Nietzsche: El ocaso de los ídolos. La razón en la filosofía

 

 

 

Nietzsche: El ocaso de los ídolos. La razón en la filosofía

 

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Nietzsche: El ocaso de los ídolos. La razón en la filosofía

 

Nietzsche: El ocaso de los ídolos.  La razón en la filosofía

1 ¿Me pregunta usted qué cosas son "idiosincrasia" en los filósofos?... Por ejemplo, su falta de sentido histórico, su odio a la noción misma de devenir, su "egipticismo". Ellos creen otorgar un honor a una cosa cuando la deshistorizan, sub specie aeterni [desde la perspectiva de lo eterno],  cuando hacen de ella una momia. Todo lo que los filósofos han venido manejando desde hace milenios fueron momias conceptuales; de sus manos no salió vivo nada real. Matan, rellenan de paja, esos señores idólatras de los conceptos, cuando adoran, se vuelven mortalmente peligrosos para todo, cuando adoran. La muerte, el cambio, la vejez, así como la procreación y el crecimiento son para ellos objeciones,  incluso refutaciones. Lo que es no deviene; lo que deviene no es...

Describe las características diferenciales (idiosincrasia) de los filósofos (se refiere a toda la filosofía anterior, pero la crítica se concentra en Platón):

La 1ª característica, desvalorización del devenir, se concentra en la expresión: “Lo que es no deviene, lo que deviene no es”, es decir:

  • lo que es (existe) de verdad (= el ser verdadero),  no cambia (es permanente).
  • lo que cambia, no es (existe) de verdad, es ser aparente (= sólo existe para nuestros sentidos).

Estos filósofos consideran que “La muerte, el cambio, la vejez,..., la procreación y el crecimiento” (Las características de la vida) como refutaciones, es decir, pruebas de que no son ser verdadero.

Nietzsche se muestra contrario a esta concepción del ser verdadero, ridiculizándola con expresiones como: egipticismo, momias conceptuales, idólatras de los conceptos, etc...

Ahora bien, todos ellos creen, incluso con desesperación, en lo que es. Mas como no pueden apoderarse de ello, buscan razones de por qué se les retiene. «Tiene que haber una ilusión, un engaño en el hecho de que no percibamos lo que es: ¿dónde se esconde el engañador?  «Lo tenemos, gritan dichosos, ¡es la sensibilidad! Estos sentidos, que también en otros aspectos son tan inmorales, nos engañan acerca del mundo verdadero. Moraleja: deshacerse del engaño de los sentidos, del devenir, de la historia [Historie], de la mentira,  la historia no es más que fe en los sentidos, fe en la mentira. Moraleja: decir no a todo lo que otorga fe a los sentidos, a todo el resto de la humanidad: todo él es «pueblo». ¡Ser filósofo, ser momia, representar el monótono-teísmo con una mímica de sepulturero!  Y, sobre todo, fuera el cuerpo, esa lamentable idée fixe (idea fija) de los sentidos, ¡sujeto a todos los errores de la lógica que existen, refutado, incluso imposible, aun cuando es lo bastante insolente para comportarse como si fuera real! ... »

 Crítica de la desvalorización de los sentidos como fuente de conocimiento:

  • Si lo real es el ser permanente  y los sentidos no lo captan, los sentidos nos engañan al no mostrarnos el mundo verdadero: no son fiables, son culpables.
  • Platón y los filósofos racionalistas desvalorizan el conocimiento sensible.
  • En el cristianismo esta desvalorización convierte a los sentidos en inmorales.
  • Por eso es infravalora la historia y a la humanidad.

Para ridiculizar tal desvalorización de los sentidos:

  • Ser momia, representar el monótono-teísmo con una mímica de  sepulturero
  • fuera el cuerpo,…, refutado, incluso imposible,  ( para la filosofía y el cristianismo el cuerpo ha sido considerado como lo menos valioso del hombre, e incluso se ha llegado a negar su existencia)

Pero, a pesar de todo, el cuerpo se impone: “es lo bastante insolente para comportarse como si fuera real... (Resulta difícil dudar de la existencia del cuerpo en medio de un dolor de muelas).

 

 

 

 

 

2  Pongo a un lado, con gran reverencia, el nombre de Heráclito. Mientras que el resto del pueblo de los filósofos rechazaba el testimonio de los sentidos porque éstos mostraban pluralidad y modificación, él rechazó su testimonio porque mostraban las cosas como si tuviesen duración y unidad.

