La revolución mexicana resumen

 


 

La revolución mexicana resumen

 

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La revolución mexicana resumen

 

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LA REVOLUCION MEXICANA

 

         La conferencia de hoy consiste en una breve presentación de la Revolución mexicana y acerca de cómo ésta influyó en la vida cultural y artística del país. 

Unos años después de la muerte de Benito Juárez, en 1876 llegó al poder  un ambicioso general surgido de la lucha contra la intervención  francesa: Porfirio Díaz.  Díaz se constituyó en dictador durante 35 años y a la larga el descontento general y los movimientos agraristas y antireeleccionistas provocarían el estallido de la revolución y Díaz marchó al exilio en Francia en 1911. Su gobierno, aunque favoreció a una minoría, logró mantener el orden, realizar obras públicas, desarrollar la industria y la red de transportes y, principalmente, aumentar la inversión extranjera.

Se hablaba de las 4 ruedas del progreso en México: el orden y la pacificación; la naturaleza del país; la emigración europea, a la que se le ofrecían tierras y ayuda. La ultima rueda era la inversión extranjera.

A fines del siglo XIX y principios del XX, durante la época de Porfirio Díaz, había orden y progreso, pero sin democracia ni justicia social. Había un desarrollo rápido en favor de la élite y se utilizaban métodos poco democráticos para alcanzar las metas económicas. El programa de modernización de Díaz estaba basado en la explotación de los recursos naturales del país utilizando mano de obra local barata y capital y tecnología extranjeros.

Al no ser un hombre de ideas, Porfirio Díaz las sustituyó con la acción. De esa manera y en poco tiempo logró modernizar al país y mejorar su economía en un grado y extensión nunca vistos.

El concepto que Díaz tenía de un gobernante puede resumirse en la frase “poca política y mucha administración”, que a la larga se convirtió en “cero política 100 administración”. Esto significaba que el destino del país estaba en manos del presidente; que las cámaras debían aprobar sus propuestas del presidente porque éste estaba informado y porque su misión era beneficiar al país y por tanto incuestionable. El pueblo debía confiar en su presidente y renovar esa confianza a través del voto. Finalmente esta fórmula de gobierno significaba que la confrontación resultaba estéril, y lo fecundo era la acción presidencial, cuyo objetivo era el progreso material, para lo cual era necesario mantener el orden y asegurar la paz.

Para gobernar, PD se rodeó de un grupo de hombres intelectuales conocidos como los “científicos”, positivistas que apoyaban la idea de planificación y desarrollo. La forma de lograr este objetivo está bien ejemplificada con la frase “pan o palo”, que significaba que el acatamiento de las políticas oficiales garantizaba el bienestar y hasta la riqueza, mientras que el estar en contra implicaba represalias e incluso la muerte. 

El capital extranjero propició un crecimiento indudablemente dinámico, y una red ferroviaria cada vez más amplia que promovía la exportación agrícola, la industria de la manufactura y la minería. En minería los ferrocarriles contribuyeron porque eran la única manera de transporte viable para grandes cantidades de metales. Sin embargo este desarrollo en el país cambió la vida de los campesinos y artesanos, quienes se convirtieron en obreros agrícolas e industriales.

Contradictoriamente, el éxito económico de México durante el Porfiriato tuvo consecuencias sociales negativas. Aunque la economía creció en términos generales, el ingreso real per cápita se encontraba apenas a los niveles de 1821. Después de 1900 creció el desempleo a medida que la mecanización hacía redundantes a los artesanos más rápidamente de lo que las nuevas empresas los podían absorber. Asimismo, la propiedad real y financiera se concentraba en manos de unos cuantos inversionistas locales y extranjeros.

Los campesinos fueron los más afectados por la modernización. La expropiación de tierras a pequeños propietarios y a comunidades efectuada por el gobierno, dio como resultado una mayor concentración de tierras en manos de unos cuantos. Así, en 1910, la mayoría de los campesinos habían perdido sus ejidos y unas cien familias acomodadas eran dueñas de una parte considerable de las tierras fértiles, mientras que más de la mitad de la población rural pasó a trabajar en las enormes haciendas de estas familias. El peón pasó así a ser un esclavo en las haciendas a través del sistema de endeudamiento: ya sea con la tienda de raya o heredada de generación en generación.

Había así un gran descontento, tanto entre los obreros industriales y los trabajadores del campo, como entre la clase media, al ver que sus intereses se veían afectados por la inversión extranjera, la cual demostraba interés en exportar desde México, pero no en ampliar el mercado interno y beneficiar al país.

El programa de modernización había además afectado la libertad personal y política de la población. Díaz se aseguró que el “orden” fuera mantenido a cualquier costo en aras del “progreso”. La prensa no tenía libertad alguna y Díaz no dudaba en usar la fuerza para neutralizar a los opositores del régimen.  Ejemplo de ello son dos huelgas importantes que fueron reprimidas: la de la Compañía Minera de Cananea, que Porfirio Díaz combatió con el apoyo de Estados Unidos y la de Río Blanco, Veracruz, reprimida brutalmente por el ejército federal. Aquí cabe mencionar otro principio del porfirismo:  “mátalos en caliente”.

En los últimos años del México de Porfirio Díaz se había desarrollado una clase terrateniente fuerte y una burguesía débil. Se frenó el movimiento obrero y el campesinado estaba aplastado. Esta situación hizo que se unieran campesinos, obreros, clases medias y élites provincianas en un movimiento hacia la revolución.

Escritores y periodistas liberales empezaron a formar grupos antireeleccionistas y a desafiar al régimen de Díaz. Uno de los más importante fue el grupo Regeneración (encabezado por Ricardo Flores Magón), algunas de cuyas propuestas fueron integradas a la Constitución de 1917. El grupo tuvo que huir al exilio y desde ahí organizó el Partido Liberal Mexicano. Este partido era de ideas anarco-sindicalistas y proponía derrocar al gobierno y la renovación total de la sociedad mexicana.

Se formaron otros grupos y se estableció una convención liberal en el estado de San Luis Potosí, que defendía los principios de la Constitución de 1857. En 1908 un suceso causó esperanza a los oponentes de Díaz: en una entrevista concedida a un reportero norteamericano, PD declaró que México estaba listo para la democracia y que él no buscaría reelegirse en 1910. Los liberales y disidentes intelectuales se aferraron de esta oportunidad y Francisco I. Madero, miembro de una familia acomodada del estado norteño de Coahuila, se postuló como candidato a la presidencia en las siguientes  elecciones. Madero hizo además un llamado a elecciones libres y a terminar con las reelecciones de PD y  su libro, titulado La sucesión presidencial, causó furor.  Sin embargo, a pesar de sus propias declaraciones,  Díaz se reeligió en 1910 y Madero tuvo que huir del país.

En octubre de 1910 Madero proclamó el Plan de San Luis Potosí, en el cual hacía un llamado al pueblo a levantarse en armas el 20 de noviembre para exigir el respeto a los principios democráticos de la Constitución de 1857, la renuncia de Díaz  y su sustitución por un gobierno provisional. El Plan, que era principalmente político y que no consideraba a  profundidad los problemas sociales de México, fue bien recibido por movimientos que ya estaban  a punto de estallar.  Aunque el levantamiento general no se llevó a cabo en la fecha convenida (que es la que marca actualmente al aniversario de la Revolución), para enero de 1911 había levantamientos en Chihuahua, en el Norte y en el estado de Morelos en el Sur, encabezados por Francisco Villa y Emiliano Zapata respectivamente.

PD renunció finalmente a la presidencia y abandonó México para siempre en mayo de 1911. Durante el gobierno interino de Francisco León de la Barra se celebraron elecciones y Madero llegó a la presidencia en noviembre de ese año, con la idea de establecer una democracia funcional basada en el lema “sufragio efectivo, no reelección”, con una  prensa libre, un Congreso independiente y crítico del Ejecutivo y libertad política, pero sin prestar tanta atención a los motivos reales y profundos del descontento y manteniendo casi intactos la administración, el poder judicial y el ejército porfirista. La “crema de los conservadores”, muchos de ellos simpatizantes de Díaz,  siguió manejando los grandes negocios y Madero quedó atrapado en “las garras del régimen vencido”, siendo además atacado constantemente y en forma virulenta por la prensa.

