La literatura del siglo xx principales caracteristicas resumen y tema

 

 

 

La literatura del siglo xx principales caracteristicas resumen y tema

 

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La literatura del siglo xx principales caracteristicas resumen y tema

 

LA LITERATURA DEL SIGLO XX

 

 Modernismo          

 1.1 Contexto histórico-cultural. La crisis de fin de siglo

 Entre los años 1890 y 1914 aproximadamente, se producen una serie de profundos cambios sociales y culturales en todo el mundo occi­dental. Es lo qué se lía llamado la crisis de fin de siglo, cuyos ras­gos más característicos serían los siguientes:

.Grandes progresos técnicos y científicos.

. Rápido crecimiento industrial (segunda revolución industrial). .Auge de la burguesía (la belle époque), que se convierte en la clase dirigente.

. La clase obrera, cada vez más numerosa, se organiza para defen­der sus intereses frente a la burguesía.

.Se extienden las teorías socialistas y anarquistas.

.Crisis del positivismo y del racionalismo: la persona duda de que la ciencia y la razón humanas basten por sí solas para explicar y cono­cer el mundo. Como consecuencia de ello, aparecen las corrientes irracionalistas y vitalistas, que intentan explicar la vida desde una perspectiva subjetiva e individualista: Schopenhauer (el mundo y el individuo están regidos por una voluntad ciega e irracional), Kierke­gaard (con sus ideas en torno a la angustia vital), Nietzsche (qué e exal-ta los ímpulsos vitales sobre la razón y el intelecto).

El pensamiento irracionalista llevaría poco después al existencialis­mo: el ser humano es un ser para la muerte, lo que le lleva inevita­blemente a la angustia existencial.

Esta etapa se cierra con la Primera Guerra Mundial (1914).

En España se producen, además, algunos hechos que merecen des­tacarse:

. El desastre del 98, con la pérdida de las últimas posesiones colo­niales: Cuba, Puerto Rico y Filipinas.

.Atraso general del país, que necesita, según la opinión de numero­sos escritores e intelectuales, una regeneración.

.En lo político, continúa la alternancia en el poder de los partidos libe­ral y conservador, con los núcleos rurales sometidos al control de los caciques.

 1.2 Modernismo y Generación del 98

La crisis de fin de siglo en España dio lugar a dos movimientos: el Modernismo y la Generación del 98. Esta diferenciación, que se man­tiene por razones didácticas, ha sido siempre muy discutida (Antonio Machado y Valle-Inclán, por ejemplo, considerados como miembros del 98, son modernistas en sus comienzos literarios).

Para algunos, existe un único movimiento literario, el Modernismo, que es la expresión del cambio de sensibilidad en la cultura española de fin de siglo. No hay razón, por tanto, para hablar de generación del 98. Para otros, en cambio, aunque modernistas y noventayochistas per­tenezcan a una misma generación histórica, existen diferencias suficientes entre ellos como para no incluirlos en el mismo movimiento: el Modernismo se aso cia con la preocupación estética y el refinamiento del 98 con una orientación más intelectual y filosófica (el pro­- blema a existencial, el tema de España).

 

 1.3 El Modernismo

El Modernismo es un movimiento artístico que se inició hacia 1880 se mantuvo vigente a lo largo de los primeros años del siglo xx, hasta la Primera Guerra Mundial (1914) aproximadamente.

(La palabra modernista fue utilizada en un principio para referirse con tono despectivo a los jóvenes que intentaban romper con la estética del realismo. Estos jóvenes modernistas de los últimos años del xix se oponían además al materialismo burgués de su generación, adoptan­do para ello posturas inconformistas y de rebeldía, como la vida bohe­mia. )

 

 Orígenes e influencias del Modernismo

Las primeras manifestaciones literarias del Modernismo tuvieron lugar en Hispanoamérica, a partir de 1880, y son fruto del deseo general de renovación de la literatura. Sus figuras principales fueron Rubén Darío y, en menor medida, José Martí.

En los orígenes del Modernismo hay una rebelión contra el espíritu uti­litario de la época y el materialismo de la civilización burguesa e indus­trial.

En lo estético, influyeron decisivamente en el Modernismo dos movi­mientos literarios franceses de la segunda mitad del xix, el parnasia­nismo y el simbolismo.

El parnasianismo se caracteriza por la perfección formal, el culto a la belleza externa y la aspiración a una poesía serena y equilibrada. Sus temas preferidos eran los mitos griegos y la evocación de ambientes refinados y exóticos (bíblicos, egipcios, orientales, medievales...). Sus máximos representantes fueron Leconte de Lisie y T. Gautier, autor del famoso lema parnasiano: El arte por el arte.

El simbolismo (al que pertenecen autores tan famosos como Baudelaire, Verlaine, Rimbaud y Mallarmé) se propone descubrir los significados profundos que se esconden más allá de la realidad sen­sible. Para ello se vale de los símbolos, imágenes o realidades físi­cas que sugieren ideas, sentimientos o estados de ánimo: el ocaso, por ejemplo, es símbolo de muerte o decadencia, lo mismo que un par­que otoñal. Para sugerir (no para mostrar) esos significados ocultos, esas correspondencias de las cosas, los simbolistas recurren a un len­guaje musical ("¡La música ante todo!", en palabras de Verlaine) y al uso de las sinestesias o cruces de sensaciones ("risa de oro", "sol sonoro'...).

El Modernismo tomó de los parnasianos la búsqueda de la perfección formal, los temas exóticos y el concepto de el arte por el arte. De los simbolistas, el ritmo y la musicalidad del verso, así como el arte de evocar y sugerir.

Otras influencias perceptibles en el Modernismo son: el romanticismo intimista de Bécquer, la poesía cargada de misterio del norteameri­cano E. Allan Poe, el arte refinado de Oscar Wilde y el decadentis­mo del italiano G. D'Annunzio.

 

1 Temas de la literatura modernista

.El Modernismo es un movimiento fundamentalmente esteticista: la búsqueda de la belleza, único medio de huir de la realidad cotidiana y de mostrar su desacuerdo con ella, es el principal motivo artístico.

. Esta búsqueda de la belleza se manifiesta sobre todo en las evoca­ciones históricas y legendarias (evasión en el tiempo y en el espa­cio): el mundo oriental, la edad media, la mitología griega, el Renacimiento italiano. La América anterior a colón, etc. En estas evocaciones de tiempos pasados y ambientes exóticos y refinados abundan los motivos coloristas: ninfas y dioses, jardines, palacios y castillos, cisnes -símbolos de belleza modernista-, princesas, salones cortesanos, fiestas galantes, etc. Todo un mundo de refinada belleza, opuesta, según los modernistas, a la vulgaridad de la vida burguesa; lo bello e inútil desde el punto de vista práctico frente a lo utilitario y materialista.

Otro tema importante lo constituye la expresión de la intimidad per­sonal (el llamado modernismo interior, de clara inspiración románti­ca): la melancolía, el hastío y la tristeza como manifestaciones del malestar existencial, sentimientos envueltos casi siempre en ambien­tes otoñales o crepusculares de jardines abandonados, parques soli­tarios, tardes grises, etc.: a un estado de ánimo melancólico corres­ponde una naturaleza que simbolice o sugiera el mismo sentimiento.

 

1 El lenguaje modernista

El ideal de belleza determina también los principales rasgos del len­guaje y el estilo modernistas:

. Léxico muy seleccionado, con preferencia por las palabras musica­les y cultistas o que expresen luz y color ("el modernismo es la litera­tura de los sentidos"); abundan también los arcaísmos y los neologis­mos.