 

Heráclito es un caso aparte, que Nietzsche dice reverenciar:

  • Todos los filósofos (Parménides, Platón…) afirman que los sentidos mienten porque muestran que hay muchos seres y que dichos seres cambian.
  • También Heráclito piensa que no hay que fiarse de los sentidos, porque no nos muestran suficientemente la pluralidad y el cambio, porque dan la impresión de una cierta permanencia y unidad: “nadie puede bañarse dos veces en el mismo río”

También Heráclito fue injusto con los sentidos. Estos no mienten ni del modo como creen los eleatas ni del modo como creía él,  ¡no mienten de ninguna manera. Lo que nosotros hacemos de su testimonio, eso es lo que introduce la mentira, por ejemplo la mentira de la unidad, la mentira de la coseidad, de la sustancia, de la duración... La «razón» es la causa de que nosotros falseemos el testimonio de los sentidos. Mostrando el devenir, el perecer, el cambio, los sentidos no mienten...

Los sentidos no mienten al mostrar el devenir, el perecer, el cambio:

  • Ni como dice Parménides de Elea (con él Platón y todos los filósofos racionalistas) al mostrarnos el devenir y la pluralidad.
  • Ni como dice Heráclito, al no mostrarnos suficientemente la pluralidad y el cambio.
  • La razón miente al extraer conclusiones erróneas de la información que nos suministran los sentidos: la mentira de que hay un ser único, de que hay cosas y sustancias permanentes, de que el ser es permanente…

Pero Heráclito tendrá eternamente razón al decir que el ser es una ficción vacía. El mundo «aparente» es el único: el «mundo verdadero» no es más que un añadido mentiroso...

Heráclito acierta al afirmar que el ser permanente (mundo verdadero,  Ideas de Platón) es una ficción vacía. El único ser verdadero es el que Platón y Parménides denominan mundo aparente. El mundo verdadero es algo inventado con intención de engañar.

3 ¡Y qué sutiles instrumentos de observación tenemos en nuestros sentidos! Esa nariz, por ejemplo, de la que ningún filósofo ha hablado todavía con veneración y gratitud, es hasta este momento incluso el más delicado de los instrumentos que están a nuestra disposición: es capaz de registrar incluso diferencias mínimas de movimiento que ni siquiera el espectroscopio registra.

Es una afirmación jocosa de la capacidad de nuestros sentidos para darnos información acerca de la realidad.

Hoy nosotros poseemos ciencia exactamente en la medida en que nos hemos decidido a aceptar el testimonio de los sentidos,  en que hemos aprendido a seguir aguzándolos, armándolos, pensándolos hasta el final. El resto es un aborto y todavía-no-ciencia: quiero decir, metafísica, teología, psicología, teoría del conocimiento. O ciencia formal, teoría de los signos: como la lógica, y esa lógica aplicada, la matemática. En ellas la realidad no llega a aparecer, ni siquiera como problema; y tampoco como la cuestión de qué valor tiene en general ese convencionalismo de signos que es la lógica.

 

 

Los sentidos son enteramente fiables como fuente de conocimiento:

La ciencia:

  • La ciencia surge en la medida en que nos fiamos de los sentidos, armándolos con todo tipo de instrumentos.
  • La ciencia consiste en pensar los datos proporcionados por los sentidos = Elaborar teorías compatibles con todos los datos mostrados por los sentidos.

El resto de los conocimientos,

  • O son Ciencias formales, como las matemáticas y la lógica, que no hablan de la realidad sino de los signos.
  • O son un aborto (muerto antes de nacer): metafísica, teología, psicología, teoría del conocimiento.

 

 

4 La otra idiosincrasia de los filósofos no es menos peligrosa: consiste en confundir lo último y lo primero. Ponen al comienzo, como comienzo, lo que viene al final  ¡por desgracia!, ¡pues no debería siquiera venir!  Los «conceptos supremos», es decir, los conceptos más generales, los más vacíos, el último humo de la realidad que se evapora. Esto es, una vez más, sólo expresión de su modo de venerar: a lo superior no le es lícito provenir de lo inferior, no le es lícito provenir de nada... Moraleja: todo lo que es de primer rango tiene que ser causa sui (causa de sí mismo). El proceder de algo distinto es considerado como una objeción, como algo que pone en entredicho el valor. Todos los valores supremos son de primer rango, ninguno de los conceptos supremos, lo existente, lo incondicionado, lo bueno, lo verdadero, lo perfecto  ninguno de ellos puede haber devenido, por consiguiente tiene que ser causa sui. Mas ninguna de esas cosas puede ser tampoco desigual una de otra, no puede estar en contradicción consigo misma... Con esto tienen los filósofos su estupendo concepto «Dios»... Lo último, lo más tenue, lo más vacío es puesto como lo primero, como causa en sí, como ens realissimum (ente realísimo)... ¡Que la humanidad haya tenido que tomar en serio las dolencias cerebrales de unos enfermos tejedores de telarañas!  ¡Y lo ha pagado caro! ...