Entre los revolucionarios, la caída de Díaz había despertado la esperanza de reformas sociales profundas, especialmente en lo que hace a la repartición de la tierra. Zapata reclamaba en el Sur la restitución de tierras a los campesinos, el único resultado de la caída de PD que era aceptable para él. Para Madero el camino hacia los cambios era la ley y sólo a través de ella podrían solucionarse los grandes problemas nacionales. Lo que durante el régimen de Díaz se había logrado por la fuerza ahora debería resolverse por la vía del derecho. Para Madero la Revolución implicaba principalmente cambios políticos, lo demás se daría automáticamente.

La facción zapatista se rebeló bajo los principios del “Plan de Ayala”, que demandaba la restitución inmediata de las tierras a los campesinos. La rebelión armada se extendió a varios estados de la república. Revolucionarios de otras áreas también comenzaron a desafiar a Madero. En el Norte Pascual Orozco se levantó, acusando a Madero de haber violado los principios del Plan de San Luis Potosí, pero fue vencido por Victoriano Huerta. El conservador Félix Díaz, sobrino de PD, se levantó en Veracruz pero Madero lo detuvo e hizo prisionero. Estos dos sucesos serán determinantes y significarán el inicio del fin de Madero.

En febrero de 1913, desde prisión,  Félix Díaz y otros contrarrevolucionarios se levantaron contra Madero para restaurar el antiguo régimen.  Con el apoyo de tropas leales a Huerta, al inicio de la revuelta Madero pudo resistir las fuerzas de Díaz pero más tarde fue traicionado por el mismo Huerta, quien lo arrestó con su Vicepresidente, José María Pino Suárez, los asesinó a sangre fría y, con la anuencia del Embajador norteamericano Henry Lane Wilson, usurpó el poder.

El asesinato de  Madero por Victoriano Huerta unió al país. Huerta resultó tirano, sangriento e incompetente. Las facciones rebeldes, Villa en Chihuahua y Álvaro Obregón en Sonora,  se unieron bajo Carranza, que había sido senador durante Porfirio Díaz y gobernador del estado de Coahuila, y promulgaron el Plan de Guadalupe en marzo de 1913, por medio del cual desconocían a Huerta. Zapata se mantuvo contra el gobierno, esta vez en manos de Huerta, en su lucha por el cumplimiento del Plan de Ayala. Huerta respondió y para ello aumentó a su ejército a través de la leva. El ejército federal aterrorizó al campo y a las ciudades y los asesinatos políticos se volvieron comunes. Además las arcas estaban vacías y cada facción empezó a imprimir su propio dinero. El gobierno de Huerta no fue reconocido por los EU, el cual prestaba ayuda a los rebeldes con el fin de restablecer el orden constitucional.

Lo que precipitó la caída del gobierno de Huerta fue un conflicto banal entre México y EU, como resultado del cual las tropas norteamericanas  ocuparon Veracruz. La indignación popular fue tal que Huerta, acosado por todos los frentes, presentó finalmente su renuncia en julio de 1914 y los ejércitos revolucionarios entraron en la ciudad de México con Venustiano Carranza como caudillo.

Carranza, considerado como el primer jefe de la Revolución, representaba a un grupo de clase media alta que deseaba un estado fuerte y abierto que diera cabida a las expectativas de los hombres de negocios, profesionistas y pequeños propietarios rurales, excluidos del favor centralizado del México de Porfirio Díaz.

Ya en el poder, Carranza convocó a los líderes de la Revolución a una conferencia en  Aguascalientes con el fin de discutir el curso que seguiría el país. Inmediatamente vinieron divisiones: de un lado estaban Carranza, Obregón y otros que apoyaban los planes de San Luis y de Guadalupe, los cuales tenían un ángulo más político; del otro estaban Zapata y Villa y quienes apoyaban el Plan de Ayala por las reivindicaciones de los campesinos. El país atravesó entonces por otro período de guerra civil durante el cual las diferentes facciones pretendían representar la voluntad del pueblo. Carranza surgió como el comandante  victorioso de las fuerzas revolucionarias y su gobierno fue finalmente reconocido por el de EU.

El apoyo de EU a Carranza ocasionó la reacción agresiva de Villa, quien en dos ocasiones asaltó en territorio norteamericano,  regresando a México inmediatamente. EU envió a su ejército a México en una expedición de castigo, pero sin éxito. Villa aceptó finalmente la paz ofrecida por el gobierno federal, se retiró y murió asesinado en 1923.

A fines de 1916 Carranza, con el fin de consolidar su poder y de institucionalizar la Revolución, convocó a una reunión en el estado de Querétaro, donde se elaboró una nueva constitución de corte liberal para México, basada en la de 1857, y que incluía las aspiraciones de los distintos grupos involucrados en la lucha, tales como la reforma agraria. La nueva Constitución fue promulgada en 1917.

Se citan a continuación los artículos más importantes de la Constitución:

Artículo 3: Establece el derecho a la educación básica obligatoria (preescolar, primaria y secundaria), gratuita y laica.

 

Artículo 4: establece la igualdad de hombres y mujeres ante la ley.

 

El artículo 27 declara que la propiedad de las tierras y aguas corresponde originalmente a la nación; la propia nación tiene en todo momento el derecho de imponer a la propiedad privada las modalidades que dicte el interés público; el principio de expropiación por causa de utilidad pública; el dominio directo, por parte de la nación de los recursos del subsuelo y que tal dominio es inalienable e imprescriptible. En lo que hace a los recursos petroleros, este artículo fue puesto en práctica hasta 1938, durante el gobierno de Lázaro Cárdenas

 

La obligación de restituir y dotar tierras a los pueblos. La prohibición a las asociaciones religiosas puedan adquirir, poseer o administrar bienes raíces.

 

El artículo 123 es la base de la legislación del trabajo, e incluye el derecho a la huelga; la jornada de 8 horas, un salario mínimo y el reparto de utilidades.

 

El artículo 130 establece que el estado es laico y regula el papel de la iglesia en el país. La puesta en práctica de este artículo por Plutarco Elías Calles, desencadenó un conflicto armado que se conoce como la Guerra de los Cristeros y duró tres años, de 1926 a 1929.  

 

Una vez aceptada la Constitución de 1917, Carranza ganó las elecciones presidenciales y tomó posesión en mayo del mismo año como el primer presidente bajo el nuevo régimen constitucional. Las condiciones en el país eran difíciles y en 1918 la lucha continuaba en Morelos. Los zapatistas, más que una constitución, deseaban resolver su situación. De esta manera Carranza decide eliminar a Zapata, quien es asesinado en abril de 1919.

En 1920, cuando Carranza pretendía nombrar a un sucesor que se subordinara a él y garantizar así cierta continuidad, Adolfo de la Huerta y Plutarco Elías Calles se levantaron en armas, al mando de un ejército del norte que marchó a la ciudad de México. Carranza abandonó la capital y fue asesinado en el camino al sur. De la Huerta fue nombrado presidente provisional, pero fue remplazado en noviembre de ese año por Álvaro Obregón, elegido como presidente por un período de cuatro años. Entonces se inicia la etapa de la reconstrucción nacional.

Álvaro Obregón, uno de los militares más brillantes surgidos del movimiento revolucionario, entendió que su gobierno tendría éxito en la medida que satisficiera las demandas de todos los sectores del país y que al hacerlo éstos se identificarían con él y lo apoyarían. De esta manera, las fuentes del poder dejarían de ser las puramente militares.

En 1921 se puso en marcha la reforma agraria: el latifundio despareció y dio lugar a nuevas formas de explotación de la tierra como la restitución y la creación de ejidos o pequeñas propiedades agrícolas. En cuanto al movimiento laboral, el gobierno aseguró su solidaridad al incorporar a sus dirigentes al aparato estatal.  Estas medidas dieron lugar a una mayor estabilidad política y contribuyeron a eliminar levantamientos menores y esporádicos.