. Empleo de recursos estilísticos: aliteraciones (el ala aleve del leve aba­nico), sinestesias (esperanza olorosa, blanco horror), metáforas, etc.

. Renovación de la métrica: sonetos en alejandrinos, uso de versos dodecasílabos y eneasílabos, revitalización de estrofas olvidadas. Destaca especialmente la introducción de los ritmos de intensidad de la poesía latina, basados en los pies acentuales, que producen gran musicalidad: el dáctilo (Ínclitas razas ubérrimas, sangre de Hispania fecunda), el anfíbraco (¡Ya viene el cortejo! Ya se oyen los claros cla­rines) y el anapesto (La princesa está triste, ¿qué tendrá la princesa?). 1 Principales escritores modernistas

HISPANOAMÉRICA:

.Aparte de Rubén Darío, destacan los cubanos José Martí y Julián del Casa¡, los mejicanos Gutiérrez Nájera y Amado Nervo, los colom­bianos José Asunción Silva y Guillermo Valencia, el argentino Leopoldo Lugones y el peruano José Santos Chocano.

ESPAÑA:

.Como precursores del Modernismo, Salvador Rueda (autor de En tropel,) Ricardo Gil y Manuel Reina.

. Modernistas influidos por Rubén Darío: Eduardo Marquina, Francisco Villaespesa y Manuel Machado, autor de libros como Alma y Caprichos.

. El Modernismo influyó también en algunos libros de Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez y Valle-Inclán (véanse págs.27, 31 y 28 respectivamente).

En general, el Modernismo español es más intimista que esteticista, más simbolista que parnasiano: un Modernismo interior.

Pero el autor más importante, el padre del Modernismo, el auténtico renovador de la poesía española fue Rubén Darío.

 

 Rubén Darío

Félix Rubén García Sarmiento (verdadero nombre del poeta) nació en Metapa (Nicaragua) en 1867. Lector y poeta precoz, conoció muy pronto la literatura francesa moderna. Viajó por numerosos países sudamericanos y europeos. En 1892 visitó por primera vez España, con motivo del centenario del descubrimiento de América, y en 1899 volvió de nuevo como corresponsal de un periódico argentino. A par­tir de entonces, los modernistas españoles siguieron sus directrices. Desde 1900, y como diplomático, alternó su residencia entre Madrid y París. Murió en León (Nicaragua) en 1916; los agobios económicos y e! alcohol presidieron casi toda su vida.

Obra poética:

*Azul (1888), su primer libro, muy influido por lo francés y con abundancia de temas exóticos; en él se mezclan poemas y rela­tos breves en prosa. Es muy conocido el soneto dedicado al héroe americano Caupólicán.

. Prosas profanas (1896). su libro más brillante en la línea del modernismo esteticista: ambientes refinados, motivos exóticos, tiempos pasados...; todo un mundo de fantasía lleno de cisne: , princesas y seres mitológicos, Uno de los poemas más famo­sos es el titulado Sanatina (La princesa está triste..., ¿qué ten­drá la princesa?. (En el prólogo aparecen estas significativas palabras: "Veréis en mis versos princesas, reyes, cosas impe­riales. visiones de países lejanos o imposibles; ¡qué queréis, yo detesto la vida y el tiempo en que me tocó nacer!")

 Cantos de vida y esperanza (1905) supone el inicio de una etapa diferente, con temas subjetivos e intimistas (Canción de otoño en primavera, Lo fatal...) o basados en motivos hispáni­cos (Letanía de Nuestro Señor Don Quijote) y políticos (Salu­tación del optimista, Oda a Roosevelt).

.Otras obras: El canto errante (1907). Poema de otoño y otros poemas (1910).

Rubén Darío está considerado como el gran renovador de la poesía en lengua española, tanto en los temas como en la métrica (practicó todas las estrofas clásicas, con importantes innovaciones) o el lenguaje.

La Generación del 98

El término de Generación del 98 se debe a Azorín, que lo propuso en una serie de artículos de 1913 para referirse a un grupo de jóvenes escritores que habían empezado a publicar hacia finales de siglo. Contemporáneos de los modernistas, compartían con éstos una misma actitud de protesta contra la sociedad y contra el estado de la litera­tura, pero sus preocupaciones eran otras: el problema de España y cuestiones filosóficas, básicamente.

Aunque no hay acuerdo en la lista de escritores que pertenecen a esta Generación del 98, discutida por muchos, los nombres más relevan­tes son los siguientes: Miguel de Unamuno, Pío Baroja, Azorín, Ramiro de Maeztu, Antonio Machado y Valle-Inclán.

Como hechos que permiten hablar de generación literaria, merecen destacarse en este caso:

o Escasa diferencia de edad: todos nacieron entre 1864 -Unamuno- y 1875-Machado-. Relaciones personales entre ellos: Azorín, Baroja y Maeztu formaron el grupo de Los Tres, con el que firmaban sus colaboraciones; todos frecuentaban los mismos ambientes y tertulias; algunos -Unamuno, Azorín, Baroja- adoptaron posturas revolucionarias, socialistas y anar­quistas, en su juventud.

. Un acontecimiento generacional que los una, en este caso el desas­tre de 1898, año en que España perdió sus últimas colonias: Cuba, Puerto Rico y Filipinas. Este hecho, además, da nombre a la genera­ción.

Entre los precursores, cabe citar a los regeneracionistas, preocupa­dos por sacar a España de la decadencia en que se encontraba (Joa­quín Costa, entre otros), y a Angel Ganivet, autor de Idearium espa­ñol, un breve ensayo sobre la psicología del pueblo español, y dos novelas de intención satírico-social: La conquista del reino de Maya y Los trabajos del infatigable creador Pío Cid.

 

Características de la Generación del 98

Como rasgos distintivos que podrían caracterizar como grupo homo­géneo a los escritores reseñados arriba destacan los siguientes:

o Su preocupación por el problema de España. Coincidiendo con el desastre del 98, se había extendido por todo el país una sensación generalizada de crisis y decadencia. Sin embargo, frente a los pro­blemas concretos y prácticos, económicos y sociales, los autores del 98 buscaron en general respuestas abstractas y filosóficas. Es decir, el tema de España les interesaba especialmente en el plano de las ideas y creencias. Por eso buscan la esencia de lo español en el idio­ma, en la tradición, en la literatura medieval, en las vidas de las gen­tes sin historia o en el paisaje castellano.

o Las preocupaciones filosóficas. Cuestiones como el sentido de la existencia o el destino del hombre son fundamentales en muchas de sus obras. Estos temas derivan de la gran influencia ejercida en todos ellos por los filósofos de la época, especialmente Schopenhauer, Nietzsche y Kierkegaard. Asimismo, algunas obras de Unamuno 0 Baroja son claros antecedentes del existencialismo europeo.

. Unas mismas inquietudes literarias: crítica del realismo; búsqueda de un lenguaje preciso y natural, alejado del barroquismo y la retórica de buena parte de la literatura del xix; innovaciones en los géneros literarios, particularmente en la novela y en el ensayo.

 Unamuno

Miguel de Unamuno y Jugo nació en Bilbao en 1864. Estudió Filosofía y Letras en Madrid, y en 1891, recién casado, ganó la cátedra de grie­go en la Universidad de Salamanca, ciudad en la que vivió hasta su muerte y con la que, todavía hoy, se le sigue identificando. Desde muy joven empezó a publicar artículos en la prensa, siempre movido por su espíritu crítico. En 1897, al tiempo que se aleja de sus posturas socialistas de juventud, sufre una honda crisis espiritual y religiosa. A partir de entonces, sus dudas sobre la existencia de Dios y el papel del hombre en el mundo, así como su obsesión por el tema de la muer­te, le acompañaron siempre. De 1924 a 1930 estuvo desterrado en Fuerteventura y Francia por su oposición a la Dictadura de Primo de Rivera. Murió en Salam nca el último día de 1936.

