernismo se caracteriza por:

. Eliminación o depuración de los refinamientos formales, buscando una expresión más sencilla y directa.

. Sustitución de los temas cosmopolitas modernistas por otros más personales e intimistas.

Entre los poetas posmodernistas deben ser mencionados en primer lugar dos poetas mejicanos:

.José Juan Tablada (1871-1945), introductor del haikujaponés en la lengua española con sus libros Un día... (1919) yEl jarro de las flores (1922).

. Ramón López Velarde (1888-1921), que recrea la tranquila vida pro­vinciana y el paisaje con un tono irónico y de voluntario prosaísmo: La sangre devota (1916), Zozobra (1919).

Pero hay que incluir sobre todo en este apartado a tres grandes poe­tisas, creadoras de una poesía intimista, sencilla en la forma, sobre temas humanos y de la experiencia personal:

.Alfonsina Storni (1892-1938), argentina, iniciadora de una poesía de reivindicación de lo femenino:El dulce daño (1918), Ocre (1925), etc. .

Juana de Ibarbourou (1895-1980), uruguaya, autora de libros como Las lenguas de diamante (1919) o Raíz salvaje (1920).

.Gabriela Mistral (1898-1957), chilena, seudónimo de Lucila Godoy, Premio Nobel de Literatura en 1945, que supo expresar con fuerza y emoción sus sentimientos más íntimos: Desolación (1922), Ternura (1925), Tala (1938), Lagar (1957).

1 La poesía de vanguardia

Los movimientos vanguardistas surgidos en Europa a principios del siglo xx tuvieron amplio eco en Hispanoamérica.

Un adelantado del vanguardismo fue el poeta chileno Vicente Huidobro (1893-1948), fundador del creacionismo (véase pág. 36). Sus libros más importante es Altazor (1931).

También mantuvieron vínculos con las vanguardias tres de los más grandes poetas hispanoamericanos: Jorge Luis Borges, César Vallejo y Pablo Neruda (véase más abajo).

1 Movimientos posvanguardistas: el trascendentalismo y la poesía negrista

Bajo el rótulo de trascendentalismo suelen agruparse una serie de poetas menos interesados por las vanguardias que por algunos de los principios de la poesía pura: perfección formal, temas casi deshuma­nizados, etc. Los principales representantes de este tipo de poesía son los mejicanos José Gorostiza y Xavier Villaurrutia, el colombiano Eduardo Carranza y el cubano José Lezama Lima, barroco y her­mético en libros como Muerte de Narciso (1937) o Enemigo rumor (1941).

La poesía negrista, mulata o afroantillana surge hacia 1930 en las Antillas, fruto de las peculiaridades étnicas y culturales de esa zona. Los temas son las costumbres, mitos y tradiciones del mundo negro o mulato, sin que falten a veces la protesta y la reivindicación social.

En cuanto a la forma, las composiciones están construidas sobre los ritmos de la danza o del son, con paralelismos y repeticiones. Se uti­lizan también formas tradicionales castellanas (como la décima). Es frecuente el empleo de onomatopeyas y términos y expresiones del habla de los negros.

El poeta más importante de esta tendencia es el cubano Nicolás Guillén (1902-1989). A la poesía negrista pertenecen sus primeros libros, Motivos del son (1930) y Sóngoro Cosongo (1931), con un pro­digioso sentido del ritmo y un lenguaje lleno de sorpresas. El conteni­do social predomina en West Indies Ltd. (1934) y Cantos para solda­dos y sones para turistas (1937). La poesía popular vuelve a estar presente en La paloma de vuelo popular (1958), que incluye compo­siciones como La muralla o Elegía cubana.

1 La poesía de los últimos años

Las corrientes más destacadas, dentro de una gran variedad, son las siguientes:

o Una poesía existencialista y surrealista, con Octavio Paz como máximo representante.

. Una poesía social, comprometida políticamente, en la línea de Neruda y Vallejo. El poeta más destacado es el nicaragüense Ernesto Cardenal.

.Una poesía experimental.