 

CULTURA

         Durante el porfiriato la “nueva escuela” de Porfirio Díaz proponía como su ideal la difusión de los amores a la patria, al orden, la libertad y el progreso. Sin embargo la mayoría de las escuelas se encontraba en las ciudades y estaban destinadas a la clase media, mientras que la educación indígena recibía apoyos mínimos, aislados y esporádicos. Las escuelas de enseñanza media y superior atravesaron por una época positiva: se creó la Preparatoria Nacional que tuvo réplicas en casi todas las capitales de provincia y se fundaron escuelas normales para señoritas. Contradictoriamente, la enseñanza técnico-profesional no progresó.

         A fines de 1909 se fundó el Ateneo de la Juventud. En el participaron escritores, filósofos, arquitectos, artistas plásticos y compositores. El Ateneo estaba formado por un grupo de jóvenes rebeldes e inconformes ante la cultura porfiriana. Rechazaban los principios del positivismo y la moral porfiriana y propiciaban el retorno al humanismo y a los clásicos.

         En 1910, año del Centenario de la Independencia, se crea la Escuela de Altos Estudios y la Universidad Nacional. Vasconcelos es nombrado presidente del Ateneo al triunfo del maderismo e inicia la importación de conferenciantes con el objeto de incorporar culturalmente a México al resto de Hispanoamérica.

 La novela de la Revolución

La Revolución mexicana fue un evento histórico que atrajo la atención del mundo entero. En México mismo, donde la tradición narrativa desde Fernández de Lizardi a principios del siglo XIX había tenido algunos valores y cierto vigor, la lucha revolucionaria trajo consigo el subgénero conocido como  “novela de la Revolución”.

El núcleo principal de este género está formado por obras que presentan la fase histórica y política del movimiento, con carácter generalmente autobiográfico. De éste se desprende una variedad de derivaciones por tema: novelas de preocupación social, indigenistas, rural, cristera, del petróleo, de inspiración provinciana, etc. Aunque esta novela no es “revolucionaria” en su forma o en su procedimiento narrativo, tampoco se asemeja a la del siglo XIX.  En ella el autor trata de fijar una realidad cruda que lo ha conmovido directa y fuertemente y para ello no necesita más que un estilo sobrio y rápido y una estructura basada en la presentación de cuadros o episodios, que son valiosos como testimonios.  Esta realidad épica y la expresión de anhelos populares dan a la novela un carácter original de afirmación nacionalista.

Del género destacan Mariano Azuela y Martín Luis Guzmán, no tanto por ser escritores revolucionarios en el sentido estricto de la palabra –Azuela fue siempre un escéptico y Guzmán más bien conservador- sino porque ambos vivieron personalmente el conflicto.

La primera obra de Azuela digna de mencionar es Andrés Pérez, maderista (1911), en la que se presenta la sensación de desencanto con los primeros meses de la lucha revolucionaria, cuando las aspiraciones políticas del mismo Azuela se vieron frustradas. La obra más importante de Azuela fue Los de Abajo (1915). Parte de la obra fue escrita durante la guerra, cuando Azuela era médico en las tropas de Villa. Se trata de un trabajo fresco y vivaz, con un novedoso enfoque del diálogo popular y del sentido del humor nacional y de una descripción franca del abismo que separa a quienes trabajan con las manos de los que lo hacen con la inteligencia. La novela proporciona así una visión inolvidable y casi gráfica de la era revolucionaria.

Los de Abajo fue prácticamente desconocida hasta 1924. Las otras llamadas novelas de la revolución aparecieron entre 1926 –año en que aparece El Águila y la serpiente de Martín Luis Guzmán- y 1939, coincidiendo más de cerca con la época de oro del cine mexicano que siguió a la Revolución que con el movimiento muralista.

El Águila y la serpiente es de hecho una obra documental en la que se presentan las experiencias del autor. Al igual que Azuela, Guzmán también había sido seguidor de Madero y por lo tanto no concordaba totalmente con las posiciones de Villa, Carranza, Obregón o Calles. Esta obra, escéptica desde el punto de vista ideológico, ha influido como pocas en la percepción que generaciones posteriores han tenido de la Revolución Mexicana. El águila y la serpiente es un libro de memorias que comprende de 1913 a 1915 y es “la novela de un joven que pasa de las aulas universitarias al pleno movimiento armado”.

La siguiente novela de Guzmán, La sombra del caudillo  (1929), es una dura crítica del régimen de Plutarco Elías Calles y una de las exploraciones literarias más profundas del impulso autoritario. En La sombra del Caudillo el autor hace un cuidadoso y profundo análisis de la realidad y los conflictos políticos de 1927, al término del período presidencial de Calles. El tono es pesimista pero la obra es de gran calidad artística y ha sido considerada como una de las mejores novelas de ambiente político escrita en México.

La personalidad de Francisco Villa inspiró una literatura que iba desde los corridos de autores anónimos a la obra de Martín Luis Guzmán. Guzmán conoció de cerca a Pancho Villa y, fascinado por su personalidad compleja y habiendo manejado abundante documentación sobre el tema, emprendió la realización de las Memorias de Pancho Villa (1951), la cual resultó una prueba de la maestría de Guzmán como escritor y un importante monumento a  Villa.

Cabe considerar a un tercer novelista, Gregorio López y Fuentes. De menor calidad que Azuela y Guzmán, López y Fuentes constituyó sin embargo un lazo importante entre la Novela de la Revolución y otros géneros posteriores con sus novelas Campamento (1931), a través de la cual presenta la sicología de masas propia de la época; Tierra (1932), sobre la lucha agraria encabezada por Zapata  y El Indio (1935), en la cual hace una condena del maltrato a las comunidades indígenas antes, durante y después del conflicto.

En términos generales, la Revolución produjo una literatura que por primera vez, desde mediados del siglo XIX, trató la historia no como algo remoto, sino como una realidad palpable que además movilizaría y fijaría la percepción de eventos sociales, políticos y económicos. En adelante esta nueva percepción histórica marcaría la diferencia entre el realismo social de la literatura criollista. 

Otros representantes de esta corriente literaria dignos de mencionar son José Vasconcelos, José Rubén Romero, Rafael Muñoz, Nelly Campobello, Francisco Rojas González y Agustín Yáñez. 


El proyecto cultural de José Vasconcelos

El escritor y político José Vasconcelos, distinguido abogado quien, como ya se mencionó,  había rechazado el positivismo de los científicos de Profirio Díaz, fue nombrado Secretario de Educación por Álvaro Obregón.

Vasconcelos había sido Rector de la Universidad Nacional y reinstaló la Secretaría de Educación Pública que había sido suprimida por Carranza. Para ello estudió el programa de Lunacharsky y elaboró un plan de salvación o regeneración de México a través de la cultura.  Para lograr su objetivo, Vasconcelos propuso el siguiente plan a seguir:

  1. la creación de misiones rurales que predicaran la alfabetización, despertaran una mínima conciencia cultural en la población rural y enseñaran actividades manuales como el cultivo de la tierra.
  2. las campañas alfabetizadoras en las comunidades campesinas, que se complementarían con la enseñanza de rudimentos de historia y geografía; de higiene y medicina y el auspicio de artesanías locales.
  3. la difusión y promoción de las artes. Se fundó un Departamento de Bellas Artes para fomentar el interés por la pintura, la cultura, la música y el canto y se organizaron festivales de artes populares.
  4. el fomento de contactos culturales con otros países de la región.
  5. la incorporación de las minorías a la nación a través de un sistema educativo nacional y uniforme.
  6. el redescubrimiento, la difusión y el patrocinio de las artesanías populares.

 

Antes de a Revolución, las expresiones artísticas habían sido copias pobres de arte Europeo y Vasconcelos deseaba revivir las tradiciones mexicanas en todas las manifestaciones artísticas y hacerlas llegar a todos. De esta manera llevó a cabo un vasto programa cultural y educativo innovador: trató de adaptar el programa de las escuelas rurales a la realidad del país a través de la  enseñanza generalizada; envió al campo a cientos de maestros con el fin de integrar a los pueblos indígenas a la sociedad mexicana a través de la educación; dirigió un programa de publicación masiva de autores clásicos; fundó la revista “El maestro” y patrocinó el naciente movimiento muralista. Entonces el arte y la literatura “redescubrieron” las raíces de México. Los artistas  representaron a los trabajadores y campesinos, sus problemas, luchas y sueños. Los compositores se inspiraron en la música popular y en un folklore hasta entonces olvidado.