 Obra.

La personalidad contradictoria y atormentada de Unamuno se refleja en toda su producción literaria. Escribió siempre sobre sí mismo y sobre sus preocupaciones personales: el sentido de la vida, la angus­tia ante la muerte, la existencia de Dios, el ansia de eternidad, el tema de España...

Ensayos

. En torno al casticismo (1895). sobre el tema de España. Defiende la europeización y expone su teoría de la intrahisto­ria, esto es, la historia de los millones de hombres sin historia, las personas normales y anónimas que son las que forjan el `       carácter y hacen la verdadera historia de un país.

. Vida de Don Quijote y Sancho (1905), apasionado comenta­rio del Quijote, propuesto como símbolo del espíritu idealista español frente al racionalismo europeo.

. Por tierras de Portugal y España (1911) y Andanzas y visio­nes españolas, crónicas de viaje en las que "interpreta" más   que describe el paisaje.

. Del sentimiento trágico de la vida (1913), en el que desarro­lla sus ideas sobre los temas que le preocuparon siempre: la inmortalidad, el conflicto entre fe y razón, Dios, el destino per­sonal del hombre, abocado a la muerte, lo que es causa de la angustia y el sentimiento trágico.

.La agonía del cristianismo (1925), sobre su personal concep­ción de la vida religiosa como agonía, es decir, como lucha, como una permanente actitud de duda y desasosiego.

Novelas:

Unamuno utilizó el marco de la novela para expresar sus pre­ocupaciones existenciales y filosóficas: el sentido de la vida, el ansia de inmortalidad, la identidad, el sentimiento trágico deri­vado de la certeza de la muerte, etc. En su deseo de renovar

la novela, te dio un nombre diferente: nivola. Las novelas o nivo­las de Unamuno pretenden ser un relato esencial de un conflic­to de conciencia. Para ello, se eliminan o reducen las referencias al ambiente en que suceden los hechos y se simplifica al máxi­mo la acción externa, centrándose todo el interés del relato en '

la interioridad del personaje y sus problemas íntimos.

. Paz en la guerra (1897), su primera novela, escrita a la mane­ra realista tradicional, tiene mucho de autobiográfica: narra la vida en su Bilbao natal durante el asedio de los carlistas en 1874.

.Amor y pedagogía (1902), en la que ridiculiza una pedagogía y una concepción del ser humano pretendidamente científicas y deshumanizadas: Avito Carrascal educa a su hijo para ser un genio, aplicándole las ideas científico-pedagógicas del momen­to. Pero fracasa estrepitosamente, pues la vida, el instinto y la naturaleza se impondrán a la razón y a la ciencia.

. Niebla (1914), subtitulada nivola, sobre los problemas exis­tenciales y de identidad de Augusto Pérez, el protagonista. (Es famoso el episodio en que Augusto Pérez, personaje de ficción, acude a ver a Unamuno, personaje real y autor de la novela, con el que se enfrenta en una larga discusión.)

.Abel Sánchez (1917), que cuenta la trágica historia de Joaquín Monegro, centrada en sus sentimientos de odio y envidia hacia su amigo Abel Sánchez.

. La tía Tula (1921), en torno al sentimiento de maternidad.

. San Manuel Bueno, mártir (1931), historia de un sacerdote ' atormentado por su falta de fe en la vida eterna, situación que          - él oculta para no alterar la conciencia de sus feligreses, que viven en paz gracias a él. En la novela aparecen los temas una- ` munianos de siempre: la identidad personal, el sentimiento trá­gico de la vida, el destinó del hombre y la inmortalidad...

Otras novelas son Tres novelas ejemplares y un prólogo (1920) y Cómo se hace una novela (1927).

Poesía:

En su obra poética, más preocupada por ta fuerza de las ideas y los sentimientos que por las formas musicales, aparecen los mismos temas de su prosa: el sentimiento religioso, los conflictos existenciales, España, la interpretación del paisaje, las experiencias cotidianas y familiares... Los libros más famosos son Poesías (1907), Rosario de sonetos líricos (1911), El Cristo de Velázquez (1920), De Fuerteventura a París (1925), Romancero del destierro (1927) y Cancionero, especie de diario escri­to en sus últimos años y que se publicó póstumamente en 1953.

Teatro:

En sus obras teatrales, poco apreciadas por el público, vuelve a plan­tear sus inquietudes espirituales y filosóficas. La acción externa, muy escasa -como escasas son las acotaciones referidas a decorados, vestuario, etc.-, se supedita siempre al conflicto interior vivido por los personajes, especialmente el protagonista. Es, pues, el suyo, un tea­tro intelectual y de ideas más que de acción dramática. Sus obras más importantes son:

. La esfinge (1909), inspirada en la profunda crisis espiritual sufrida por el autor en 1897.

. Fedra (1918), reelaboración del mito clásico tratado por Eurípides y Racine.

. El otro (1932), centrado en el problema de la personalidad.

 Baroja

Pío Baroja y Nessi nació en San Sebastián en 1872. Estudió Medicina en Madrid, profesión que ejerció por poco tiempo en Cestona (Guipúzcoa). Después se ocupó de un negocio familiar-una panade­ría-, que abandonó para dedicarse exclusivamente a la literatura y al periodismo. Consagrado como un escritor de éxito, su vida transcurrió entre Madrid y su casona de Itzea, en Vera de Bidasoa, con frecuen­tes viajes por España y Europa (durante la guerra civil vivió temporal­mente en Francia). Murió en Madrid en 1956.

*Las ciudades, formada por César o nada (1910), El mundo es ansí (1912) y La sensualidad pervertida (1920). Destaca el pro­tagonista de la primera, César Moncada, el hombre de acción que fracasa en sus intentos de reformar Castro Duro, ciudad en la que vive, utilizada por Baroja como símbolo de España.

. El mar, en la que se incluyen Las inquietudes de Shanti Andía (1911), El laberinto de las sirenas (1923), Los pilotos de altura (1929) y La estrella del capitán Chimista (1930).

A la segunda etapa pertenecen las veintidós novelas agrupa­das bajo el título de Memorias de un hombre de acción, prota­gonizadas todas por Eugenio de Aviraneta, personaje aventu­rero, tío abuelo de Baroja, que había vivido en el siglo xix.         

De entre los libros de la tercera etapa, destacan los siete tomos de sus memorias personales, con el título de Desde la última vuelta del camino (1944-1949).

Baroja es autor también de numerosos cuentos, entre los que sobresalen los reunidos en Vidas sombrías (1900).

 Azorín

José Martínez Ruiz, más conocido por el seudónimo de Azorín, nació en Monóvar (Alicante) en 1873. Inició su labor literaria como periodis­ta, primero en Valencia y luego, a partir de 1896, en Madrid. En cola­boración con Baroja y Maeztu (el grupo de Los Tres), participó acti­vamente en actos de protesta social y política. De ideas anarquistas en su juventud, adoptó en su madurez posturas conservadoras. Murió en Madrid en 1967.

Obra. Los rasgos más destacados de su producción, en especial de sus ensayos y novelas, son los siguientes: el estilo, sencillo y claro, inconfundible por el uso de frases cortas; el vocabulario, exacto y pre­ciso, con abundantes términos olvidados o en desuso; la capacidad para describir y evocar nostálgicamente impresiones, sensaciones, pai­sajes, etc.; su habilidad para percibir el detalle de las pequeñas cosas cotidianas (“los primores de lo vulgar”, en frase de Ortega y Gasset). Ensayos:

Los temas más frecuentes son:

. La descripción impresionista de los paisajes y las gentes de España, particularmente de Castilla, con evocaciones de per­sonajes o ciudades del pasado: Los pueblos (1905), La ruta de Don Quijote (1905), Castilla (1912), El paisaje de España visto por los españoles (1917).