Algunos de los poetas contemporáneos más conocidos son el chileno Nicanor Parra, el nicaragüense Pablo Antonio Cuadra, el ecuatoria­no Jorge Carrera Andrade y los mejicanos Marco Antonio Montes de Oca y Homero Aridjis.

 Jorge Luis Borges

Nació en Buenos Aires en 1899 y murió en Ginebra (Suiza) en 1986. Entre 1914 y 1921 vivió en Europa, lo que le permitió entrar en con­tacto con las vanguardias. Precisamente durante su estancia en España se inició en el ultraísmo. Sus tres primeros libros de poesía son Fervor de Buenos Aires (1923), Luna de enfrente (1925) y Cuaderno San Martín(1929). En ellos, junto a los procedimientos ultraístas, apare­cen temas como la evocación de su tierra natal y las preocupaciones metafísicas tan características de toda su obra.

Después de muchos años de silencio, volvió a la poesía con El otro, el mismo (1964), Elogio de la sombra (1969) y La cifra (1981), sobre sus temas preferidos: el destino del hombre, el paso del tiempo, la identidad humana, el misterio del universo, el mundo como laberinto, la vida y la historia argentinas...

1 César Vallejo

Nació en Santiago de Chuco (Perú) en 1892 y murió en París en 1938. Viviendo aún en Perú, publicó sus dos primeros libros, Los heraldos negros (1918) y Trilce (1922).

Los heraldos negros, con alguna huella modernista, está centrado ya en los temas personalísimos de toda su obra: la preocupación por el hombre y lo humano, el dolor personal y colectivo, lo absurdo de la existencia, la protesta contra el destino, etc. En la forma, destaca el tono coloquial.

Trilce se caracteriza, en la forma, por el empleo de procedimientos vanguardistas (verso libre, ruptura con la lógica y la sintaxis, creación de palabras nuevas, juegos tipográficos, etc.). Los temas básicos son los sentimientos de angustia y de orfandad y el erotismo.

En 1924 se trasladó a vivir a París, y fruto de su experiencia europea son sus dos libros, publicados póstumamente, Poemas humanos (1939) y España, aparta de mí este cáliz (1939).

En Poemas humanos alternan los poemas en prosa y en verso. El tema general es el ser humano en el mundo, sus preocupaciones y su dolor. Formalmente, combina lo coloquial y lo vanguardista. Las quince com­posiciones de España, aparta de mí este cáliz tienen como fondo la guerra civil española.

 

 Pablo Neruda

Pablo Neruda, seudónimo de Neftalí Ricardo Reyes, nació en Parral (Chile) en 1904 y murió en Santiago de Chile en 1973. Fue Premio Nobel de Literatura en 1971.

Obras más importantes:

. Crepusculario (1923), su primer libro, de tono romántico.

Veinte poemas de amor y una canción desesperada (1924), sobre el amor visto por un adolescente, escrito en un lenguaje apasionado­

 Residencia en la tierra (publicado en dos partes en 1933 y 1935), de técnica surrealista y tono sombrío: angustia existen­cial, mundo caótico y sin sentido, etc.

 Tercera residencia(1938), que incluye una parte titulada España en el corazón, inicia el cambio de rumbo hacia una poe­sía impura, humanizada, comprometida con la realidad social y política de la época.

Canto general (1950), extenso poema épico en el que se can­tan las tierras y los pueblos de América, su naturaleza y su his­toria. Es especialmente famoso el segundo canto, Alturas de Machú Picchu.

.Odas elementales (1954), canto optimista a las cosas senci­llas y cotidianas y a los sentimientos elementales, con predo­minio de los versos cortos: odas a la madera, al tomate, a los calcetines, etc: De idéntica orientación son Nuevas odas ele­mentales (1956) y Tercer libro de odas (1957).

.En sus últimos libros alternan los temas de inspiración social y política con las reflexiones intimistas y de la experiencia per­sonal: Estravagario (1958), Cien sonetos de amor (1959), Navegaciones y regresos (1959), Memorial de Isla Negra (1964), etc.