2ª característica (idiosincrasia) de los filósofos: considerar que lo último que captamos, lo más abstracto,  es lo primero, el origen de todo.

 

Según Nietzsche, los filósofos razonan del siguiente modo:

  • los llamados “conceptos supremos” ( lo existente, lo incondicionado, lo bueno, lo verdadero, lo perfecto,…)  no pueden provenir de realidades inferiores.
  • tampoco pueden venir de realidades superiores.
  • por tanto,  deben ser  causa de sí mismos. 
  • Deben ser del mismo nivel y no pueden estar en contradicción entre ellos.

El concepto de Dios surge uniendo estos conceptos supremos (causa de sí, ens realissimum son atribuidos a Dios en la filosofía escolástica).

 

Ridiculiza este razonamiento que da origen al concepto de dios con:

  • Con esto tienen los filósofos su estupendo concepto «Dios»...
  • ¡Que la humanidad haya tenido que tomar en serio las dolencias cerebrales de unos enfermos tejedores de telarañas!

5  -Contrapongamos a esto, por fin, el modo tan distinto como nosotros  (digo nosotros por cortesía...) vemos el problema del error y de la apariencia.

Expondrá su posición con respecto a las concepciones que ha criticado en los demás filósofos, en particular, sobre el “mundo verdadero” y el “mundo aparente”, y cómo el lenguaje está en el origen de dicho error.

En otro tiempo se tomaba la modificación, el cambio, el devenir en general como prueba de apariencia, como signo de que ahí tiene que haber algo que nos induce a error. Hoy, a la inversa, en la exacta medida en que el prejuicio de la razón nos fuerza a asignar unidad, identidad, duración, sustancia, causa, coseidad, ser, nos vemos en cierto modo cogidos en el error, necesitados al error; aun cuando, basándonos en una verificación rigurosa, dentro de nosotros estemos muy seguros de que es ahí donde está el error.

Ocurre con esto lo mismo que con los movimientos de una gran constelación: en éstos el error tiene como abogado permanente a nuestro ojo, allí a nuestro lenguaje.

  • La filosofía inspirada en Parménides y Platón consideraba que lo cambiante era algo solo aparente o ser de segunda categoría.
  • Pero es el prejuicio de la razón el que nos lleva a percibir las realidades como dotadas de “unidad, identidad, duración, sustancia, causa, coseidad, ser
  • El lenguaje está en el origen de ese error de la razón:
  • La información dada por la vista nos lleva a pensar que  las estrellas se mueven y no la tierra, forzándonos con ello al error del geocentrismo.
  • Análogamente, nuestro lenguaje (sujeto, predicado…, yo, sustantivos, adjetivos…)  nos lleva a pensar las cosas como dotadas de permanencia, de unidad…

 

 

Por su génesis el lenguaje pertenece a la época de la forma más rudimentaria de psicología: penetramos en un fetichismo grosero cuando adquirimos consciencia de los presupuestos básicos de la metafísica del lenguaje, dicho con claridad: de la razón.

Ese fetichismo ve en todas partes agentes y acciones: cree que la voluntad es la causa en general; cree en el «yo», cree que el yo es un ser, que el yo es una sustancia, y proyecta sobre todas las cosas la creencia en la sustancia -yo- así es como crea el concepto «cosa»... El ser es añadido con el pensamiento, es introducido subrepticiamente en todas partes como causa; del concepto «yo» es del que se sigue, como derivado, el concepto «ser».

 El fetichismo consiste en atribuir a un objeto una cualidad o poder del que carece por estar relacionado con algo que sí tiene esa cualidad.

 El lenguaje, que surgió en las primeras fases de la humanidad, es fetichista porque atribuye a las cosas nombradas las cualidades de las palabras.

Como consecuencia de ese fetichismo del lenguaje, las nociones de cosa, sustancia, ser,  surgen a partir de la noción lingüística del yo.

Al comienzo está ese grande y funesto error de que la voluntad es algo que produce efectos, ­ de que la voluntad es una facultad... Hoy sabemos que no es más que una palabra "... Mucho más tarde, en un mundo mil veces más ilustrado, llegó a la consciencia de los filósofos, para su sorpresa, la seguridad, la certeza subjetiva en el manejo de las categorías de la razón: ellos sacaron la conclusión de que esas categorías no podían proceder de la empiria,  la empiria entera, decían, está, en efecto, en contradicción con ellas. ¿De dónde proceden, pues?  Y tanto en India como en Grecia se cometió el mismo error: «nosotros tenemos que haber habitado ya alguna vez en un mundo más alto (en lugar de en un mundo mucho más bajo: ¡lo cual habría sido la verdad!), nosotros tenemos que haber sido divinos, ¡pues poseemos la razón! »...