*La interpretación, personalísima, de los clásicos españoles, mezcla de crítica literaria y evocación histórica de la vida coti­diana en la época en que fueron escritos; con el tema del paso del tiempo como telón de fondo: Lecturas españolas (1912), Clásicos y modernos (1913), Al margen de los clásicos (1915). Novelas:

En ellas, en general, el argumento y la acción tienen escaso interés; son, más bien, fragmentos de vida, a menudo autobio­gráficos, y descripciones detallistas de personajes y ambientes sustituyen a la intriga.

Su primer ciclo de novelas está formado por La voluntad (1902), Antonio Azorín (1903) y Las confesiones de un pequeño filó­sofo (1904), de carácter autobiográfico las tres y con un prota­gonista común, Antonio Azorín.

Posteriormente, y desde una actitud renovadora y vanguardis­ta, publicó Don Juan (1922), Doña Inés (1925), Félix Vargas (1928), titulada después El caballero inactual, y Superrealismo (1929). Ya en la posguerra, entre 1941 y 1944, escribió María Fontán, La isla sin aurora y Salvadora de Olbena.

Teatro:

Como dramaturgo, intentó una renovación teatral incorporando técni­cas surrealistas y otras experimentaciones escénicas, pero el éxito no le acompañó. Sus obras más importantes son Old Spain (1926), Brandy, mucho brandy (1927) y Lo invisible, trilogía sobre el tema de la muerte compuesta por tres piezas independientes (La arañita en el espejo, El segador y Doctor Death, de 3 a 5).

 Machado

Antonio Machado nació en Sevilla en 1875, en una familia de la bur­guesía liberal. A los ocho años se trasladó con su familia a Madrid, donde estudió en la Institución Libre de Enseñanza (no obtuvo, sin embargo, el título de bachiller hasta el año 1900). En 1899 se fue a París, donde trabajó durante unos meses como traductor; en una segunda estancia en París (1902), hizo amistad con Rubén Darío. En 1907 se trasladó a Soria, en cuyo instituto fue catedrático de francés hasta 1912. En Soria -ciudad asociada para siempre a su nombre- se casó en 1909 con Leonor Izquierdo, que tenía entonces dieciséis años. La muerte de Leonor en 1912 le causó una gran conmoción y Machado abandonó Soria para trasladarse a Baeza (Jaén). Ejerció luego como profesor en Segovia y en Madrid, y hacia 1927 conoció a Pilar Valderrama, la Guiomar de sus últimos poemas amorosos. Decidido partidario de la República, se vio obligado a huir a Francia poco antes de terminar la guerra civil, en enero de 1939. Un mes más tarde, el 22 de febrero de 1939, murió en Cotlliure, un pueblo de la costa francesa, en cuyo cemen­terio está enterrado.

La poesía:

.Soledades (1903); ampliado y refundido en 1907 con el título de Soledades, galerías y otros poemas. Es un libro con influen­cias modernistas (de[ modernismo intimista o interior) y simbo­listas. El tema predominante es la expresión de los sentimientos personales: la melancolía y la nostalgia, el pasó del tiempo, la muerte, los recuerdos y evocaciones del pasado, la angustia y la soledad; ete. Para ello utiliza con frecuencia símbolos: la fuente y el agua, el camino, la tarde, el huerto en sombra, la noria...

. Campos de Castilla (1912 y 1917). Los temas fundamentales son ia descripción de las tierras de Soria -prototipo del paisa­je castellano, austero, árido y gris- y las reflexiones, críticas y dolorosas, sobre la decadencia española (en este sentido, se dice que es un libro rioventayochista). Es, en general, una poe­sía menos intimista y más objetiva y descriptiva (con respecto a Soledades, "un paso del yo al nosotros", de lo personal a lo general). Entre los poemas más conocidos del libre, merecen destacarse: Retrato (XCVII), A orillas del Duero (XCVIII y Cll) Campos de Soria (CXIII), A un olmo seco (CXV), A José María Palacio (CXXVI) y El mañana efímero (GXXXV).

En el libro aparece también un largo romance, La tierra de Alvargonzález, que relata una dramática historia de codicia y envidia. Varios poemas, escritos en Baeza, se centran en la evocación de Soria y en el recuerdo de Leonor muerta. Otro grupo, Proverbios y cantares, está constituido por una serie de poemas breves que recogen reflexiones y sentencias de carác­ter filosófico. Por último, hay una serie de Elogios a varios inte­lectuales y amigos: Rubén Darío, Unamuno, etc.

La métrica es muy variada: alejandrinos, combinaciones de ver­sos de siete y once sílabas (la silva de romance), etc.

. Nuevas canciones (1924) es un libro muy variado: poemas en formas métricas tradicionales (coplas, romances, etc.), breves e ingeniosos poemillas de carácter sentencioso y filosófico (Proverbios y cantares); descripciones de paisajes y evocacio­nes de recuerdos.

En años posteriores, dedicado más a la prosa, no publica ningún nuevo libro de versos. Pero en las ediciones de sus Poesías completas (1928, 1933, 1936) aparecen varios poemas añadidos. Entre ellos destacan los que forman De un Cancionero apócrifo, atribuido a dos poetas de su invención, Abel Martín y Juan de Mairena. Testimonio de su amor tardío y otoñal son las Canciones a Guiomar. Cabe destacar finalmente sus Poesías de guerra, escritas durante la guerra civil.

Obra en prosa:

.Juan de Mairena, conjunto de artículos y breves diálogos atribuidos a un supuesto profesor de Poética y Retórica, Juan de Mairena. A tra­vés de ellos expone Machado sus ideas sobre arte, literatura, filoso­fía, etc.

.Los complementarios, publicados en varias ocasiones tras la muer­te del poeta: apuntes, reflexiones, borradores de trabajos futuros, tex­tos filosóficos, poemas, etc.

 

Valle-Inclán

Ramón María del Valle-Inclán nació en Villanueva de Arosa (Ponte­vedra) en 1866. En 1892 abandonó sus estudios de Derecho y mar­chó a México. De vuelta en España, se instaló en Madrid, donde llevó una vida bohemia. En 1899, como consecuencia de una disputa con otro escritor, se le tuvo que amputar el brazo izquierdo. De figura incon­fundible -largas barbas, melena, vestido con capa y chalina- y centro de todas las tertulias, se dedicó por entero a la literatura hasta su muer­te, ocurrida en Santiago de Compostela en 1936.

En su juventud, simpatizó con las ideas tradicionalistas y carlistas, movido sobre todo por la nostalgia de los viejos valores de un tiempo ya pasado. Posteriormente, a partir de 1915, su inconformismo radi­cal con la sociedad de la época le llevó a posturas revolucionarias.

Obras:

Valle Inclán escribió poesía, teatro y novela, siempre con una actitud renovadora y antirrealista. Suelen distinguirse asimismo dos períodos en su producción: el modernista y el de los esperpentos.

Novelas:

. Sonatas (Sonata de otoño, 1902, Sonata de estío, 1903, Sonata de primavera, 1904, y Sonata de invierno, 1905), pro­tagonizadas por el marqués de Bradomín ("feo, católico y sen­timental"). El mundo aristocrático y decadente que recrean, así como el lenguaje cuidado y musical en que están escritas, las convierten en un magnífico ejemplo de prosa modernista.