 

 Octavio Paz (México, 1914)

Los temas de su poesía, de indudable fondo filosófico y de gran per­fección formal, giran en torno a la existencia humana, en su dimen­sión social e histórica: el tiempo y la soledad, el amor, la imposibilidad del conocimiento, la certeza de la muerte, la dificultad de la comuni­cación... A ellos habría que añadir su preocupación por el lenguaje y su reflexión sobre la poesía y la palabra.

Su obra poética hasta 1968 aparece recogida en tres volúmenes: Libertad bajo palabra, que recoge los poemas escritos entre 1935 y 1957, caracterizados por el lenguaje coloquial, las influencias surrealistas y los temas existencialistas.

.Salamandra, que recoge los poemas escritos entre 1958 y 1961, de lenguaje hermético, con incremento de lo irracional.  Ladera Este (1962-1968). fruto de su contacto con la cultura oriental a raíz de su estancia en la India.

. A la vía experimental iniciada con Ladera Este corresponde Topoemas (1966-1968), poesía visual. Vuelta (1976) y Árbol adentro (1987), en cambio, representan una vuelta a los temas de libros anteriores.

Octavio Paz es también un excepcional ensayista: El laberinto de la soledad (1950), sobre Méjico; El arco y la lira (1956), sobre lacrea­ción poética; Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe (1982).

 

6.2 La novela

La gran extensión geográfica de Hispanoamérica influye en la diversi­dad de las corrientes narrativas, algunas de ellas exclusivas de un país o de una región.

Suelen, no obstante, distinguirse tres grandes períodos o tendencias:

La novela regionalista, de orientación realista, dominante hasta 1945, aproximadamente.

. Los comienzos de la renovación narrativa, con el surgimiento del realismo mágico o lo real maravilloso (entre 1945 y 1960, aproxi­madamente).

. El boom de la nueva narrativa, a partir de la década de los sesenta.

 

 La novela regionalista

Después de algunas tentativas de evasión modernista (La gloria de Don Ramiro, 1908, de Enrique Rodríguez Larreta; los cuentos de Rubén Darío, etc.), la novela hispanoamericana se centró en el reflejo de la peculiar realidad americana.

Atendiendo a los temas, suelen distinguirse varias corrientes:

. Novela gauchesca, sobre la vida de los gauchos en la Pampa argen­tina. Destaca la novela Don Segundo Sombra (1926), del escritor argen­tino Ricardo Güiraldes (1886-1927).

. Novela de la tierra, basada en la descripción de una naturaleza gran­diosa y en gran parte inexplorada a la que el hombre se enfrenta: la selva amazónica, las grandes cordilleras, etc. Los dos grandes exponentes de este tipo de novela son el venezolano Rómulo Gallegos (1884-1969), autor de Doña Bárbara (1929) y Canaima (1935), y el colombiano José Eustasio Rivera (1888-1928), autor de La vorágine (1924).

. Novela indigenista, cuyo tema central es la reivindicación de la cul­tura india (incas, quechuas, etc.) y la denuncia de la explotación del indio por el blanco. Se trata, por lo tanto, de obras de temática social. Los autores más destacados son: Alcides Arguedas (1879-19469), con su obra Raza de bronce (1919); Jorge Icaza (1906-1978), ecua­toriano, autor de Huasipungo (1934); Ciro Alegría (1909-1967), perua­no, famoso por su novela El mundo es ancho y ajeno (1941); José María Arguedas (1911-1969), peruano, autor de Yawar fiesta (1941) y Los ríos profundos (1958).

. Novela de la revolución mejicana, sobre los hechos ocurridos en México entre 1910-1920. La obra más conocida es Los de abajo (1916), de Mariano Azuela (1873-1952). Merecen destacarse también El águi­la y la serpiente (1928) y La sombra del caudillo (1929), del escritor mejicano Martín Luis Guzmán.