La literatura trató los problemas de la Revolución, los cambios y retos del país. Se fundó la Escuela Mexicana de Pintura y aparecieron los primeros grandes murales, trabajos que intentan reproducir para siempre y para todos, los sufrimientos del país, sus problemas y sus esperanzas.

 


 

Las artes plásticas: José Guadalupe Posada y los muralistas José Clemente orozco, Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros.

Es importante mencionar la obra de José Guadalupe Posada, artista extraordinario que, sin una educación formal, a través de su trabajo en periódicos se convirtió en el ilustrador natural de la realidad de su época. La mayoría de sus grabados –generalmente en madera pero algunos en metal- revelan una increíble intuición. Posada fue un personaje pintoresco que trabajó a la vista de todos en su diminuto taller en el centro de la ciudad de México. Para algunos artistas el estilo de Posada fue un claro ejemplo de como llegar al público sin ser vulgar ni condescendiente. Su obra más conocida son las Calaveras: ilustraciones que acompañaban los versos populares dedicados a las figuras políticas del momento y que circulaban el 1º y 2 de noviembre, días de todos los santos y de los muertos.

El muralismo mexicano es incuestionablemente el movimiento artístico latinoamericano de mayor repercusión en el continente y de gran importancia en el resto del mundo en el siglo XX, y sus principales representantes son José Clemente Orozco, Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros. José Vasconcelos también jugó un papel importante en el desarrollo del movimiento: al ser nombrado Secretario de Educación, invitó a varios artistas jóvenes a ejecutar grandes murales en edificios públicos, con la idea de representar temas populares y  hechos cotidianos.

La importancia de esta “escuela muralista” radica en que estos artistas trabajaron como una generación, teniendo así una mayor influencia en la opinión pública que si lo hubieran hecho individualmente. Además, la idea que motivaba al grupo era simple y por lo tanto fácil de expresar y de entender, de manera que se crea un lazo entre el artista, la obra y parte del público. Por último, la obra debía  poseer valores positivos que transmitieran el mensaje, y estos valores debían ser no sólo artísticos sino sociales e incluso ideológicos.

El muralismo, al llegar a su máxima expresión, exhibía todas esas características. Sin embargo, aunque alcanzó el reconocimiento internacional casi inmediatamente, las masas mexicanas no lograban descifrar estos murales, a pesar del objetivo utópico de sus autores de llegar al pueblo para contribuir en su educación cívica.

En este contexto se consideraba que el buen arte mural debía ser, por definición, marxista y revolucionario, nacionalista e indigenista. En el muralismo las fuerzas del bien se enfrentan a las del mal, éste último representado por España, el catolicismo, los conquistadores y, en la época moderna, el capitalismo. Esta fue la línea ideológica seguida por Rivera y Siqueiros, mientras que Orozco los trataba en forma más general y abstracta.

El legado cultural de la Revolución Mexicana es único. Los grandes cambios políticos y sociales que resultaron de ésta crearon a su vez un ambiente propicio para que los artistas tomaran conciencia de su propia identidad y volvieran a la esencia de lo mexicano, expresándose así de manera original y no a través de copias de baja calidad de manifestaciones europeas ajenas, principalmente de Francia y España.  En literatura, música y artes plásticas, principalmente, México surgió como una gran potencia de la época revolucionaria.

 

Muchas gracias.

 

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La revolución mexicana resumen

LA REVOLUCIÓN MEXICANA

 

Indice

 

1. Introducción

2. Don Francisco I. Madero en la decena tragica la decena infame

3. Cronología de los hechos

4. El Maximato 1928-1934

 

Introducción

 

La primera de las grandes revoluciones sociales del siglo tuvo lugar en la América Latina. México estaba bajo el férreo control del dictador Porfirio Díaz y aunque su política económica favoreció el progreso comercial y la producción mexicana, los beneficios se repartían entre los miembros de una oligarquía excluyente. Para 1910, el 85% de la tierra mexicana le pertenecía a menos del 1% de la población. Los campesinos se quedaron sin tierras y sin trabajo y sufrían a diario los efectos del hambre y la pobreza.

 

Luego de más de 30 años en el poder, Díaz hizo un simulacro de apertura democrática y llamó a elecciones ese año. Surgió un oponente poderoso, Francisco Madero, que simpatizaba con la causa de la reforma agraria, contaba con el apoyo del campesinado y postulaba el principio de la no-reelección. Madero fue encarcelado y Díaz obtuvo una victoria electoral por la vía del fraude.

 

Las protestas y la insurrección campesina no le permitieron al viejo dictador mantenerse en el poder y optó por exiliarse a Francia. Las esperanzas que muchos mexicanos tenían cifradas en Madero se vieron frustradas por su incapacidad para mantener el orden. Su asesinato en 1913 fue el detonante que sacudió al país y desató un torrente de pasiones y cruentas pugnas por el poder que se extendieron por varios años.

 

De los ejércitos campesinos surgieron grandes líderes militares como Francisco "Pancho" Villa y Emiliano Zapata que se hicieron famosos por sus hazañas. En 1917 se redactó una nueva constitución que promulgaba el control público de los recursos naturales, la educación gratuita y compulsoria y la formación de uniones laborales. México recuperó su estabilidad en 1920 con el gobierno de Alvaro Obregón.

 

La revolución mexicana tuvo muchos caudillos, se garantizó el 20 de Noviembre, pero ya se había iniciado el día 17 en la casa de los hermanos Serdán, dentro de la revolución brillaron infinidad de planes, uno de los que más eco tuvo dentro del grueso de la población campesina fué la frase de Emiliano Zapata, TIERRA Y LIBERTAD , dicha frase se puede decir que fué el himno de muchos de los campesinos que tomaron parte en la lucha contra la dictadura, se puede localizar dentro del famoso PLAN DE AYALA, formulado por Emiliano Zapata, que en su punto cinco dice:

 

"En virtud de que la inmensa mayoría de los pueblos y ciudadanos mexicanos, no son dueños ni de la tierra que pisan, y sin poder mejorar en nada su condicion social, ni poder dedicarse a la industria o la ganadería por estar monopolizadas por unas cuantas manos las tierras, montes y aguas, por esa causa, se expropiarán previa indemización de la tercera parte de esos monopolios, a los poderosos propietarios de ellas, a fín de que los pueblos y ciudadanos de México, obtengan ejidos, colonias, feudos legales para pueblos o campos de sembradíos o de labor, y se mejore en todo y para todo la falta de prosperidad para los mexicanos.

 

El lema completo de este plan fue "REFORMA, LIBERTAD, JUSTICIA Y LEY"

Dentro de la revolución hubo otros cientos de caudillos, pero no todos brillaron por que usaron métodos diferentes de lucha, solo hubo algo que hacia homogéneos, y fué la lucha contra una causa común.

 

La tiranía del gobierno, los tratos infrahumanos de que eran objeto, los campesinos, las inhumanas jornadas de trabajo, y las pésimas condiciones de trabajo de los obreros, de todos estos personajes que lucharon juntos para mejorar sus condiciones de existencia, y sus perspectivas de un futuro mejor, destacaron algunos por sus ideas progresistas, otros por su tenacidad para combatir en el campo de batalla, de los principales podemos citar algunos que también dieron a la revolución sus planes, como Venustiano Carranza y su PLAN DE GUADALUPE, Francisco I. Madero y su PLAN DE SAN LUIS POTOSI, llamado así para distinguirlo de San Luis Missouri, Francisco Villa tenía en la lucha armada, los hermanos Carmen, Aquiles y Máximo Serdán, Felipe Angeles, Jose Ma. Pino Suárez, los hermanos Flores Magón, Belisario Domínguez, Alvaro Obregón y muchos otros.

 

Debemos tener en cuenta que paso mucho tiempo para que se dieran las condiciones necesarias para que no fuera un fracaso, mucho tiempo de organización, muchísimas muertes por todas partes de la República Mexicana, donde también hubo muchos destierros de personas que se oponian al régimen de Porfirio Díaz.

 

Una vez que terminó la lucha armada, se procedió a organizar políticamente el país, se cambió al Presidente, pero se continuo con el mismo gabinete político, lo que originó que empezara una Época de Anarquía Política en la que se cambiaba de personas dentro de la política cuando llevaban poco tiempo en el poder, ésta terminó con la llegada de Cárdenas a la Presidencia.