. La guerra carlista (1908-1909), trilogía compuesta por Los cru­zados de la causa, El resplandor de la hoguera y Gerifaltes de antaño.

. Tirano Banderas (1926), ridiculización esperpéntica de un dic­tador hispanoamericano. Con ella inauguró un tema que luego sería ampliamente tratado por novelistas hispanoamericanos (Miguel Ángel Asturias, Gabriel García Márquez, etc.).

. El ruedo ibérico, trilogía formada por La corte de los milagros (1927), Viva mi dueño (1928) y Baza de espadas (1932), rela­to esperpéntico y satírico de la corte de Isabel II en el siglo xix. (Anteriormente, entre 1895 y 1904, publicó también algunos libros de cuentos y narraciones breves: Femeninas, Epitalamio, Jardín umbrío, Corte de amor y Flor de santidad.)

Teatro:

. Comedias bárbaras, ciclo compuesto por Águila de blasón (1907), Romance de lobos (1908) y Cara de Plata (1920), ambientadas en una Galicia mítica y rural, cargada de violen­cia y pasiones trágicas (el personaje principal es don Juan Manuel de Montenegro, especie de tiránico señor feudal). La dificultad de su puesta en escena ha hecho pensar a algunos que, más que de teatro, se trata de novelas dialogadas.

. Divinas palabras (1920), tragicomedia de aldea, ambientada en Galicia, en un mundo rural de pasiones elementales.

.Luces de bohemia (1920), el primer esperpento. Con este nom­bre designa Valle un tipo de teatro basado en la deformación 'sis­temática de la realidad. La deformación alcanza a los personajes, convertidos en seres grotescos y tratados como fantoches o marionetas, al lenguaje y a los escenarios. Todo ello con la inten­ción de reflejar lo absurdo de la realidad y la vida española de la época. Luces de bohemia es una sátira deformada v caricatures­ca de la vida española de comienzos del siglo xx, El protagonista es un poeta ciego, Max Estrella, y la acción -estructurada en quin­ce escenas- recoge las últimas horas de su vida, desde un atar­decer hasta la mañana siguiente. En esa última noche, y acom­pañado de su amigo don Latino, recorre diversos ambientes del Madrid de la época -la taberna de Pica-Lagartos, la librería de Zaratustra, el ministerio de la Gobernación, la redacción de El Po­pular, el café Colón...-, encontrándose por todas partes con una sociedad y unos personajes mediocres y degradados. Preci­samente entre los personajes que no se libran de la deformación esperpéntica figuran Rubén Darío y un grupo de desharrapados poetas modernistas.

»Al ciclo de los esperpentos pertenecen también Los cuernos de don Friolera (1921), Las galas del difunto (1926) y La hija del capitán (1927), agrupadas bajo el título de Martes de car­naval.

Valle-Inclán escribió también teatro modernista (Cuento de abril, 1909, Voces de gesta, 1911, La marquesa Rosalinda, 1912) y , una serie de farsas, con el título general de Tablado de mario­netas para educación de príncipes: Farsa infantil de la cabeza del dragón, Farsa italiana de la enamorada del rey y Farsa y licencia de la reina castiza.

El teatro de Valle-Inclán, muy renovador y avanzado para su época, es considerado hoy, junto con el de García Lorca, como el más importante del siglo xx en España.

 

Poesía:

Es autor de tres libros: Aromas de leyenda (1907), de influencia moder­nista, La pipa de kif (1919) y El pasajero (1920).

Maeztu

Ramiro de Maeztu (1874-1936) formó parte, junto con Azorín y Baroja, del grupo de Los Tres, hacia 1898. De ideología revolucionaria en su juventud, derivó posteriormente hacia posturas abiertamente tradicio­nalistas (fue fusilado en 1936 por un tribunal popular). Sus obras prin­cipales son las siguientes: Hacia otra España (1899), serie de artícu­los sobre el tema de la decadencia de España, tan típico del 98; Don Quijote,Don Juan y La Celestina (1916), tres ensayos de crítica lite­raria; La crisis del humanismo (1919) y Defensa de la Hispanidad (1934), exaltación de la España imperial y de la acción española en América.

 

Geneneración de 1914: El novecentismo

Con el nombre de novecentísmo (o Generación de 1914) se desig­na a un grupo de escritores situados entre la Generación del 98 y la del 27. Con el término novecentismo se pretende aludir a una carac­terística fundamental de este grupo de escritores: su deseo de reno­vación estética, creando un arte y una literatura propios del nove­cientos, es decir, del siglo xx.

Principales ideas estéticas de los novecentistas:

. Serenidad, pulcritud y equilibrio como valores fundamentales de un arte puro, cuyo único objetivo es el placer estético.

. Intelectualismo.

. Rigor conceptual y precisión de ideas.

. En la poesía, huida del sentimentalismo romántico y de los adornos modernistas.

. En la novela, desprecio del realismo: no es tarea del escritor la reproduc­ción fiel de la realidad, puesto que no debe confundirse el arte con la vida. Por lo tanto, el argumento ya no es el valor fundamental; importan más los valores exclusivamente artísticos, como la construcción y el estilo.

2.1 El ensayo

En el novecentismo ocuparon un lugar fundamental los ensayistas, entre los que destaca José Ortega y Gasset (1883-1956). Además de libros filosóficos, escribió ensayos sobre los más variados temas: La rebelión de las masas, El espectador (ocho volúmenes), etc. Sus ideas estéticas las expuso en dos libros, publicados ambos en 1925: La des­humanización del arte e Ideas sobre la novela. Según Ortega, el nuevo arte del siglo xx es un arte puro, en el que cuentan más las cualida­des formales que lo que tenga de humano o real; la función del arte no consiste en expresar sentimientos ni en copiar la realidad. Es, ade­más, un arte intelectual, dirigido a la inteligencia y no al corazón; la pura emoción estética ha de prevalecer sobre las emociones huma­nas: "El llanto y la risa son estéticamente fraudes"; "El placer estético tiene que ser un placer inteligente".

En cuanto a la novela, el interés tradicional por un argumento huma­no, reflejo de realidades sociales, debe ceder el paso a otros valores más adecuados para proporcionar placer estético: el estilo y el len­guaje, la estructura, elementos intelectuales o imaginativos, accesi­bles únicamente a un público sensible y minoritario.

Otros ensayistas: Eugenio d'Ors (Oceanografía del tedio, Tres horas en el Museo del Prado), Gregorio Marañón (Don Juan), Manuel Azaña y Américo Castro.

 

= 2.2 La novela.

 Ramón Pérez de Ayala y Gabriel Miró

El tipo de novela intelectual y esteticista propugnado por Ortega está representado fundamentalmente por dos autores: Ramón Pérez de Ayala y Gabriel Miró.

La novela de Ramón Pérez de Ayala (Oviedo 1880-Madrid 1956) ha recibido el calificativo de intelectual, por la importancia concedida a los temas que en ella trata. Es también una novela experimental, por el empleo de renovadoras técnicas narrativas. Suele dividirse en tres etapas:

.En la primera (1907-1913), predominan las novelas de carácter auto­biográfico, con un protagonista común, Alberto Díaz de Guzmán, alter ego del propio autor: Tinieblas en las cumbres (1907); A.M.D.G. (1910), -siglas del lema de los jesuitas «Ad Maiorem Dei Gloriam»: «A Mayor Gloria de Dios»-, sobre sus experiencias de adolescente interno en un colegio de jesuitas; La pata de la raposa (1912); Troteras y dan­zaderas (1913), sobre la bohemia literaria de la época.