 

1 La superación del realismo.

 

El realismo mágico o lo real maravilloso

Las características principales de esta nueva narrativa son las siguientes: .Alejamiento del simplista enfoque documental y realista.

e Incorporación de lo mágico, lo legendario y lo mítico, presentes en la realidad americana.

e Innovaciones formales, con el empleo de las modernas técnicas narra­tivas: monólogo interior, estructuras complejas, desorden cronológico, etc. e Predominio de las novelas de escenario urbano sobre las de la tie­rra y la naturaleza.

e Los autores más representativos son los cuatro siguientes:

Miguel, Ángel Asturias (1899-1974), guatemalteco, Premio Nobel en 1967. Su novela más conocida es El Señor Presidente (1946), descrip­ción de un régimen dictatorial con técnica expresionista, surrealista y esper­péntica. Sobre la explotación bananera por compañías yanquis tratan sus novelas Viento fuerte, El Papa Verde y Los ojos de los enterrados.

Alejo Carpentier (1904-1980), cubano, que fue el primero en acuñar la expresión de "lo real maravilloso" para referirse a la novela hispa­noamericana. Sus novelas se caracterizan por la riqueza de su estilo barroco y por la complejidad de las estructuras narrativas. Las princi­pales son: Ecué-Yamba-O (1933), reivindicación de la cultura afrocu­bana; Los pasos perdidos (1953), sobre la oposición entre lo real mara­villoso americano, situado en los paisajes de Venezuela, y el mundo racionalista y mecánico de la civilización occidental; El siglo de las luces (1962), que narra la importación de la Revolución Francesa a las tierras del Caribe y el choque entre los mundos europeo y americano del siglo xvni; La consagración de la primavera (1978), sobre la revo­lución castrista; Concierto barroco (1975).

Juan Rulfo (1918-1986), mejicano, autor de un libro de cuentos, El lla­no en llamas (1953), y de una novela no muy extensa, Pedro Páramo (1955), ambientada en un pueblo muerto habitado por fantasmas, el míti­co Comala, adonde llega Juan Preciado en busca de su padre muerto, Pedro Páramo. A pesar de la brevedad de su obra -entre los dos libros no sobrepasan las 250 páginas-, está considerado como uno de los mejores narradores hispanoamericanos, particularmente por la combi­nación de lo real y lo fantástico y la maestría en el uso de las técnicas narrativas.

En esta época hay que situar igualmente la figura de Jorge Luis Borges (1899-1986). Borges es autor de numerosos libros de relatos, entre lo fantástico y lo intelectual, y en los cuales aparecen los mis­mos temas que en su poesía: el destino del hombre y su identidad (con el símbolo de los espejos), el tiempo, la eternidad, el infinito (con el símbolo del laberinto), la muerte, etc.

Destacan los títulos siguientes:

. Historia universal de la infamia (1935).

.Ficciones (1944), obra en la que se incluye, junto con otros cuentos, los reunidos anteriormente en El jardín de senderos que se bifurcan: En este libro aparecen dos de sus relatos más famosos: "La Biblioteca de Babel" y "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius". e El Aleph (1949), con relatos sobre la inmortalidad ("El inmor­tal"), el tiempo ("La otra muerte"), etc.

 El Hacedor (1960), que incluye también poemas. e El informe de Brodie (1970).

 El libro de arena (1975).

Características comunes a todos sus libros son la asombrosa erudi­ción, los continuos juegos mentales e imaginativos con el lector y la concisión en el lenguaje.

1 La nueva narrativa

El boom de la nueva narrativa hispanoamericana tiene su punto de partida en dos novelas publicadas en la década de los sesenta: La ciu­dad y los perros (1962), de Mario Vargas Llosa, y Cien años de sole­dad(1967), de Gabriel García Márquez.

Las características generales de esta novela, de amplio eco en todo el mundo, son:

 Renovación de las técnicas narrativas.

 Fusión de lo fantástico y lo real (realismo mágico).

Voluntad artística, con una marcada preocupación formal. Los autores más destacados son:

Ernesto Sábato (Argentina, 1911): El túnel (1948), sobre la inco­municación y la angustia vital; Sobre héroes y tumbas (1961), apoca­líptica visión del mundo actual; Abaddón el exterminador (1974).