 

Las primeras manifestaciones de descontento hacia las clases gobernantes se realizaron prácticamente en 1901 cuando en San Luis Potosí se reunió un Congreso Laboral organizado por el Club Liberal "Ponciano Arriaga", saliendo de su Congreso los hermanos Flores Magón.

 

En 1906 estalló el primer conflicto obrero en Cananea, Sonora, con la consiguiente represión. Un año después , en 1907, ocurren los sangrientos sucesos de Río Blanco, Veracruz. El 18 de noviembre se inició en Puebla el primer brote sangriento cuando Aquiles Serdán, uno de los más puros revolucionarios, fué cercado en su casa. Al resistirse, lo hirieron y el día 19 murió.

Exiliado en los Estados Unidos, Dn. Francisco I. Madero, expidió el Plan Revolucionario de San Luis, desconociendo al Presidente, Vicepresidente y los Poderes Legislativo y Judicial de la República, determinando una organización política y militar revolucionaria y fijando el 20 de noviembre de 1910 como la fecha indicada para que principiara la revolución armada.

 

Uno de los más destacados revolucionarios fué Pascual Orozco, minero de Chihuahua, quien obtuvo los primeros triunfos en la lucha armada al tomar Ciudad Guerrero después de fieros combates.Exiliado en los Estados Unidos, fué muerto cuando regresaba al país. Otros seguidores de Madero en aquella época fueron el Padre Orozco, Abraham González, José de la Luz Blanco, Feliciano Díaz, Ignacio Valenzuela, Manuel Chao y otros muchos que permanecen casi ignorados.

 

El General D. Porfirio Diáz, el viejo soldado de la República, obligado por las circunstancias, renunció a su cargo de Presidente de la República el día 25 de mayo de 1911, renunciando asímismo el Vicepresidente Ramón Corral. El General Díaz salió esa misma noche para Veracruz, en donde embarcó en el barco alemán y nunca regreso al País.

 

Indudablemente el Plan de Ayala, es uno de los documentos más consistentes y de mayor contenido humano y social. Este Plan fué aprobado y firmado en una junta de jefes revolucionarios del Sur, en la Villa de Ayala el 25 de noviembre de 1911. En este documento se desconoció al Presidente Madero, acusándolo de debilidad e ineptitud para realizar los postulados de la Revolución. Afirmaba:

 

"Somos partidiarios de los principios y no de los hombres". Su postulado fué: "La tierra es para quien las trabaje con sus manos", y su lema "Tierra y Libertad".

 

El día 9 de Febrero de 1913 al iniciarse la sublevación encabezada por los Generales Bernardo Reyes, Manuel Mondragón y otros,Madero marcha desde Chapultepec hacia el Palacio Nacional (hoy Palacio de Bellas Artes). Es ahí donde Madero nombra Comandante Militar de la Plaza al General Victoriano Huerta, error que le costaría la vida.

 

El Gral.Victoriano Huerta fué uno de los elementos en quien más confiaba Madero. lo había enviado para combatir a Zapata y a Orozco. Huerta traicionó a Madero y ordenó su aprehensión y se apoderó del gobierno como Presidente de la República hasta ser derribado por la revolución constitucionalista. Se exilió en los Estados Unidos en donde murió. Francisco I. Madero y José María Pino Suárez, cuando aparentemente eran conducidos a la Penitenciaría del D.F. por órdenes del Gral. Huerta. Se dijo que un grupo de sus partidos trató de liberar a los prisioneros y en la pelea éstos murieron. Este penoso suceso ocurrió el 22 de febrero.

 

El 19 de Junio de 1867 es fusilado Maximiliano en el Cerro de las Campanas con los dos jefes conservadores Miguel Miramón y Tomás Mejía. El 18 de Julio de 1872 fallece el presidente Lic. Benito Juárez, declarado Benemérito de las Américas, y, tras de ocupar la Presidencia de la República el Lic. Sebastián Lerdo de Tejada, se proclama el plan de Tuxtepec y el 28 de Noviembre de 1876 asume la Presidencia por primera vez el Gral. don Porfirio Díaz, quien, olvidándose de las viejas causas liberales por las cuales combatiera tan brillantemente, principia por establecer una dictadura patriarcal, que si bien da al país 30 años de paz, pronto degenera en oprobioso continuismo de una casta de privilegiados que se confabulan con la aristocracia de caciques, hacendados y latifundistas que explotan y oprimen al pueblo.

 

El Gral. don Porfirio Díaz envejece, pierde sus facultades de mando, control y energía, que en algo servían con su íntimo espíritu de mexicano para amenguar las exageradas ambiciones de sus protegidos, que como nuevos encomenderos y esclavistas arrecian su desconsideración sobre el pueblo humílde: el trabajador y el campesino de México.

 

Eran los tiempos de don Porfirio Díaz en los que su corte de favoritos sometían y acallaban a las inteligencias más relevantes con la violencia brutal o con el soborno más descarado, corrompiendo a aquella generación que floreció en el último tercio del siglo pasado, y, cuyos hombres a principios de este siglo quedaron eunucos en sus razonamientos, y seducidos con el halago del poder y del dinero se convirtieron en los más groseros cómplices de sus depredaciones con el pueblo.

 

Ellos habían abolido toda posibilidad del voto democrático, del sufragio efectivo y, desde el Jefe Político de cualquier pueblo hasta los gobernadores de los Estados, eran designados por don Porfirio Díaz bajo la presión que el ejercía aquella corte de favoritos. Las nefastas "tiendas de raya" en las que el campesino era obligado a adquirir lo poco que consumía, fueron el medio para obligarlos a vivir siempre subyugados bajo la afrenta pública de una deuda irredimible. El alcohol se les vendía en abundancia para embrutecerlos y para apretar más el lazo a aquellos desventurados labradores rústicos. Pero, en esa hora, dentro de aquel ambiente asfixiante e irrespirable, supieron surgir espíritus valientes, para protestar y luchar incontaminados. Entre ellos, como cabeza indiscutible, surge cimera la figura precursora de Ricardo Flores Magón, que secundado por Antonio I. Villarreal, Juan Sarabia y Librado Rivera, son persegidos, encarcelados, y desterrados hasta Allende el Bravo, con sus almas siempre impulsadas por su aleteo rebelde contra los vientos de la dictadura que azota y diezma a la Patria.

La revolución Maderista del 20 de noviembre de 1910 derrotó al dictador Porfirio Díaz y logró sentar en la Presidencia con sufragios efectivos a don Francisco I. Madero. En Coahuila don Pablo González, el viejo magonista, y estando de acuerdo con don Francisco I. Madero y con Venustiano Carranza para lanzarse contra la Dictadura Porfirista, lo hizo pronunciándose al grito de "!Viva Madero!" el 22 de enero de 1911 en el Puerto del Carmen, del Municipio de Nadadores, Coahuila, al frente de muchos después connotados jefes como Francisco Murguía, Cesáreo Castro, Idelfonso V. Vázquez, Teodoro Elizondo y muchos más.

 

Francisco I. Madero inmaculado prócer y mártir de la democracia a partir de los Tratados de Ciudad Juárez del 10 de mayo de 1911 y con la renuncia de don Porfirio Díaz que abandonó el país el 25 de mayo de 1911, dejando como presidente interino al Lic. Francisco León de la Barra y al antiguo Ejército Federal porfirista según acuerdos en pie, error tremendo que criticó don Venustiano Carranza: "Revolución que tranza, Revolución que se pierde".

 

Hecho el Gobierno de don Francisco I. Madero, el primer gran traidor fue Emiliano Zapata quien, obedeciendo órdenes de latifundistas como Felix Díaz e Ignacio de la Torre y Mier, sobrino el primero y yerno el segundo del Dictador Porfirio Díaz, lanzó el 28 de noviembre su fraudulento Plan de Ayala significando como Jefe al traidor Pascual Orozco Jr., y según documentación comprobatoria, actuó siempre como fiel instrumento de los terratenientes, de las compañías petroleras extranjeras y de la Casa Blanca en Washington.