.A la segunda etapa, de transición, pertenecen las tres "novelas poe­máticas de la vida española": Prometeo, Luz de domingo y La caída de los limones (1916).

o La tercera etapa incluye sus novelas más intelectuales: Belarmino y Apolonio (1921), protagonizada por dos zapateros y con el lenguaje como tema destacado; Luna de miel, luna de hiel y Los trabajos de Urbano y Simona, dos partes de una misma novela, sobre el tema de la educación sexual; Tigre Juan y El curandero de su honra (1926), que componen una misma historia sobre el tema del amor y el honor.

Gabriel Miró (Alicante 1879-Madrid 1930) es el autor de un tipo de novela denominada lírica y formalista: la acción o el argumento ape­nas interesan; adquieren gran importancia las sensaciones, senti­mientos y estados de ánimo, minuciosamente descritos; el estilo, muy elaborado y cuidadoso, convierte a sus novelas en cuadros de prosa poética; intenso lirismo; intimismo y autobiografismo.

Sus novelas más conocidas son Las cerezas del cementerio (1910) y, sobre todo, Nuestro Padre San Daniel (1921) yEl obispo leproso (1926). Las dos últimas transcurren en Oleza (nombre literario de Orihuela) y reflejan el ambiente opresivo y monótono de la ciudad, dominada por la intolerancia religiosa.

Entre sus libros de relatos breves destacan El libro de Sigüenza (1917) y Años y leguas (1928), basados los dos en personajes y recuerdos de carácter autobiográfico, y Figuras de la Pasión del Señor (1917), conjunto de cuadros en los que se recrean una serie de personajes bíblicos en un paisaje palestino muy semejante al de las tierras levan­tinas que Miró describe en todas sus obras.

Otros novelistas de la época:

.Wenceslao Fernández Flórez (1884-1964), con obras llenas de humor e ironía como Volvoreta (1917), El secreto de Barba Azul (1923) y Las siete columnas (1926). De carácter lírico y poético es una obra posterior, El bosque animado (1944), que tiene por escenario una fraga o bosque gallego.

.Benjamín Jarnés (1888-1949), cultivador de una novela intelectual y lírica en la línea de Ortega: El profesor inútil (1926), Locura y muer­te de nadie (1929).

= 2.3 La poesía.

Juan Ramón Jiménez

Nació en Moguer (Huelva) en 1881. Interesado desde muy joven por la literatura, en 1900 se trasladó a Madrid "a luchar por el modernis­mo". La muerte de su padre le produjo una profunda crisis, que le obli­gó a permanecer en sanatorios del sur de Francia y de Madrid. Tras unos años en Moguer, regresó de nuevo a Madrid, alojándose en la Residencia de Estudiantes. En 1916 se casó con Zenobia Camprubí. En 1936, al estallar la guerra civil, inició un largo exilio por varios paí­ses de América. En 1956 le fue concedido el Premio Nobel de Lite­ratura. Murió en Puerto Rico en 1958.

Obra poética:

Juan Ramón dedicó toda su vida a la poesía, a la Obra, como él decía. Para él, la poesía no es sólo la aspiración a la belleza, sino un medio de conocimiento y de alcanzar la plenitud. Obsesionado por conseguir la perfección, ordenaba y corregía continuamente sus versos. A esta aguda exigencia estética va unido un consciente propósito de dirigir­se, según una dedicatoria suya, "a la minoría, siempre".

El propio Juan Ramón, en un poema de su libro Eternidades (1918), dividió su obra en cuatro etapas: la poesía sencilla e inocente de sus comienzos ("Vino, primero, pura, vestida de inocencia"); la poesía modernista ("Luego se fue vistiendo de no sé qué ropajes"); la etapa de depuración y vuelta a la inocencia antigua; la etapa de la poesía desnuda, intelectualizada.

Más tarde, redujo su evolución a estas tres fases: época sensitiva, desde sus comienzos hasta 1915; época intelectual, iniciada en 1916 con el Diario de un poeta recién casado y que terminaría en 1936; época suficiente o verdadera, desde 1936 hasta su muerte, es decir, la época del exilio.

A !a primera época pertenecen, entre otros, los libros siguien­tes:

. Ninfeas y Almas de violeta (1900), inspirados en el moder­nismo de Rubén Darío:

.Arias tristes (1903), neorromántico y simbolista, con predomi­nio de los versos oetosílabos asonantes, centrado en los temas de la melancolía, la soledad, el paso del tiempo y la muerte. A este tipo de poesía intimista con influencias de Bécquer res­ponden también Jardines lejanos (1904) y Baladas de prima­vera (1907).

. Elejías (1908), Poemas májicos y dolientes (1911) y La sole­dad sonora (1911) corresponden a lo que su autor llamaba "los ropajes del Modernismo", con predominio de alejandrinos y endecasílabos. (En esta época escribió el famoso libro en prosa poética Platero y yo, publicado en 1914.)

. Estío (1915), que marca el retorno a la sencillez (versos ocfo­sílabos, asonancia...).

A la segunda época, la de la poesía desnuda o intelectual per­tenecen:

. Diario de un poeta recién casado (1917), escrito a raíz de un viaje a Nueva York con motivo de su boda. El libro señala el inicio de ia poesía desnuda: poemas breves, en verso libre o sin rima, que tratan de expresar lo esencial de las cosas; poe­sía de ideas, más que de sentimientos. Desaparece lo anec­dótico y se intenta describir con exactitud y sencillez !a impre­sión que la contemplación de las cosas produce en el poeta. Pertenecen a este período Eternidades (1918), Piedra y cielo (1919), Poesía (1923), Belleza (1923) y La estación total, libro escrito entre 1923 y 1936, aunque publicado en 1946. La poe­sía es cada vez más un medio de conocimiento para llegar a la esencia de las cosas, en busca de una nueva inteligencia que le permita alcanzar la belleza.

A la tercera etapa corresponden los libros escritos fuera de España:

. En el otro costado (1936-1942), que contiene el famoso poema en prosa Espacio.

.Animal de fondo (1949), posteriormente incluido en Dios dese­ado y deseante, en los que expresa vivencias místicas y meta­físicas en su identificación de Dios con la Belleza y la Natu­raleza.

 

Teatro español anterior a 1936

Los gustos del público -un público burgués que acudía al teatro en busca de diversión exclusivamente- determinan en gran manera la orientación del teatro anterior al 1936. Por esta razón, suele hablarse de dos grandes tendencias: el teatro de éxito comercial y el teatro renovador. El primero, destinado a satisfacer las exigencias del públi­co, es, en general, un teatro costumbrista, cómico o melodramático que rehúye los planteamientos ideológicos y continúa con las formas dramáticas tradicionales. El segundo, a contracorriente de los gustos de la época, renovador en las formas y en los temas, hubo de espe­rar muchos años para ser valorado en su justa medida.

En la línea del teatro comercial pueden distinguirse estas tres corrientes: . Comedia burguesa (J. Benavente).

.Teatro poético.Teatro cómico.

El teatro renovador está representado especialmente, entre otros, por las figuras de Valle-Inclán y García Lorca, los dos grandes drama­turgos de este período.

3.1 La comedia burguesa de Benavente

Jacinto Benavente (Madrid, 1866-1954), Premio Nobel de Literatura en 1922, que escribió -y estrenó- cerca de doscientas obras, fue, sin duda, el autor de mayor éxito de la época. Buen conocedor del oficio teatral, sus obras se caracterizan por el dominio de los recursos escé­nicos y la habilidad y el ingenio en los diálogos (a él le corresponde el mérito de haber desterrado del teatro el estilo grandilocuente y decla­matorio del drama posromántico). La mayor parte de su producción, que tiene como escenario los salones y ambientes de la burguesía y la alta sociedad, plantea como tema la crítica amable, irónica y super­ficial de algunos vicios y defectos de las costumbres burguesas.