Juan Carlos Onetti (Uruguay, 1909-1994). Sus novelas, ambienta­das en un espacio mítico, Santa María, relatan unas vidas mediocres y absurdas en un mundo cerrado y en decadencia: La vida breve (1950), El astillero (1961), Juntacadáveres (1964), etc.

José Lezama Lima (Cuba, 1910-1976), novelista barroco y hermé­tico: Paradiso (1966).

Carlos Fuentes (México, 1928), escritor que maneja las más varia­das técnicas: La región más transparente (1958), La muerte de Artemio Cruz (1962), reconstrucción de la vida de un hombre a partir de las últimas horas de su vida; Cambio de piel (1967), etc.

Julio Cortázar (Argentina, 1914-1984). En sus libros de cuentos, lo fantástico arranca de la vida cotidiana: Bestiario (1951), Todos los fue­gos, el fuego (1966), Las armas secretas (1969), Octaedro (1974), Alguien que anda por ahí (1977), etc. Su novela Rayuela (1963), mode­lo de contranovela, puso en cuestión todas las convenciones del géne­ro: su original composición admite varias formas de lectura, rompe con la secuencia lógica de la trama y los episodios, desaparece el con­cepto de argumento, etc. Otras experiencias narrativas suyas igual­mente experimentales en la forma son 62: modelo para armar, La vuel­ta al día en ochenta mundos, Libro de Manuel, etc.

Gabriel García Márquez (Colombia, 1928). Premio Nobel de Literatura en 1982, es el novelista hispanoamericano más celebrado. Comenzó publicando novelas cortas y cuentos: La hojarasca (1955), El coronel no tiene quien le escriba (1961) y Los funerales de la Mamá Grande (1962). Algunos de estos relatos están ambientados ya en Macondo, el mítico escenario de su novela más famosa, Cien años de soledad (1967).

Cien años de soledadnarra, a través de la saga de la familia Buendía, los cien años de la historia de Macondo, desde su fundación hasta su desaparición. El mayor mérito de la novela, aparte de la calidad del estilo, es el derroche de fantasía y fabulación, la combinación magis­tral de realismo e imaginación.

Otras obras posteriores de García Márquez son:

 La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y su abue­la desalmada (1972), volumen de cuentos.

El otoño del patriarca (1975), novela sobre el viejo tema del dictador latinoamericano.

Crónica de una muerte anunciada (1981); novela breve de téc­nica policiaca basada en un suceso real de amor y venganza, y cuyos temas centrales son el honor y la fatalidad del destino.

 El amor en los tiempos del cólera (1985), que recrea una larga historia de amor.

 El general en su laberinto (1989), sobre la figura de Bolívar.

Doce cuentos peregrinos (1992).

 Del amor y otros demonios(1994).

 

Mario Vargas Llosa (Perú, 1936). Sus obra narrativa más importante está formada por:

. La ciudad y los perros (1962), que narra la vida tensa y vio­lenta de un grupo de adolescentes en el mundo cerrado y opre­sivo de un colegio militar en Lima.

. La casa verde (1966), novela de compleja técnica sobre la his­toria de un burdel en la selva.

. Conversación en La Catedral (1969), original testimonio de la historia reciente de Perú.

. Pantaleón y las visitadoras (1972). . La tía Julia y el escribidor (1977).

. La guerra del fin del mundo (1981). Historia de Mayta (1984).

. El hablador (1987).

Es autor también de un libro de cuentos, Los jefes (1958) y una mag­nífica novela corta, Los cachorros (1967).

Otros novelistas dignos de interés son:

.Augusto Roa Bastos, paraguayo, autor de Yo el Supremo (1974).

Guillermo Cabrera Infante, cubano, autor de Tres tristes tigres (1965) y La Habana para un infante difunto (1979).

. Manuel Puig, argentino, conocido por Boquitas pintadas (1969) yEl beso de la mujer araña (1976).

. José Donoso, chileno, con novelas como El obsceno pájaro de la noche (1970) y Casa de campo (1978).

. Mario Benedetti, Juan José Arreola, Alfredo Bryce Echenigue, etc.

 

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