Los filósofos se dieron cuenta de que:

  • Esos conceptos universales (cosa, sustancia, ser…), las categorías, no provenían de la experiencia, y
  • En lugar de concluir que eran inventados y, por ello, falsos,
  • Buscaron su origen en una existencia anterior superior.

De ahí surgen las creencias en la reencarnación (India), en la preexistencia del alma (Platón,  Grecia).

De hecho, hasta ahora nada ha tenido una fuerza persuasiva más ingenua que el error acerca del ser, tal como fue formulado, por ejemplo, por los eleatas: ¡ese error tiene en favor suyo, en efecto, cada palabra, cada frase que nosotros pronunciamos! También los adversarios de los eleatas sucumbieron a la seducción de su concepto de ser: entre otros Demócrito, cuando inventó su átomo... La «razón» en el lenguaje: ¡Oh, qué vieja hembra engañadora! Temo que no vamos a desembarazarnos de Dios porque continuamos creyendo en la gramática...

 

 

 

El lenguaje es la fuente de ese error consistente en concebir el ser como único, permanente, perfecto… Tanto entre los eléatas (Parménides) como entre los contrarios, como Demócrito, etc. 

 

   Expresiones ridiculizantes de la concepción criticada:

  • ¡Oh, qué vieja hembra engañadora!
  • Temo que no vamos a desembarazarnos de Dios porque continuamos creyendo en la gramática...

 

 

 

 

 

 

6   Se me estará agradecido si condenso un conocimiento tan esencial, tan nuevo, en cuatro tesis: así facilito la comprensión, así provoco la contradicción.

Expondrá su concepción respecto al ser y al conocimiento desglosándola en cuatro tesis.

Primera tesis. Las razones por las que «este» mundo ha sido calificado de aparente fundamentan, antes bien, su realidad,  otra especie distinta de realidad es absolutamente indemostrable.

Primera tesis:

  • La razones que se utilizan (que es múltiple, cambiante, imperfecto, etc.)  para calificar nuestro mundo de aparente  demuestran que tal mundo es real.  
  • No hay ninguna prueba de la existencia de otro mundo.

Segunda tesis. Los signos distintivos que han sido asignados al «ser verdadero» de las cosas son los signos distintivos del no-ser, de la nada,  a base de ponerlo en contradicción con el mundo real es como se ha construido el «mundo verdadero»: un mundo aparente de hecho, en cuanto es meramente una ilusión óptico-moral.

Segunda tesis:

  • Las características que los filósofos atribuyen al  ser verdadero (permanencia, universalidad, perfección) son características de lo que no existe.
  • El mundo verdadero surge al atribuirle cualidades contrarias a las de este mundo aparente.
  • Por tanto el mundo verdadero es una apariencia, producida por una ilusión (engaño) óptico (originado por el lenguaje) moral (con consecuencias morales).

Tercera tesis. Inventar fábulas acerca de «otro» mundo distinto de éste no tiene sentido, presuponiendo que no domine en nosotros un instinto de calumnia, de empequeñecimiento, de recelo frente a la vida: en este último caso tomamos venganza de la vida con la fantasmagoría de «otra» vida distinta de ésta, «mejor» que ésta.

Tercera tesis:

Inventar cuentos acerca de otro mundo distinto de éste, mejor que éste… es solo una traición a este mundo, a esta vida…

Cuarta tesis. Dividir el mundo en un mundo «verdadero» y en un mundo «aparente», ya sea al modo del cristianismo, ya sea al modo de Kant (en última instancia, un cristiano alevoso), es únicamente una sugestión de la décadence, -un síntoma de vida descendente... El hecho de que el artista estime más la apariencia que la realidad no constituye una objeción contra esta tesis. Pues «la apariencia» significa aquí la realidad una vez más, sólo que seleccionada, reforzada, corregida... El artista trágico no es un pesimista, - dice precisamente sí incluso a todo lo problemático y terrible, es dionisíaco...

Cuarta tesis:

  • Hablar del mundo verdadero y del mundo aparente, sea como lo hace la religión cristiana (vida eterna y vida terrena)  o como lo hace Kant (noúmenos y fenómenos), es sólo un síntoma de decadencia.
  • Los artistas también crean ficciones, apariencias, pero lo hacen para resaltar dimensiones y aspectos de la realidad.