Sus obras más importantes son:

. El nido ajeno (1894), sobre la situación, opresiva y discrimi­natoria, de la mujer casada en la sociedad española de la época. El tratamiento atrevido y crítico del asunto provocó tales críti­cas que la obra hubo de ser retirada del local en el que se repre­sentaba a los tres días. (Sólo los jóvenes del 98, como Azorín, le aplaudieron; los mismos jóvenes que, luego, ante el giro comercial de sus obras, le retiraron su consideración.)

a Gente conocida (1896); La comida de las fieras (1898), La noche del sábado (1903), Rosas de otoño (1905), críticas suaves de los convencionalismos y valores de la sociedad burguesa.

Los intereses creados (1907), su obra más famosa, con Crispín (encarnación del sentido utilitario e interesado de la vida) y Leandro (que representa el idealismo) como protagonistas. La acción se sitúa en el siglo xvii y aparecen en escena persona­jes de la Commedia dell'Arte, como Polichinela y Arlequín.

 Señora Ama (1909) y La Malquerida (1913), dramas de ambiente rural.

Seguidores del teatro de Benavente fueron Manuel Linares Rivas y Gregorio Martínez Sierra.

 3.2 El teatro poético

En los primeros años del siglo obtuvo también gran aceptación el deno­minado teatro poético. Estaba escrito en verso -al estilo modernista, sonoro y musical- y sus temas eran de carácter histórico: exaltacio­nes de grandes hechos o personajes del pasado. Los principales cul­tivadores de este tipo de teatro son:

. Francisco Villaespesa (1877-1936), autor deEl alcázar de las per­las (1911), Doña María de Padilla (1913), Abén Humeya (1914) y La leona de Castilla (1916).

. Eduardo Marquina (1879-1946), con dramas históricos tales como Las hijas del Cid (1908), En Flandes se ha puesto el sol (1910), El rey trovador (1912) o El Gran Capitán (1916).

Dentro del teatro poético en verso cabe situar, años más tarde, las obras escritas en colaboración por los hermanos Manuel y Antonio Machado: Desdichas de la fortuna o Julianillo Valcárcel (1926), pro­tagonizada por un hijo bastardo del conde-duque de Olivares; Juan de Mañara (1927), sobre la mítica figura del Don Juan; La Lola se va a los puertos (1929), cuya protagonista, una "cantaora", simboliza el espí­ritu de la copla andaluza tradicional.

3.3 El teatro cómico

Un gran éxito de público obtuvo también por esta época el teatro cómi­co, basado casi siempre en la presentación de costumbres y tipos popu­lares. Los autores más representativos son los siguientes:

. Carlos Arniches (1866-1943), conocido especialmente por sus saine­tes costumbristas ambientados en el Madrid pintoresco y popular, con per­sonajes que se expresan en una graciosa habla castiza. Obras de este tipo, que tienen su antecedente en el llamado género chico de finales del xix (La verbena de la Paloma, por ejemplo), son El santo de la Isidra, Los milagros del jornal, El puñao de rosas y don Quintín el amargao.

Posteriormente, Arniches cultivó la llamada tragedia grotesca, en la que se unen lo caricaturesco y lo conmovedor, con una actitud crítica ante las injusticias. A este género pertenecen La señorita de Trevélez (1916), Los caciques(1920) y Es mi hombre (1921).

. Los hermanos Serafín y Joaquín Álvarez Quintero (1871-1938 y 1873-1944), cuyo teatro se identifica con los temas y ambientes de la Andalucía tópica y tradicional. Todas sus obras -sainetes y comedias ­no son más que cuadros de costumbres andaluzas, con una visión invariablemente optimista y risueña de la vida. Entre las más conoci­das pueden señalarse:El patio (1900), El genio alegre (1906), Amores y amoríos (1908), Malvaloca (1912).

 

. Pedro Muñoz Seca (1881-1936), creador de un subgénero cómico, la astracanada (o el astracán), que se basa en las situaciones dispa­ratadas y en los juegos de palabras con el único fin de provocar la risa del espectador. Su obra más famosa es La venganza de don Mendo (1918), parodia de los dramas históricos neorrománticos y del teatro poético en verso de principios de siglo.

= 3.4 El teatro renovador

El teatro renovador, que en aquel entonces fracasó en sus intentos de atraer al público, es hoy, sin duda, el más apreciado. Los dos autores que contribuyeron decisivamente a esta renovación fueron Valle Inclán (véase pág.28) y García Lorca (véase pág.42). Otros autores de impor­tancia que merecen ser destacados son:

. Unamuno (véase pág.24). . Azorín (véase pág.26).

.Jacinto Grau (1877-1958), que después de una serie de obras de tema histórico (El conde Alarcos), literario (El burlador que no se burla, sobre el tema de Don Juan) o bíblico (El hijo pródigo), estrenó en París El señor de Pigmalión (1921), versión moderna del famoso mito clási­co: un artista, Pigmalión, crea unos muñecos que, al cabo del tiempo, se rebelan contra su creador, al que acaban asesinando.

. Ramón Gómez de la Serna, autor de un tipo de teatro insólito y van­guardista (Los medios seres).

. Rafael Alberti (véase pág.43).

Ya en la década de los treinta, sobresalen:

. Miguel Hernández (1910-1942), que, después de un auto sacramen­tal (Quien te ha visto y quien te ve, 1934), escribió una obra de tema social, en verso, El labrador de más aire (1937).

.Alejandro Casona (1903-1965), que estrenó antes de la guerra civil La sirena varada (1934) y Nuestra Natacha(1936). Posteriormente, en el exilio, continuó su producción con títulos como La dama del alba (1944), La barca sin pescador (1945) y Los árboles mueren de pie (1949). A su regreso a España, escribió El caballero de las espuelas de oro, cuyo personaje principal es Quevedo. El tratamiento poético de la acción dramática y la mezcla de realidad y fantasía son las cua­lidades más importantes de sus obras.

, Enrique Jardiel Poncela (1901-1952) representa un tipo de teatro cómico caracterizado por las situaciones inverosímiles que plantea y el ingenio de los diálogos. Este intento de "renovar la risa" por medio de lo inverosímil le acerca en algunos aspectos al teatro del absurdo. Antes de la guerra estrenó Una noche de primavera sin sueño (1927), Usted tiene ojos de mujer fatal (1933), Angelina o el honor de un brigadier (1933) y Cuatro corazones con freno y marcha atrás (1936).

Después de la guerra, en la década de los cuarenta, continuó escri­biendo y estrenando obras con gran éxito de público. Destacan entre ellas: Eloísa está debajo de un almendro (1940), comedia que trata de combinar cómicamente situaciones realistas con la fantasía dispara­tada, Los ladrones somos gente honrada (1941) y Los habitantes de la casa deshabitada(1942).

­

M 4.1 Los movimientos de vanguardia en Europa

Con el término vanguardias (tomado del francés «avant-garde») se designan una serie de movimientos artísticos que se producen en Europa durante el primer tercio del siglo XX. El propósito común que anima a todos los movimientos vanguardistas es el de renovar radi­calmente el arte y la literatura anterior, abriendo nuevos caminos y cre­ando nuevas formas estéticas. En muchos casos, el espíritu de ruptura -o de provocación a veces- no se limita al ámbito artístico, sino que se manifiesta también en la rebeldía contra las normas y convenciones sociales.

La mayor parte de los vanguardismos alcanzaron su auge en el perío­do comprendido entre las dos guerras mundiales, fundamentalmente a partir de 1914 y en las décadas de los años veinte y treinta. Como características generales pueden señalarse las siguientes:

.Carácter de ruptura y revolución artística contra el arte del pasado, en especial contra el realismo.