 

Al entonces Teniente Coronel Pablo González Garza, Jefe de las Fuerzas Auxiliares de Coahuila, se le encomienda en mayo de 1912 repeler la invasión orozquista que entró por Sierra Mojada y fue batida y rechazada en memorables combates como el de Los Divisaderos cerca de Cuatro Ciénegas, Coahuila y luego en la Polka, hasta destruirlos y aventarlos en retirada, acciones donde don Pablo González fue herido dos veces. Y, posteriormente, por órdenes del Presidente Francisco I. Madero, desde noviembre de 1912 al 11 de febrero de 1913, con su Regimiento de 300 aguerridos coahuilenses operó en Zacatecas, en Durango y Chihuahua realizando 30 combates contra los orozquistas, operando primero como columna independiente, derrotándolos siempre, pero en México los porfiristas lograron influir en el Presidente Francisco I. Madero y desde mediados de enero de 1913 hubo de someterse a las órdenes directas del Cuartel General de la Zona Militar de Chihuahua bajo el mando del General Antonio Rábago, y desde entonces todas las órdenes emanadas del Gral. Rábago, resultaron ser puros movimientos en falso, por lo que sospechó don Pablo González que Rábago, estando ocultamente de acuerdo con el desleal, lo protegía de las efectivas arremetidas de don Pablo González Garza.

 

Don Venustiano Carranza había visitado en México al Presidente Francisco I. Madero y al regresar a Saltillo, por telégrafo en clave conferenció largamente con don Pablo González que estaba en Chihuahua, indicándole que al saber de cualquier caso desgraciado en la Capital de la República, se viniera con sus tropas a reconcentrarse en Coahuila, donde indudablemente se tendría que organizar el mayor número de fuerzas para restaurar el orden constitucional, pues a las claras se veía que muy pronto sería el Presidente Francisco I. Madero víctima de la torpeza política de los que lo rodeaban y de su ingenuidad de hombre de estado. A ese acuerdo previo obedeció que el entonces Teniente Coronel Pablo González Garza, encontrándose en Julimes, Chihuahua, y considerando muy delicada la situación en la Capital de la República, confirmada por el siguiente telegrama del Señor Presidente de la República:

 

Palacio Nacional, México, Febrero 9 de 1913. Tte. Coronel D. Pablo González. -Julimes, Chihuahua. "Desmienta noticias alarmantes; situación igual; rebeldes siguen encerrados en la Ciudadela; yo acabo de regresar de Cuernavaca trayendo dos mil hombres (bajo el mando del también oculto traidor Felipe Angeles) y estamos preparando el ataque."

 

En vista de esto (dice en su libro "La Revolucion" el General Alfredo Breceda) el valiente jefe fronterizo dirigió el siguiente mensaje al Gobernador Carranza, desde San Pablo Peoqui, Chihuahua, el día 11 de febrero de 1913:

 

Señor don Venustiano Carranza. Saltillo, Coahuila. "En vista de noticias recibidas hoy de México y de observaciones que comuniqué a usted en mi carta fechada en Meoqui el 5, salgo en estos momentos rumbo a Coahuila, sin órdenes y sin aviso al Cuartel General de Chihuahua. Tte. Corl. Pablo González."

 

Pero, es histórico que al salir el 11 de febrero de 1913 de San Pablo Meoqui, su columna fue alcanzada por un fuerte escuadrón federal que comandaba Joaquín Porras tratando de intimidarlo para que obedeciera las órdenes de Rábago de concentrarse en Chihuahua, y don Pablo González volteó sus armas contra los federales y allí se puede decir que se dispararon los primeros tiros de la Revolución Constitucionalista. Y continuó su caminata rumbo a Coahulia en una odisea de 15 días, llegando a Monclova, Coahuila el 26 de febrero de 1913, para saber que ya desde el 22 había sido asesinado el Presidente Francisco I. Madero y el Vicepresidente Pino Suárez por los esbirros de Victoriano Huerta, Felix Díaz, Manuel Mondragón, con la complicidad comprobada documentalmente de Emiliano Zapata.

 

Los sublevados Manuel Mondragón y Félix Díaz se apoderaron e hicieron fuertes en La Ciudadela, donde se iniciaría la funesta "Decena Trágica" que tantas vidas habría de costar.

 

2. Don Francisco I. Madero en la decena tragica la decena infame

Francisco I. Madero candidato del Partido Antireleccionista en contra de Porfirio Díaz fue hecho prisionero en San Luis Potosí mientras se realizaban las elecciones.

 

Díaz se reeligió y Madero escapó de la cárcel y se refugio en San Antonio, Texas donde dio a conocer el Plan de San Luis. En él declara nulas las elecciones desconocía al régimen de Díaz, exigía el sufragio efectivo y la no reelección y, señalaba el 20 de Noviembre de 1910 para que el pueblo se levantara en armas contra el tirano.

 

Al llamado Plan de San Luis, se pronunciaron hombres como Pascual Orozco, Pancho Villa, Emilizano Zapata etc. La insurreción se extendió poco a poco por todo el País. En Mayo de 1911 cayó Ciudad Juárez en poder de los maderístas. Debilitado el gobierno de Díaz entrá en negociaciones y el 25 del mismo mes el dictador presentó su renuncia.

 

Al triunfo de la Revolución Madero dejá intacto el ejército porfirista, mientras a su alrededor crecía el descontento. Los Porfiristas reclamaban sus antiguos privilegios; los zapatistas exigían el reparto de tierras; la prensa lo atacaba a diario y las rebeliones de Félix Díaz y Bernardo Reyes, independientes entre sí, confluyeron en la llamada Decena Trágica para asentarle el golpe definitivo a Madero.

 

3. Cronología de los hechos

 

Domingo 9 de Febrero de 1913.- Los sublevados liberan a Bernardo Reyes y Félix Díaz. Madero se dirige a Cuernavaca en busca de Felipe Angeles para que se defienda la Plaza.

LUNES 10.- Los diarios capitalinos no aparecen. Temor general. No hay transporte y las tiendas permanecen cerradas.

Martes 11.- Se bombardea la Ciudadela. Son aniquilados dos batallones.

Miercoles 12.- Escapan los presos de la cárcel de Belén. La ciudad queda sin servicios.

Jueves 13.- Se recrudece la lucha de la ciudadela y sus alrededores. Se disparan mil cañonazos por minuto.

Viernes 14.- Varios edificios públicos son dañados. Muchos civiles mueren por causas de "balas perdidas".

Sabado 15.- Madero rechaza a los senadores que le piden su renuncia. La ciudad se llena de humo producido por los cadáveres incinerados.

Domingo 16.- Se pacta un armisticio que es roto al poco tiempo. Mueren cerca de 300 civiles ajenos a la lucha.

Lunes 17.- Continuan los enfrentamientos.

Martes 18.- Se celebra el Pacto de la Embajada entre Félix Díaz y Huerta con la aprobación del embajador Norteamericano, Henry Lane Wilson, Madero y Pino Suárez son aprehendidos al Salir del Palacio Nacional.

Miercoles 19.- Madero y Pino Suárez son obligados a renunciar. Huerta asume la presidencia. 3 días después son asesinados alevosamente.

 

El 20 de Noviembre de 1910

 

Los treinta años de dictadura de Porfirio Díaz significaron una profunda transformación para el país. La propiedad comunal se disolvió y muchos campesinos se quedaron sin tierras, obligados a trabajar para las grandes haciendas. Como consecuencia de esto, se inició la emigración hacia la frontera del norte del país.

 

La introducción del ferrocarril favorecía la integración del mercado interno y, con ello, la incipiente industrialización. A medida que se articulaba dicho mercado y la hacienda agroexportadora entraba en su etapa de auge y expansión, las relaciones de trabajo se fueron transformando. El campesino aparcero y mediero, privado de sus tierras, se convirtió en jornalero agrícola, mientras que, por otro lado, se inició la expulsión de la mano de obra rural hacia los nuevos centros de industrialización, formandose así los primeros grupos de trabajadores fabriles.

 

Políticamente, el Estado Mexicano fue centralizándose y los intereses regionales se supeditaron a un proyecto de desarrollo nacional moderno. Ante las consecuencias sociales de este proceso, gran parte del país opuso resistencia.

 

Desde los primeros años fueron frecuentes las sublevaciones campesinas, las huelgas en fábricas y minas y, antes de que terminara el siglo, amplios sectores del antiguo artesanado se movilizaron también, formando grupos de oposición.