 

5 CÓMO EL «MUNDO VERDADERO» ACABÓ CONVIRTIÉNDOSE EN UNA FÁBULA

Historia de un error

Expone cómo ha ido evolucionando en la historia del pensamiento el error de la contraposición entre mundo verdadero y mundo aparente, para llegar finalmente hoy  a saber que el mundo verdadero es solo una fábula.

1. El mundo verdadero, asequible al sabio, al piadoso, al virtuoso, -él vive en ese mundo, es ese mundo. (La forma más antigua de la Idea, relativamente inteligente, simple, convincente. Trascripción de la tesis «yo, Platón, soy la verdad».)

Primera fase:

  • La historia de este error empieza en Platón al afirmar que existen dos mundos, el sensible y el inteligible. El mundo inteligible sólo puede ser conocido por los más sabios, los filósofos.
  • Ridiculización: yo, Platón, soy la verdad (porque soy el único que ha captado dicho mundo de las ideas).

 

2. El mundo verdadero, inasequible por ahora, pero prometido al sabio, al piadoso, al virtuoso («al pecador que hace penitencia»). (Progreso de la Idea: ésta se vuelve más sutil, más capciosa, más inaprensible,  se convierte en una mujer, se hace cristiana...)

Segunda fase:

  • En el cristianismo se habla también  de dos mundos, pero ahora se transforman en  vida terrena y vida eterna, que es prometida al sabio, al virtuoso…
  • Ridiculización: la idea se vuelve más sutil, más capciosa, más inaprensible,  se convierte en una mujer, se hace cristiana...
  • Aunque no dice directamente que la mujer sea sutil, capciosa, inaprensible, lo hace al resumir en se convierte en una mujer, las tres expresiones anteriores: más sutil, más capciosa, más inaprensible.

3. El mundo verdadero, inasequible, indemostrable, imprometible, pero, ya en cuanto pensado, un consuelo, una obligación, un imperativo. (En el fondo, el viejo sol, pero visto a través de la niebla y el escepticismo; la Idea, sublimizada, pálida, nórdica, konigsberguense).

Tercera fase:

  • Kant también habla de dos tipos de realidad, fenómenos y  noúmenos: Sin embargo, los noúmenos no pueden ser conocidos sino solo pensados y reaparecen como postulados del imperativo ético.
  • Ridiculización: Es el mismo cuento pero pasado por el filtro del empirismo y consecuente escepticismo de Hume.

4. El mundo verdadero  ¿inasequible? En todo caso, inalcanzado. Y en cuanto inalcanzado, también desconocido. Por consiguiente, tampoco consolador, redentor, obligante: ¿a qué podría obligarnos algo desconocido?... (Mañana gris. Primer bostezo de la razón. Canto del gallo del positivismo.)

Cuarta fase:

  • El positivismo (en línea como el empirismo de Hume) concluye que ese otro supuesto tipo de ser más allá de la experiencia no puede ser conocido y por tanto no puede influir en nuestra vida.
  • Enfatización: Mañana gris. Primer bostezo de la razón. Canto del gallo del positivismo.

5. El «mundo verdadero» una Idea que ya no sirve para nada, que ya ni siquiera obliga, una Idea que se ha vuelto inútil, superflua, por consiguiente una Idea refutada: ¡eliminémosla! (Día claro; desayuno; retorno del bon sens [buen sentido] y de la jovialidad; rubor avergonzado de Platón; ruido endiablado de todos los espíritus libres.)

Quinta fase:

  • El mundo verdadero carece de toda verdad y utilidad, por lo que debe ser eliminada.
  • Enfatización: Día claro; desayuno; retorno del bon sens [buen sentido] y de la jovialidad; rubor avergonzado de Platón; ruido endiablado de todos los espíritus libres

6. Hemos eliminado el mundo verdadero: ¿qué mundo ha quedado?, ¿acaso el aparente?... ¡No!, ¡al eliminar el mundo verdadero hemos eliminado también el aparente! (Mediodía; instante de la sombra más corta; final del error más largo; punto culminante de la humanidad; INCIPIT ZARATHUSTRA [comienza Zaratustra].)

Sexta fase:

  • Parecería entonces que el mundo aparente quedaría ahora como verdadero. No; Al eliminar la base sobre la que se sustentaba nuestra concepción de la realidad, no queda nada, no hay valores objetivos: Nihilismo.
  • Enfatización: Ahora comienza Zaratustra que anuncia al superhombre, el creador de los valores.

 

 

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