.Pretensión de originalidad y novedad absolutas; rechazo de normas y tradiciones.

,Búsqueda y experimentación constante de nuevas técnicas expresi­vas, a menudo por la vía de la excentricidad o la provocación. ,Alejamiento del gran público.

, Escasa duración: los distintos movimientos se siguen unos a otros en intervalos de pocos años.

, Conciencia de grupo, expresada a través de los respectivos Manifiestos con los que se dan a conocer.

Los vanguardismos (o ismos, por el sufijo comúnmente adoptado por todos ellos) más importantes fueron éstos: futurismo, cubismo, expre­sionismo, dadaísmo y surrealismo (a los que hay que añadir, en el ámbito de la literatura española, el ultraísmo y el creacionismo).

 Futurismo

Fue fundado por el italiano Marinetti, que publicó en París, en 1909, su primer Manifiesto futurista. Partiendo de la ruptura total con el pasa­do y de la exaltación del "esplendor geométrico y mecánico del mundo moderno", son sus rasgos más característicos:

.Admiración por la civilización mecánica y los progresos técnicos: las máquinas, la velocidad, los grandes inventos (el tren, el avión, la elec­tricidad, etc.), el movimiento, los deportes... ("Un automóvil de carre­ras es más hermoso que la Victoria de Samotracia").

. Desprecio por los temas humanos y sentimentales: "El hombre no tiene ningún interés"; "El dolor humano no es más importante que el que giente una lámpara eléctrica en un cortocircuito".

. Destrucción de la puntuación ortográfica y de la sintaxis, supresión de los adjetivos, empleo del verbo sólo en infinitivo, etc., con el fin de con­seguir el ideal de las palabras en libertad y un estilo rápido y dinámico. El futurismo fue un movimiento rico en teorizaciones, pero pobre en resultados literarios, con la notable excepción de algunos poetas rusos, como Maiakovski. Su mayor contribución a la literatura fue la incor­poración de nuevos temas.

 Cubismo

El cubismo literario fue creado por el escritor francés Guillaume Apollinaire en 1913 como derivación del cubismo pictórico (Picasso, Braque, Gris). Se basa en los puntos siguientes:

. Descomposición de la realidad para recomponerla después libremente mediante la simultaneidad de planos y el collage.

. Importancia de la disposición tipográfica visual-espacial de las pala­bras, como en los famosos caligramas de Apollinaire, cuyos versos dibujan el objeto del que hablan.

*Antisentimentalismo y humor.

 Expresionismo

De origen alemán, se desarrolló en todas las artes desde principios de siglo. Sus postulados básicos son:

.Importan más las realidades internas que las externas; además, no interesa explicar el mundo como es, sino como lo ve el artista.

. El artista ha de proyectar sobre la realidad sus tensiones espiritua­les, su yo angustiado y atormentado, lo que provocará una visión trá­gica y deformada del mundo.

. La exteriorización de las tensiones internas del artista tiene como fin producir una fuerte impresión en el público.

 Dadaísmo

Fundado en Zurich en 1916 por el rumano Tristan Tzara, es tal vez el vanguardismo más radicalmente destructivo. El nombre del movimiento procede de la palabra dada («da-da» intenta representar el balbuceo infantil), y fue elegido abriendo al azar las páginas de un diccionario. El dadaísmo parte de la negación absoluta de todo, incluso del arte y de la literatura; más que de crear, habla de destruir: "El más acepta­ble de los sistemas es no tener ninguno". Así, propugna la duda sis­temática, la burla y el humor corrosivo, la rebelión contra la lógica y el sentido común, la creación de un lenguaje incoherente que fuera refle­jo de las contradicciones de la vida. Se trata, pues, de una fórmula de vivir antes que de un movimiento literario. Una muestra de todo ello es la famosa receta de Tzara para escribir un poema dadaísta: tijeras, un periódico, el azar y cola de pegar.

Surrealismo

Es. sin duda, el movimiento vanguardista más importante. El primer -anifiesto surrealista apareció en París en 1924, firmado por André Breton. Además de renovar el arte, el surrealismo pretende también ambiar la vida. Para ello es necesario acceder a una realidad más alta (de ahí el nombre, «sur-realisme», lo que está por encima de la realidad: superrealismo, sobrerrealismo o suprarrealismo, traducciones más exactas de la palabra francesa). Y esa realidad se encuentran sobre todo en lo más hondo de las personas, en el subconsciente. La función del arte debe consistir en explorar el subconsciente, liberando al individuo, como propugnaba Sigmund Freud, de los impul­sos reprimidos en él por las convenciones morales y sociales.

Como método para acceder al subconsciente, proponen la escritura auto­mática, que consiste en escribir al “dictado del pensamiento” con ausen­cia de todo control ejercido por la razón y al margen de toda preocupa­ción estética y moral. La escritura automática da como resultado un lenguaje ilógico para la razón pero cargado de sugerencias y evocacio­nes. Se recurre también a la imagen visionaria o metáfora surrealista, no basada en la lógica o la semejanza real sino en la asociación libre, iló­gica e inesperada de ideas y palabras, como "el encuentro de un para­guas y una máquina de escribir encima de una mesa de quirófano".

Otros temas frecuentes del surrealismo son el mundo de los sueños (en los que a menudo aflora, según Freud, el subconsciente) y el humor negro. El influjo del surrealismo, especialmente la escritura automática (empa­rentada con el monólogo interior de la novela moderna) y la imagen o metáfora producto del mundo onírico o del inconsciente del autor, ha sido de gran importancia en toda la literatura posterior.

 4.2 El vanguardismo español

Dos son los vanguardismos de origen hispánico, y ambos casi exclu­sivamente poéticos: el creacionismo y el ultraísmo.

 Creacionismo

Fue iniciado en París por el poeta chileno Vicente Huidobro, quien lo dio a conocer en España en 1918. El creacionismo no se propone refle­jar ni imitar la realidad, sino crear realidades nuevas e independien­tes: "Hacer un poema como la naturaleza hace un árbol" (Huidobro); "Crear lo que nunca veremos" (Gerardo Diego). El poema, por lo tanto, debe crear algo propio y autónomo que se explique y se comprenda por sí mismo, no por su relación o parecido con el mundo exterior. De esta manera, el poeta creacionista debe crear nuevas imágenes y rela­ciones entre las palabras; y las imágenes no se basarán en la com­paración entre dos realidades, sino en la relación arbitraria que el poeta "crea" entre ellas. Del creacionismo, que influyó en poetas como Juan Larrea y Gerardo Diego, ha perdurado sobre todo el afán de renova­ción léxica y de creación de imágenes y metáforas.

 

 Ultraísmo

El primer manifiesto ultraísta, que recoge abundantes elementos futu­ristas, cubistas y creacionistas, se publicó en 1919. En el propio nom­bre del movimiento (ultra) se sugiere su pretensión de ir más allá de la estética dominante. Del futurismo toma los temas y motivos de la vida moderna (las máquinas, los grandes inventos, los deportes, etc.); del creacionismo, la búsqueda de imágenes y metáforas nuevas; del cubismo, el interés por la disposición tipográfica y visual del poema. Otras propuestas del ultraísmo son la supresión de la anécdota y el sentimentalismo en la poesía (en coincidencia con la "deshumaniza­ción del arte" propugnada por Ortega y Gasset) y la tendencia al juego y a la evasión.

Aunque de muy corta duración, el ultraísmo ejerció considerable influencia en los poetas de la Generación del 27 y en los hispanoa­mericanos César Vallejo y Jorge Luis Borges.

 

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