A la una de la mañana del 9 de Febrero de 1913, en la escuela militar de San Fernando, todo era movimiento: los jóvenes aspirantes habían recibido órdenes de los oficiales, para enlistarse de momento y marchar a la Capital de la República, disque a reprimir una asonada. Poco después de la hora mencionada, los artilleros del 2o Regimiento de guarnición en Tacubaya, despertaban al toque de diana. Escucharon la consigna de tomar equipo de combate y emprender salida rumbo a la Ciudad de México. Ambas corporaciones fueron escogidas por el Gral. Manuel Mondragón, está perfectamente probado que el menguado General fue el autor intelectual del cuartelazo del 9 de Febrero, el mismo individuo que prostituyó al ejército, mediante procedimientos arteros, a la deslealtad. Habiendo perdido el patrocinio del General Díaz, necesitaba encumbrarse por cualquier medio a un sitio gubernativo en el que el oro manara a raudales y le concediera todo el poder que años atrás había disfrutado.

 

Artilleros y aspirantes de la caballería, se presentaron muy de mañana frente a la prisión de Santiago, reclamando la liberación del General Bernardo Reyes. Dicha casa de reclusión militar fue incendiada en el transcurso de la mañana y muertos la mayor parte de los reos. Los astutos sublevados llevando a Mondragón y a Reyes a la cabeza, continuaron su marcha hacia la Penitenciaría, donde a fuego de metralla, lograron la libertad de Félix Díaz. Mientras se desarrollaban, los últimos sucesos, el Intendente del Palacio, Capitán de Navío Adolfo Bassó Méndez, se ponía en comunicación con el Ministro de la Guerra General Angel García Peña y con el Comandante Militar de la Plaza General Lauro Villar, para organizar la defensa de la residencia oficial del Ejecutivo.

 

Así fue como al las 7:20 a.m. dichos Generales a las órdenes del Coronel Juan C. Morelos; los mismos generales nombrados, procedieron a distribuir a leales en sitios estratégicos, con el objeto de repeler la agresión de los amotinados. Al presentarse estos, capitaneados por el General Reyes, fueron recibidos con nutrido fuego de fusilería. Los bravos García Peña, Villar y Bassó, disparaban certeros la dotación de sus revólveres. En los primeros momentos de la terrible refriega, perecieron el Gral. Bernardo Reyes, por una parte, y por la otra el Coronel Morelos. Heridos los Generales García Peña y Villar, la continuación de la defensa quedó encomendada al General José María de la Vega. Los aspirantes que ocupaban la Catedral depusieron las armas, poniéndolas a las órdenes del Supremo Gobierno; Félix Díaz y Mondragón, tomaron el rumbo de la Ciudadela.

Tan pronto como la noticia detallada del cuartelazo llegó a Chapultepec, residencia privada del Señor Madero, éste dispuso su violenta salida al lugar de los sucesos. Después de transmitir las órdenes más urgentes se encaminó a caballo hacia el Palacio Nacional, acompañado de sus hermanos D. Ernesto y D. Gustavo, del Ministro de Comunicaciones Ingeniero Manuel Bonilla y del Mayor López Figueroa. Formábanle escolta los alumnos del Colegio Militar.

Caminando por la Avenida Juárez a la altura del Teatro Nacional, una patrulla de revoltosos, disparó sus armas sobre el grupo que rodeaba al Ejecutivo, más con tal precipitación, sólo se tuvo que lamentar la desgracia de algunos heridos. Los revoltosos desaparecieron y la comitiva presidencial continuó su marcha por la Avenida de San Francisco llegando al fin, al Palacio, sitio en el que pocos momentos después se les reunieron la mayor parte de los Secretarios de Estado. Donde en Consejo extraordinario se llegó a las resoluciones siguientes:

Enviar a la Ciudadela al Mayor López Figueroa pidiendo la rendición de los rebeldes. Detenido éste por los sublevados, lo sustituyó en la Inspección de Policía el Mayor Benjamín Camarena.

 

Suspender el servicio particular de telégrafos para el interior y el telefóno suburbano. Llamar al General Vasconcelos, al traidor Blanquet de Toluca,a Medina Barrón, al 30 Batallón situado en Teotihuacán, al numeroso cuerpo de voluntarios que comandaba en el Estado de Puebla el Coronel Ocaranza y por último, a Rubio Navarrete.

 

El Presidente deseando sofocar la rebelión salió a las 2 de la tarde para Cuernavaca, regresando el día 10 con el General Angeles, Gobernador de Morelos. Sin darse punto de reposo asistió a una junta de Guerra a la que concurrieron Cauz, San Ginés, Delgado, Angeles, Mass, el Coronel Castillo y el Judas de ese cenáculo Victoriano Huerta. En dicha junta se decidió el plan de combate que se desarrollaría al día siguiente.

 

En la mañana del 11 se emprendió el ataque a la Ciudadela. A las diez de la mañana la ciudad escuchó el primer cañonazo felicista. Dicho disparo señaló el principio del gran combate que duró ocho días que parecieron eternos.

De acuerdo con el plan, cuatro poderosas columnas atacaron simultáneamente a la fortaleza infiel: por el norte el General Cauz, por el sur el Gral. Mass y hacia el oriente y oeste las comandadas por los generales José M. Delgado y Felipe Angeles.

 

Huerta, a quien se había otorgado el mando superior del Ejército, mandó debilitar dichos puntos hasta que al fin fueron abandonados en manos enemigas.

Cerca del mediodía del 18, el Presidente Francisco I. Madero asistido por sus Ayudantes, celebraba acuerdo con algunos de los Secretarios de Estado. (Cuan lejos estaba de que momentos antes, Huerta en connivencia con Blanquet, Mass, Yarza, Rubio Navarrete, Garcia Hidalgo, etc. había determinado agregar al cuartelazo del 9 otro más inícuo). Presentáronse de improviso el Teniente Coronel Jiménez Riveroll y el Mayor Izquierdo con gente del 29 intimando en nombre del Ejército la prisión del Sr. Madero. El impasible funcionario en contestación disparó su revólver sobre el sayón. Y como si se tratara del suceso más natural, salió al balcón a arengar a la guardia, ignorando que ésta había sido sustituida con hombres del fatídico Batallón citado. Descendió en seguida por el elevador al patio de honor en donde ya lo asechaba Blanquet, quien pistola en mano lo hizo prisionero.

 

Simultáneamente fueron aprendidos el Vicepresidente y la mayor parte de los Ministros, haciéndose otro tanto con don Gustavo Madero en compañía de los Generales Francisco Romero y José Delgado.

 

Conseguido el aseguramiento de las primeras personalidades del Gobierno, el plan de los traidores pudo desarrollarse en lo de adelante sin el menor tropiezo.

Se llevó a cabo en el resto del día la persecución contra algunos diputados del grupo "renovador", contra los principales líderes maderistas y contra los politicos más connotados del régimen que se trataba de derrocar; iniciáronse, al mismo tiempo, los preliminaresdel convenio, baldón de nuestra historia, conocido con el nombre de "pacto de la Ciudadela". Las bases de éste nuevo Tuxtepec, fueron firmadas por Huerta y Félix Díaz, asesorado el primero por Mass y el ingeniero Cepeda y el segundo por los licenciados Fidencio Hernández y Rodolfo Reyes. Se intentaron, además, los primeros trámites para obtener la renuncia de los CC. Presidente y Vicepresidente de la República. Las renuncias de los señores Madero y Pino Suárez fueron llevadas, al fin, a la Cámara y discutidas en la sesión de la tarde del 19, aprobadas por mayoría: La del Sr. Presidente por 123 votos contra la opinión de los viriles ciudadanos Escudero, Pérez, Rojas, Alardín y Hurtado Espinoza y la del Vicepresidente por 118 votos afirmativos contra 10 de la negativa. ¡La traición fue consumida y la ambición satisfecha!

 

Los ilustres prisioneros fueron confiados primeramente en uno de los departamentos de la Comandancia Militar y trasladados, después a los de la Intendencia del Palacio. Allí permanecieron hasta el día 22, en que sacados de su celda fueron conducidos al sacrificio. ¿Cómo fue éste?

 

La versión oficial de todos conocida, lo relató de un modo tonto y perverso; la voz de la calle lo refirió, aproximándolo a la verdad, de mil maneras diversas, y el sicario Francisco Cárdenas que lo ejecutó, lo describe en una de sus declaraciones en la forma siguiente:

 

Ese día como a las seis de la tarde, me mandaron llamar a los salones de la Presidencia y hablé con mi General Mondragón, quien me dijo: "Sabemos, Cárdenas, que usted es hombre y sabe hacer lo que se le manda. El que mató a un Santanón, debe con facilidad matar a un Madero." El General después de escuchar mi contestación afirmativa, me indicó que podría retirarme y que estuviera listo con mis hombres, escogiéndolos de confianza, pues el primero que dijera una frase de lo que se iba a hacer sería fusilado.

Como a las ocho y media de la noche y cuando ya tenía mis hombres listos, se me mandó llamar por el mismo General Mondragón, quien me ordenó que sacásemos a los Señores Madero y Pino Suárez de los alojamientos donde se encontraban y los lleváramos a la Penitenciaría para que allí, en uno de los patios, procediéramos a su ejecución. Despues de recibida esta orden, yo y mis hombres nos dirigimos a tomar a los reos del lugar en que se hallaban. El Señor Madero incorporándose, me dijo encolerizado: "Qué van a hacer conmigo, cualquier atropello que se haga, no será a mí sino al Primer Magistrado de la Nación". Nada contesté, me limité a poner al Presidente entre los rurales y poco después hacía lo mismo con el Licenciado Pino Suárez quien no protestó, pidiendo solamente se avisara a su familia sobre el sitio a donde se le llevara.

Salimos yo y mi gente con los prisioneros, cuando al pasar por uno de los pasillos que hay en el patio de honor, el Sr. Madero protestó con energía y hubo un momento en que dio un bofetón en el rostro a uno de los guardias que estaba más cerca de él. Los gritos de protesta continuaban y entonces me apresuré a participarlo al General, comprendiendo que era expuesto sacarlo de allí con escándalo. En uno de los salones de la Presidencia, creo que fue en el Amarillo, me encontré a los generales Victoriano Huerta y Manuel Mondragón, así como a otras personas que no conocía y en seguida expuse lo que pasaba. Mi General Mondragón mesándose con ira los cabellos, se levantó de su asiento y me dijo: "Llévelos a una caballeriza y allí los remata." Esta orden la aceptaron las personas que con él estaban, agregando Huerta esta frase: "Lo que ha de ser.... que sea". Esperaba nuevas órdenes cuando el General Mondragón, encolerizado, exclamó: "Sobre la marcha"; luego salí de allí y poco después entrábamos a una de las caballerizas. Los prisioneros, al ver aquéllo, comprendieron lo que les esperaba y protestaron con frases duras para mi General Huerta. Más como la orden tenía que cumplirse, a empellones los hice entrar al interior de la caballeriza donde los puse al fondo para que mis muchachos tiraran. El Vicepresidente fue el primero que murió, pues al ver que se le iba a disparar comenzó a correr, di la orden de fuego y los proyectiles lo clarearon hasta dejarlo sin vida, cayendo sobre un montón de paja. El Sr. Madero vio todo aquéllo y cuando le dije que a él le tocaba, se fue sobre mí, diciéndome que no fuéramos asesinos, que se mataba con él a la República. Yo me eché a reir y cogiéndolo por el cuello, lo llevé contra la pared, saqué mi revolver y le disparé un tiro en la cara, cayendo en seguida pesadamente al suelo. La sangre me saltó sobre el uniforme.

Muertos los dos, así lo participé al General Mondragón, quien metió la mano al bolsillo y me dio un rollo de billetes agregando: "Eso es para usted y su gente". Después los pusimos en el automóvil y al llegar a las calles de Lecumberri, bajé a mis guardias y ordené que dispararan sobre el vehículo. Los muchachos así lo hicieron y poco después entregué los cadáveres al director de la Penitenciaría.

¡Baldón para el menguado que esgrimió el arma homicida!

¡Maldición eterna para los directores intelectuales de tamaño delito!

 

Venustiano Carranza desconoce al Usurpador Victoriano Huerta el 19 de Febrero de 1913 y sabiendo que ya está en Coahuila el Tte. Corl. Pablo González, sale hasta entonces de Saltillo y es en la Hacienda de Guadalupe donde proclama El Plan de Guadalupe el 26 de marzo de 1913, bajo la protección y el amparo del Tte. Corl. Pablo González, que se bate heróicamente en Monclova, en Candela, en Lampazos, en Bustamante, en Gloria, en Aura, contra poderosas fuerzas federales huertistas de los Generales Joaquín Mass y Guillermo Rubio Navarrete.

El Plan de Guadalupe es un documento sencillo, severo; expresa con admirable precisión la finalidad intrínsica de la lucha que empieza; por eso fue la resolución correcta del orden social y político porque ya no era posible mediante el sistema de súplicas y ruegos que nadie oiría, sino como lo comprendió el Gobernador Venustiano Carranza, tenía que ser un problema antes que todo, escencialmente militar. Fue por esto que, para acabar radicalmente con el régimen de la usurpación, fue indispensable que surgiera avasalladora La Revolución Constitucionalista.

 

El Gral. de División, don Pablo González Garza en uniforme de campaña cuando comandaba un ejército de poco más de 100 mil hombres.

 

Para ello Don Venustiano Carranza cuenta en su inmensa labor de preparación y para llevar a feliz término la campaña, con el contingente de muy valiosos elementos en el orden civil y militar, entre ellos ostensiblemente figuró la relevante personalidad del entonces Teniente Coronel Pablo González Garza, de notables rasgos morales que reveló al hombre conciente de sus deberes, de méritos indiscutibles conquistados en campaña muy comentada por su eficacia y actividad, que fueron motivos justificados para que el Primer Jefe del Ejército Restaurador Constitucionalista lo ascendiera al grado inmediato de Coronel. Y después don Pablo González ganó bien sus insignias de General Brigadier, luego de Brigada, y por último de General de División, convirtiéndose en Magnífico organizador, en El Brazo Derecho de Carranza, y en General en Jefe del Cuerpo de Ejército del Noreste, luego del Oriente, siendo su lealtad a la causa y su aguerrida actividad el que obtuvo para Venustiano Carranza y el Constitucionalismo el triunfo sobre el Usurpador Victoriano Huerta y no Alvaro Obregón, y sobre el traidor hipócrita agrarista Emiliano Zapata; siendo además, a el General Pablo González Garza a quien don Venustiano Carranza debió alcanzar la Presidencia de la República y hacer posible que se Promulgara la Constitución de 1917.

 

4. El Maximato 1928-1934

 

El expresidente Alvaro Obregón quiso regresar al poder y logró que se reformaran las leyes que prohibían la reelección. Ganó las elecciones presidenciales de 1928. Pero antes de tomar posesión, durante una comida en que se celebraba su victoria, fue asesinado. Desde entonces el principio de la no reelección ha sido rigurosamente respetado.

 

Como consecuencia del asesinato del presidente electo, el Congreso designó como presidente provisional a Emilio Portes Gil.

 

Para fortalecer el gobierno, Calles les propuso a los jefes políticos y militares la creación de un partido político que serviría para resolver sus diferencias y fomentar la unidad. Así nació, en 1929, el Partido Nacional revolucionario (PNR).

En las nuevas elecciones ganó el candidato del PNR, Pascual Ortiz Rubio; fue una votación muy discutida contra José Vasconcelos, que era candidato independiente. Sin embargo, el verdadero poder lo tuvo Plutarco Elías Calles, llamado Jefe Máximo de la revolución.

 

De 1928 a 1934 hubo tres presidentes: Emilio Portes Gil, Pascual Ortíz Rubio y Abelardo Rodríguez. Ninguno de ellos cubrió un periodo completo. A este periodo se le conoce como el Maximato, porque durante ese tiempo el poder se concentró en el Jefe Máximo. La influencia de Calles terminó cuando el siguiente presidente de la República, el general Lázaro Cárdenas, lo expulsó del país.

 

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Trabajo enviado por:

Angel Ivan Cazañas

 

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